Una nueva versión del estudio internacional ACTION Teens, presentado en el Congreso Europeo sobre Obesidad (ECO) celebrado en Dublín (Irlanda), determinó que las y los adolescentes que viven con esta condición usan YouTube, redes sociales, apps y el mundo online como canales recurrentes de información, superando a los médicos como fuente oficial.
Para la doctora, Ana Ledesma, nutrióloga clínica de la Región de Coquimbo, esto se explica porque “la información que pueden encontrar en redes se presenta de una forma más lúdica, con imágenes, sonidos e informaciones más cortas. Por tanto, debemos aceptar que esto es una realidad y generar nuevas formas de poder comunicarnos con los adolescentes. Debemos integrarnos en forma activa a como se está moviendo el mundo”.
El objetivo de ACTION Teens es identificar comportamientos, percepciones y barreras sobre el cuidado efectivo de la obesidad, desde el punto de vista de adolescentes (entre 12 y 17 años que viven con esta enfermedad), sus padres, cuidadores, tutores, y profesionales de la salud.
Obesidad desapercbida
Dentro de los hallazgos más importantes se determinó que uno de cada cuatro adolescentes (24%) no se dan cuenta de que viven con obesidad.
Y lo más preocupante es que uno de cada tres padres, cuidadores o tutores no sabe que su hijo padece esta enfermedad, y casi la mitad (49%) considera que su salud es muy buena o excelente.
Incluso, más de un tercio (37%) de los cuidadores cree que el peso de sus hijos es responsabilidad exclusiva de ellos.
“Es preocupante que los adolescentes no se den cuenta que viven con obesidad. Hoy muchos de los adolescentes que viven con obesidad son hijos de padres que también viven con sobrepeso u obesidad, por ende, hay un ambiente a nivel genético, pero también tienen un ambiente pro obesidad. Y los jóvenes no son capaces de modificar esos componentes ambientales”, afirmó Javier Vega, médico nutriólogo de la Universidad Católica.
Formación médica
Al hecho de que jóvenes y cuidadores no reconozcan la enfermedad de los adolescentes, se suma que los médicos son la última fuente a la que recurren jóvenes que viven con obesidad, ya que para ellos la información se encuentra en internet.
El estudio arroja que uno de cada cinco (18%) médicos no se sienten cómodos hablando de peso, lo que podría relacionarse a que el 87% de los profesionales de salud no ha recibido formación avanzada sobre cómo tratar la obesidad después de estudiar medicina.
Con respecto a la formación de pregrado de los médicos y, de acuerdo a una investigación publicada en el Journal of Parenteral and Enteral Nutrition, la mayoría de los médicos no recibe una formación adecuada para abordar problemas de nutrición con sus pacientes.
La doctora Magdalena Farias, nutrióloga y especialista en nutrición clínica, cree que la educación es un factor fundamental, ya que es importante que los profesionales de la salud entiendan que esto es una enfermedad crónica, que tiene que ser diagnosticada.
“Es importante trabajar en educación en la población general pero, sobre todo, con los profesionales de salud, en cómo tiene que ser el abordaje de la obesidad. A los pacientes hay que tratarlos con empatía, educarlos, darles a entender que hay un componente biológico detrás de esta enfermedad, y que es algo que no está en sus manos”, expresa.
Riesgo de mortalidad
El creciente impacto de la obesidad adolescente a nivel mundial da cuenta de que 175 millones de niños, niñas y adolescentes padecen obesidad en el mundo y que cuatro de cada cinco niños que viven con obesidad se convertirán en adultos con obesidad.
En esa misma línea, un niño que vive con obesidad tendría tres veces más riesgo de mortalidad en edad adulta temprana.
Para el doctor Manuel Moreno, médico especialista en nutrición y diabetes, en términos de políticas públicas se debiera favorecer el tratamiento adecuado de equipos multidisciplinarios en niños que ya tienen sobrepeso u obesidad, o que estén un ambiente de riesgo, los que también evalúen el riesgo de salud mental.
“Creo que el acceso a estos programas multidisciplinarios, tanto a nivel público como privado, permitirían un menor riesgo que los adolescentes cuando sean adultos desarrollen obesidad y todas sus consecuencias asociadas”, señala.
El estudio se aplica en Australia, Colombia, Italia, México, Arabia Saudita, Corea del Sur, España, Taiwán, Turquía, Reino Unido y cuenta con una muestra de 5.275 adolescentes y 5.389 cuidadores.