Especialistas alertan sobre falta de adherencia al tratamiento de pacientes con EII

Especialistas en gastroenterología advierten una alta tasa de abandono del tratamiento de los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que incluyen la colitis ulcerosa y Enfermedad de Crohn, lo que aumenta el riesgo de sufrir crisis más severas, hospitalización y daño para el intestino.

El viernes 19 mayo la OMS conmemora el Día Internacional de las Enfermedades Inflamatorias del Intestino (EII), referidas a la Colitis ulcerosa y la Enfermedad de Crohn, patologías autoinmunes crónicas y progresivas del tubo digestivo que involucra períodos de crisis y ausencia de síntomas (remisión).

La Dra. Carolina Pavez, presidenta de la Agrupación Chilena de Trabajo de Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (Acteccu), filial de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE), advierte preocupación entre los especialistas frente a esta realidad.

La gastroenteróloga señala que la tasa de diagnóstico de las EII en pacientes fluctúa entre los 20 y 40 años. Dado que se trata de patologías que afectan la calidad de vida, por síntomas como malestar abdominal, diarrea o urgencia defecatoria, una vez que inician el tratamiento los pacientes vuelven a recuperar la “normalidad” en sus vidas.

Lamentablemente, casi un tercio de ello abandona el tratamiento farmacológico, elevando las posibilidades de nuevas crisis aún más severas.

Principales EII

La colitis ulcerosa es propia del colon y puede comprometer el recto y otros segmentos del colon, produciéndose por predisposición genética, alteraciones en el sistema inmunológico y en la microbiota intestinal.

También inciden factores ambientales como el tabaquismo, el uso abusivo de antibióticos, el consumo de alimentos procesados y el estrés, que producen inflamación y lesiones en las mucosas del intestino.

Se sospecha colitis ulcerosa cuando se presenta diarrea mucosanguinolenta y dolor abdominal cólico tipo retortijones.

Asimismo, la Enfermedad de Crohn afecta a distintas partes del tubo digestivo desde la boca hasta el ano y los síntomas incluyen dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso, malestar, fiebre e incluso abscesos perianales.

“Implementar un tratamiento para controlar la inflamación requiere el uso de diferentes medicamentos, corticoides y otros tipos de terapias. Lo más importante es que cada tratamiento es individual para cada paciente, por lo que no es recomendable que los pacientes corran el riesgo de hacer cambios arbitrarios en su terapia en base a recomendaciones de otros pacientes o publicaciones en redes sociales”, señala la Dra Pavez.

“Lo que es efectivo en un paciente, incluso con características similares, no necesariamente es replicable en otro. Existen tratamientos de inducción y de mantención, y todos deben ser supervisados por un médico especialista porque involucran efectos adversos”, añadió.

La relevancia del tratamiento

Para la especialista, la correcta adherencia al tratamiento en un 50 a 70% conlleva un menor riesgo de complicaciones, hospitalización y cirugía. Por ello la importancia de mantener el tratamiento indicado, especialmente cuando no hay síntomas y las crisis han sido controladas.

La gastroenteróloga explica que desde el enfoque del paciente es determinante aceptar la enfermedad como una condición de vida, fortalecer la confianza en el equipo multidisciplinario tratante y aprender sobre las EII.

En los últimos tres años se ha observado un aumento de las EII. Si bien existe una predisposición genética, otros factores ambientales como el consumo de alimentos procesados, el tabaco, el abuso de antibióticos y el estrés también inciden en su presentación.

Aunque el peak de diagnósticos de las EII es entre los 15 y 29 años, del 6 al 16% se detecta en menores de 6 años. En dichos casos, el objetivo del tratamiento es impedir el progreso de la enfermedad, procurar su adecuada nutrición y crecimiento, disminuir la hospitalización y mejorar la calidad de vida del paciente.

La lactancia prolongada hasta los 6 meses y 1 año ha demostrado ser un factor protector de este tipo de paciente, así como evitar el uso de antibióticos el primer año de vida. En adolescentes, se recomienda evitar el consumo de alcohol y tabaco.

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