Nos acercamos a la mitad de noviembre y el fin de año se empieza a acercar con todo lo que conlleva, como el cansancio provocado por motivos laborales, familiares o de vida social, entre otros.
Desde el Departamento de Psiquiatría de la Clínica Las Condes, explican que “cada año se establecen metas en diferentes ámbitos de la vida, ya sea personal, familiar, laboral o social. Típicamente, en el último trimestre del año se empieza a realizar la autoevaluación de su cumplimiento y, al evidenciar retrasos en estos plazos, se inicia una carrera frenética para concretarlos, perdiendo de vista que el cansancio acumulado generará un ambiente adverso para concretar este objetivo”.
Para que el cumplimiento de las metas personales se ejecute adecuadamente en forma y calidad, se requiere una sensación de bienestar. Sin embargo, esto último tiende a menguar a medida que avanzan los meses.
Suele pasar que las personas acumulan altos niveles de estrés debido, entre otras cosas, a sobrecarga de funciones, dificultades físicas o psicológicas, malas condiciones del entorno (falta de recursos, adversidades), malas relaciones interpersonales con autoridades y/o pares y ausencia de apoyo.
¿Qué es el burnout?
Los especialistas mencionan que “si es el estrés se hace crónico, se entra en un estado de agotamiento físico, emocional y mental, en el que se dificulta el adecuado desarrollo de las tareas, además se disminuye la posibilidad de tener satisfacción ante la función cumplida e incluso, se puede generar rechazo para realizarla. A este síndrome le llamamos burnout”.
Algunos de los síntomas de burnout son:
• Disminución de la motivación y la energía para iniciar el día, además de sensación de agotamiento que aumenta al final de la jornada.
• Dificultades para concentrarse, para resolver problemas y ejecutar tareas que antes le resultaban sencillas.
• Irritabilidad.
• Actitud defensiva.
• Comportamientos agresivos.
• Miedo.
• Ansiedad.
• Inseguridad.
• La persona puede vincular el desarrollo de la mayoría de sus actividades con el deber y no con el placer.
• Sentimiento de frustración, impotencia, fracaso y baja realización personal.
• Agotamiento emocional que impide dar un valor agregado al desarrollo de su función.
• Sensación de trabajar en modo automático, con escasa vinculación emocional al desarrollo de la tarea.
• Sensación de estar al límite, con imposibilidad de hacer las cosas mejor.
• Baja autoestima (no sentirse valorado y reconocido).
• También puede presentarse síntomas físicos como dolor de cabeza, taquicardia, síntomas digestivos, insomnio y alteraciones del apetito.
¿Cómo abordarlo?
• Psicoeducación y autoconocimiento para identificación precoz de los síntomas.
• Estrategias para afrontar el estrés como técnicas de relajación.
• Actividades recreativas en donde se favorezca el descanso, la diversión y el desarrollo personal y social.
• Identificar las redes de apoyo y activarlas oportunamente.
• Fomentar la empatía y la repartición justa de funciones en su familia, trabajo y otros entornos en los que se desenvuelva.
• Promover la actitud asertiva y resiliente.
• Trabajar las ideas de culpa.
• Establecimiento de límites de forma clara y cálida.
• Mantener hábitos de vida saludables: alimentación sana, evitar el alcohol, el tabaco y otras drogas.
• Practicar ejercicio físico regularmente.
Fuente: Clínica Las Condes.