Una matriz, algunos factores de crecimiento y esperar. Eso fue todo lo que necesitaron 10 conejos a los que se les había quitado la cabeza del húmero de una pata delantera para tener una nueva. El experimento, descrito en la revista ‘The Lancet’, constituye una prometedora vía para obtener articulaciones formadas por células del propio paciente.
La osteoartritis, o el desgaste de los cartílagos y huesos, es la culpable de que millones de personas necesiten reemplazar sus dañadas articulaciones –normalmente las rodillas- por otras nuevas. La solución es colocar una artificial, fabricada con metales y materiales sintéticos, y, aunque suelen funcionar bien, su vida media se sitúa en torno a los 10-15 años.
En la búsqueda de una alternativa para éste y otros problemas osteoarticulares, se postula con fuerza la medicina regenerativa, que ya ha dado algunos frutos en este campo. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia (Nueva York, EEUU) ha ido un paso más allá.
Invasión celular
Su trabajo consistió en extirpar la superficie articular del húmero de varios conejos y sustituirla por una matriz que la imitaba a la que habían añadido factores de crecimiento. Estas moléculas son las que transmiten a las células madre la información para que se diferencien hacia un subtipo celular determinado. En esta ocasión, el objetivo era que formaran condrocitos, las células del cartílago.
Cuatro meses después de la intervención, a pesar de que las matrices no contenían células, los autores observaron cómo se había generado cartílago y hueso en su interior. Incluso, el cartílago había crecido más allá del molde «sugiriendo que era él mismo el que se articulaba», explica el artículo.
Lo que había permitido a los conejos caminar de nuevo con normalidad tan sólo dos meses después de la operación era, según sugieren los investigadores, que las células progenitoras sinoviales, de la médula ósea, la grasa y, tal vez, vasculares, se habían diferenciado para formar la nueva superficie articular.
Una opción para pacientes jóvenes
«Este estudio es el renacimiento del uso del huésped como biorreactor y del reclutamiento de sus células endógenas, incluyendo células madre y progenitoras, para la regeneración de tejidos», escribe Patrinck Warnke, de la Universidad de Bond (Australia), en un editorial de la revista.
La técnica, que es «teóricamente aplicable a las personas», tiene algunos inconvenientes, según Warnke. La capacidad regenerativa de algunos pacientes, que podría estar disminuida, o el más que probable tiempo de reposo absoluto que deberían guardar hasta la formación de la articulación son algunos de ellos, especialmente si se trata de personas mayores.
Mientras que para ellos las prótesis artificiales serían una solución más apropiada, «la aplicación de ésta u otra técnica similar ofrece ventajas importantes para los pacientes jóvenes», subraya el editorial.