Hábitos clave para evitar el desarrollo de demencia en adultos mayores

La Organización Mundial de la Salud define la demencia como un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria.

Esta enfermedad afecta a más de 47 millones personas en el mundo y, según explica el equipo de geriatría de la Clínica Las Condes, el principal factor de riesgo es la edad, siendo el Alzheimer la más frecuente con más de la mitad de todos los casos.

“En la medida que vamos envejeciendo, progresivamente va aumentando la posibilidad de desarrollarla, siendo poco frecuente antes de los 60 años. Existe un porcentaje bajo entre los 60 y 65 años y después empieza a duplicarse década a década. Se estima que, a los 90 años, entre un 40% o 50% podría llegar a tener una demencia”, puntualizan los especialistas.

Primeros signos de demencia

Los médicos sugieren que los primeros signos de demencia se distinguen cuando “se empiezan a notar cambios en las capacidades de la persona”.

En el caso del Alzheimer, “habitualmente aparecen olvidos de algunas situaciones. La persona está más repetitiva, confunden algunas de las habilidades diarias y pueden tener problemas en el rendimiento de su trabajo o mal manejo del dinero”, sostienen.

Prevención

Para el equipo de profesionales, existe una serie de factores que permiten retrasar o evitar el desarrollo de esta enfermedad, tales como:

• Mantener una alimentación saludable.
• Hacer actividad física.
• Evitar el tabaco.
• Consumo moderado de alcohol.
• Evitar el estrés.
• Dormir bien.
• Realizar controles médicos habituales (personas con diabetes o hipertensión).

Los geriatras recalcan que con estas medidas “se logra reducir el riesgo de un deterioro cognitivo hasta en un 40%. Además, sabemos que en la medida que las personas se mantienen activas en momentos críticos como una jubilación, por ejemplo, también es algo muy relevante para preservar sus capacidades”.

Agregan que desarrollar otras habilidades hacen que se generen nuevas conexiones cerebrales que van ayudando. Esto, porque a medida que se va envejeciendo, se van perdiendo neuronas, el volumen del cerebro se va reduciendo, se pueden perder conexiones cerebrales y eso vuelve a la persona más vulnerable.

En este sentido, “cuando uno plantea ejercicios específicos, más que buscar uno solo como tal, se recomienda potenciar o vincular ejercicios a otros hábitos que hayan quedado relegados. Eso es lo que probablemente va a cuidar más el cerebro”, enfatiza el equipo de geriatría.

Fuente: Clínica Las Condes.

Compartir este artículo

Artículos relacionados