El Día Mundial del Niño Prematuro se celebra el 17 de noviembre de cada año desde 2011, para llamar la atención sobre esta problemática de salud que afecta a aproximadamente 15 millones de recién nacidos a nivel planetario.
En Chile, “se estima que aproximadamente el 9% de los recién nacidos vivos son prematuros, es decir, niños con menos de 37 semanas de gestación, y que el 1,4% de éstos son prematuros extremos, menores de 32 semanas de edad gestacional al nacer”, explica la doctora María José Robles, neonatóloga de la Universidad Católica e integrante de la Fundación Mini Guerreros.
Según el Ministerio de Salud, entre 2021 y 2022 en el país hubo un aumento de más de 1.200 nacimientos de bebés menores de 37 semanas de gestación.
La prematuridad es una condición que puede causar una serie de riesgos para la salud, tanto a corto como a largo plazo. Según la OMS, las complicaciones derivadas de nacimientos precoces son la principal causa de mortalidad entre los menores de cinco años. Sin embargo, la mortalidad depende de factores económicos, en países con altos ingresos casi todos los niños sobreviven.
Los bebés prematuros se clasifican según las semanas de gestación.
• Prematuros extremos: niños que nacen con menos de 28 semanas de gestación.
• Prematuros o muy prematuros: de 28 a 32 semanas
• Prematuros tardíos o moderados: de 32 a 37 semanas.
“Según las semanas con las que nacen los bebés, pueden tener variaciones en las complicaciones o necesidades especiales que van a tener que sobrellevar en su vida diaria”, afirma la doctora Robles, también pediatra de la Universidad de Chile.
Riesgos de salud y cuidados especiales
La doctora Ivonne D’Apremont, especialista en Pediatría y Neonatología de la Universidad Católica, señala que el Virus Respiratorio Sincicial (VRS) es uno de los mayores riesgos para este grupo etario, pues “los niños con VRS tienen mayor riesgo de desarrollar una infección grave”.
“La literatura ha identificado a los menores de cinco años y a los adultos mayores como la población de mayor riesgo. En el caso del primer grupo, los factores de mayor riesgo son los niños con antecedentes de prematuridad (menores de 37 semanas de gestación), bajo peso de nacimiento (menos de 2 mil quinientos gramos), tabaquismo en el hogar, no haber recibido leche materna y presencia de otros menores de cinco años en la casa”, agrega.
Además, remarca que “las enfermedades respiratorias son la primera causa de hospitalización en aquellos menores con antecedentes de prematuridad extrema (menores de 32 semanas) y de displasia broncopulmonar. En ese sentido, el principal virus comprometido es el sincicial respiratorio”.
Si bien la temporada alta de infecciones por este virus ya pasó, la doctora D’Apremont explica que este año “Chile se vio afectado por una carga de enfermedades virales no vista previamente, las infecciones respiratorias agudas se asociaron a mayor gravedad y requirieron ingresos a unidades de pacientes críticos. Los más afectados fueron los niños prematuros, los cardiópatas crónicos y los niños con bajo peso al nacer”.
“La circulación viral del VRS está regresando a su comportamiento prepandémico, pero se está encontrando con una población infantil generalmente sin la inmunidad necesaria. Por ello, la prevención del núcleo familiar de los prematuros será esencial en las próximas temporadas virales”, indica.
Por otro lado, existen complicaciones de salud a corto y largo plazo que pueden impactar en la vida de los pequeños y de su entorno. Entre las afecciones a corto plazo se encuentran: problemas respiratorios; cardíacos; cerebrales; digestivos; entre otros. Asimismo, a largo plazo pueden presentar: problemas de visión; de audición; conductuales; de aprendizaje; entre otros.
La doctora Robles asegura que “debido a la variedad de problemas de salud que puede presentar o desarrollar un niño prematuro, suelen necesitar de cuidados especiales y mayor atención, especialmente al inicio de su vida”.
La especialista precisa que dentro de estas atenciones se encuentran los cuidados intensivos neonatales, terapia física, terapia ocupacional, estimulación temprana, entre otros.