Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el sobrepeso y la obesidad han alcanzado cifras alarmantes durante la última década. En el mundo, a causa de esta enfermedad cada año mueren 2,8 millones de personas, y en Chile -según datos del Ministerio de Salud- la cifra de fallecidos es de una persona por hora.

Frente a este problema de salud pública, la cirugía bariátrica ha surgido como una alternativa efectiva.

Se trata de una intervención quirúrgica que busca modificar el sistema digestivo de las personas con obesidad, para que consigan una baja de peso considerable y permanente en el tiempo, mejorando su calidad de vida.

Según el Dr. Héctor Molina, médico especialista en Cirugía Digestiva de Clínica Biobío, con esta operación “un paciente debería perder, como mínimo, entre un 70 y un 80% de su exceso de peso, además de lograr una remisión de más del 90% de las enfermedades asociadas”.

Esto se puede lograr con diferentes técnicas quirúrgicas, entre ellas:

1)Manga gástrica: Se extrae el 80% del estómago, dejándolo en forma de tubo, o manga, restringiendo su capacidad para ingerir hasta 200 cc de alimentos.

2) Bypass gástrico: Se reduce el tamaño del estómago a 50 ó 60 cc y se conecta al intestino delgado, por lo que la comida pasa directamente a este. Con ello disminuye la absorción calórica y también las porciones que se pueden comer.

3) Bipartición duodenal o Santoro: Se realiza una gastrectomía en manga y una derivación del alimento, como si fuera un bypass, dejando una unión entre el estómago y el intestino más corta que en el tipo de cirugía anterior.

La cirugía bariátrica está indicada para pacientes con obesidad mórbida, es decir, con un IMC sobre 40. También pueden optar a ella los pacientes con obesidad severa, o IMC sobre 33, y que además tengan 2 o más enfermedades metabólicas asociadas.

Cada una de ellas tiene sus propias indicaciones, por lo que los pacientes deben ser evaluados previamente por un equipo de especialistas.

Nutrición: el factor clave

De acuerdo a Patricia Torres, nutricionista de Clínica Vespucio, “la nutrición en estos casos juega un rol primordial, debido a que los mayores cambios que se dan son en base a los cambios de alimentación que se generan post cirugía. Muchos pacientes no se dan cuenta de que están operados, solamente lo notan porque no pueden la misma cantidad de antes.”

Este proceso comienza en la primera consulta con él o la nutricionista, un mes antes de la cirugía. Allí se entrega una pauta de alimentación saludable donde se le pide a los pacientes que cambien algunos hábitos de alimentación y se les explica la importancia de muchos nutrientes que deben comenzar a conocer y a consumir. El objetivo principal de ello es poder bajar algunos kilos antes de la cirugía y ordenar los tiempos de alimentación.

En la segunda consulta preoperatoria se evalúan estos cambios y se entrega una dieta preoperatoria inmediata denominada “régimen líquido proteico” por 3 o 5 días.

“La cirugía nos permite manejar los alimentos que los pacientes consumirán en el postoperatorio, ya que, frente a cualquier error o consumo no adecuado, la sintomatología no permitirá que los pacientes sigan consumiendo estos alimentos. El éxito de la cirugía es que el paciente siga todas las indicaciones de alimentación, especialmente en la clase de alimentos que come, ya que en algunas oportunidades los pacientes ‘prueban’ para ver si toleran y si lo hacen, este consumo se hace repetitivo, lo que puede disminuir el éxito del proceso”, comenta la especialista.

Finalmente, cabe destacar que algunas cirugías pueden ser restrictivas y otras, restrictivas y absortivas, por lo que en algunos casos se puede ver disminuida la absorción de nutrientes que deben ser incorporados a través de suplementos nutricionales. “Todos los pacientes operados son suplementados con vitaminas y minerales que pueden verse disminuidos en caso de no seguir una dieta adecuada durante el postoperatorio”, concluye la nutricionista de Clínica Vespucio.