Los problemas de la salud íntima femenina estuvieron en un segundo plano por mucho tiempo y prácticamente era un tema que no se conversaba públicamente en nuestro país. No obstante, esto ha ido cambiando poco a poco en los últimos años. Así lo demuestran investigaciones internacionales que han posicionado a Chile como uno de los países más progresistas de la región junto a Uruguay en esta materia. Es por esto que someterse a una intervención genital como la labioplastia se ha vuelto algo más común no sólo por temas estéticos, sino que también por temas de dificultad para usar un traje de baño pequeño o en las relaciones sexuales.
La labioplastia consiste en un procedimiento quirúrgico que reduce los labios de la vulva para lograr una apariencia estética más adecuada al ideal de la paciente, así como una relación más cómoda al disminuir el largo de los labios menores, también en ciertos casos la plastia incluye a los labios mayores. No existe un ideal estético único con respecto a la forma de la vulva y el mural del artista britanico Jamie McCartney “The great wall of Vagina” (2008) lo demuestra claramente. Esta cirugía ha logrado gran popularidad tanto en Chile como en el mundo, siendo muy requerida durante el último año aún en pandemia. Así lo indica un estudio realizado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés), en el que se observa un crecimiento en un 24,1% de este tipo de procedimientos en 2019 y un 73,3% desde 2015.
Las pacientes que buscan estos procedimientos no solo lo hacen por razones estéticas. Así lo señala el doctor Claudio Thomas, miembro titular de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica (SCCP), quien aclara que “la genética, el embarazo y el proceso de envejecimiento natural pueden afectar la forma y apariencia de la anatomía íntima de una mujer, provocando que los labios menores alargados a veces puedan causar dolor o incomodidad al hacer ejercicio, durante el coito o incluso cuando simplemente se usa ropa ajustada”.
La intervención generalmente toma entre una y tres horas dependiendo de si se realiza con procedimientos adicionales y se enfoca principalmente en dar una nueva forma a los labios menores. Habitualmente es un procedimiento quirúrgico con hospitalización transitoria y se efectúa con anestesia local y sedación intravenosa administrada por un anestesista.
Cuidados a considerar
Si bien habitualmente existen riesgos bajos relacionados con este tipo de cirugía, también pueden haber complicaciones con secuelas severas. Es fundamental, como en todo tipo de intervención quirúrgica de este tipo, contar con el resguardo de un cirujano plástico certificado o en este caso puntual con un ginecólogo especialista en piso pélvico. Asimismo, se debe verificar que el lugar de hospitalización sea un establecimiento autorizado para realizar cirugías plásticas, que cumpla con normativas y reglamentos que exigen la SEREMI de Salud, la Superintendencia de Salud y el Ministerio de Salud para su funcionamiento.
Es por eso que el Dr Claudio Thomas Presidente de SCCP, sugiere que “siempre se debe considerar el triángulo de seguridad cuando alguien se decida por someterse a una intervención quirúrgica con fin estético. Este está compuesto en primer lugar por un Cirujano Plástico certificado, segundo por un Establecimiento autorizado y tercero por un Paciente informado; de esa forma, se podrán obtener con mayor seguridad los resultados que se esperan”.