Asociado clásicamente a niños y adolescentes, el Trastorno por Déficit Atencional también afecta a los adultos, constituyéndose en una patología altamente prevalente. Durante mucho tiempo se pensó que este trastorno era exclusivo de los niños y desaparecía cuando su cerebro maduraba, sin embargo en la actualidad se estima que entre un 50 y un 75% de los niños que han tenido déficit atencional continúan teniéndolo siendo adultos, según explica la Dra. Juana Villarroel, psiquiatra, en entrevista con Ciencia y Salud.
¿Qué aspectos definen o caracterizan el trastorno por déficit atencional del adulto?
Las definiciones del trastorno por déficit atencional del adulto son derivadas de los diagnósticos de infantil, se está trabajando en derefinar los criterios diagnósticos para los adultos. Por convención, los manuales de diagnósticos definen adultez desde los 18 años, y actualmente los criterios de diagnóstico son los mismos que se utilizan para infantojuvenil adaptados al adulto. Lo central del diagnóstico es que el sujeto tiene dificultad para atender a un estímulo selectivo relevante para él, por ejemplo en el caso de los estudiantes, atender a una clase durante la hora y media que dura, o en el caso de un trabajador, una actividad durante un tiempo y con la intensidad suficiente como para desarrollar apropiadamente esa tarea. La tarea de persistencia de atención selectiva debe estar acompañada de la capacidad de no atender a estímulos irrelevantes que distraerían al sujeto, éste debe ser capaz de filtrar estos estímulos irrelevantes y mantener la atención selectiva sostenidamente en el tiempo.
¿Qué se observa en un adulto para sospechar que tiene déficit atencional?
En el diagnóstico de déficit atencional del niño y adolescente, existen dos criterios anexos: la hiperactividad y la impulsividad. Los adultos tienen menos hiperactividad que los niños, esta se observa en forma atenuada y frecuentemente provoca dificultades, por ejemplo la persona que no logra estar mucho rato sentada en una reunión, que tiene que estar tamborileando los dedos, moviendo una pierna o haciendo dibujitos en una hoja.
¿Qué ocurre con la impulsividad?
La impulsividad da más problemas en los adultos porque en general está dirigida y asociada a conductas de riesgo, que pueden ser conductas impulsivas como beber alcohol, conducir a alta velocidad, involucrarse en actividades o fiestas, a veces con desconocidos o a veces con violencia.
¿Cuál es la prevalencia de este trastorno en adultos?
La prevalencia no esta bien establecida, porque es un diagnóstico que no ha sido bien estudiado en el adulto y por otro lado los criterios de diagnóstico son muy amplios. Hay algunos investigadores que lo restringen más, de modo que da una prevalencia menor, pero hay otros que son más amplios. En general se habla de un 5%, lo que no es poco, es más que la epilepsia, que la esquizofrenia, son cifras similares al trastorno bipolar. Es bastante frecuente.
¿Qué porcentaje de los niños que tienen este trastorno lo presentan también de adultos?
Se plantea que entre un 50 y un 75% de los niños que han tenido déficit atencional continúan teniéndolo siendo adultos. Lo que pasa es que tiende a atenuarse, incluso en los que no han recibido tratamiento, cuando el cerebro madura. Esto ayuda a que disminuya la impulsividad, la hiperactividad y mejore la concentración, pero de todas formas el porcentaje de remisión completa es bajo y en el mejor de los casos sería la mitad.
¿Cuáles serían las principales consecuencias y cómo afecta la vida de las personas adultas?
Afecta muy significativamente. En general a los adultos a quienes no se les ha hecho el diagnóstico de niños y que no han recibido tratamiento, no consultan por el síndrome mismo, sino que consultan por las complicaciones. Existe una alta comorbilidad, incluso algunos autores describen que entre un 60 a un 80% de quienes tienen déficit atencional no tratado de adultos, tienen alguna comorbilidad como por ejemplo trastorno de ansiedad, trastorno depresivo mayor, consumo de sustancias, otras conductas impulsivas e incluso trastornos de personalidad.
En ese sentido, de no ser manejado puede significar un riesgo importante para la persona
Sí, porque si no se trata apropiadamente, en general con los años se van generando estas comorbilidades. Si por ejemplo un sujeto no tratado inicia abuso de sustancias, es fácil que desarrollo una dependencia de sustancias, y es fácil que presenten conductas riesgosas buscadoras de novedad durante el consumo de sustancias, como son impulsivos, tienden a buscar involucrarse en actividades estimulantes desde el riesgo que provocan, la impulsividad también favorece la aparición de conductas heteroagresivas. Por otro lado, son sujetos que tienen menor rendimiento ya sea en los estudios o en el trabajo, incluso los que tienen déficit atencional más leve. Son personas que siendo muy inteligentes, les cuesta planificar las actividades que tienen que realizar, tienden a ser bastante curiosos intelectualmente, se meten en distintos temas, inician proyectos, pero como son impulsivos y por la dificultad para concentrarse, tienen problemas para terminar las cosas, inician muchos proyectos y los dejan sin terminar, lo que genera frustración en ellos.
¿Ocurre algo parecido en términos sociales?
Desde la infancia les cuesta más establecer relaciones interpersonales profundas y duraderas. Para poder desarrollar apropiadamente habilidades sociales como relacionarse con el otro, como esperar turnos o desarrollar capacidades empáticas y reaccionar adecuadamente, se requiere mantener buena atención selectiva para concentrarse en lo que otro desea comunicarme, entonces llegan a ser adultos que tienen estas dificultades, tienden a no integrarse bien en los equipos de trabajo, no sólo en relaciones de amistad y pareja.
A su juicio, ¿existe un diagnóstico adecuado y conciencia de que este trastorno también puede afectar a los adultos?
Tengo la seguridad de que no, de que tanto los sujetos que de niños han sido diagnosticados como sus familias, se quedan con la idea de que llegando a la adolescencia este tema se supera. En general, los neurólogos y psiquiatras los tratan muy apropiadamente durante la infancia y la adolescencia, pero cuando ya cumplen los 17 ó 18 años se les da de alta, entonces como el cuadro se atenúa, cuesta constatar que el adolescente tiende a volver a tener problemas relacionados con el déficit atencional. Los sujetos están mejor que antes, pero no llegan a estar bien como para poder usar apropiadamente todas sus capacidades intelectuales.
¿Qué cree usted que falta para que el tema sea asumido en su real importancia?
Falta más información al público en general, pero también entrenamiento a los psiquiatras y a los neurólogos, porque a nosotros mismos nos cuesta reconocerlo. En general diagnosticamos mejor las comorbilidades y las tratamos mejor, pero no así el déficit atencional en el adulto, de hecho existen algunos tratamientos que lo empeoran cuando no es diagnosticado apropiadamente, por ejemplo los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), usados por tiempos prolongados de más de seis meses, pueden empeorar el DA. Entonces la persona puede consultar por un episodio depresivo mayor o por ansiedad, se le administran ISRS y mejora eso, pero empeora el DA.
En este contexto, ¿cuál identificaría usted como el principal motivo de consulta, la motivación propia, el tema familiar?
Es más frecuente que lleguen por otras cosas, como por ejemplo si consultaron por una de las comorbilidades y el psiquiatra hace el diagnóstico, o bien porque se estresan con más facilidad en el estudio o en el trabajo, porque no logran rendir apropiadamente. Los menos consultan porque reconocen la dificultad en mantener la atención, la impulsividad o esta tendencia a dejar las cosas a medias. También es frecuente que el adulto consulte porque a su hijo se le diagnosticó déficit atencional y el padre se dio cuenta que él toda la vida ha sido igual.
¿Cómo podría definir el tratamiento actual del déficit atencional en el adulto?
El tratamiento tiene dos pilares: lo farmacoterapéutico y lo psicoterapéutico. En lo que se refiere a fármacos, hay una gama no óptima, pero relativamente amplia de medicamentos que apuntan a distintos sistemas de neurotransmisores. Lo importante es lograr hacer no sólo el diagnóstico apropiado de déficit atencional, sino además de las comorbilidades, así uno puede elegir el mejor fármaco y ayudar al paciente.
¿Qué ocurre con la psicoterapia?
No necesitan una terapia formal, pero sí se puede hacer una consejería en términos de cómo compensar en la vida diaria estas cosas. Muchas veces los sujetos van encontrando soluciones propias como andar con una agenda ordenada, pero hay otros a los que no se les ocurre, entonces uno puede entregar una serie de consejos, enseñarles que aunque sean creativos y tiendan a iniciar muchos proyectos a la vez, que inicien uno o dos y cuando terminen con esos empiecen con los otros, cosas de este estilo. Cuando son más jovencitos, uno los puede ayudar con orientación vocacional o cuando ya tienen una carrera, incluso se les puede ayudar para orientarlos en cuáles son las áreas en las que pueden trabajar.
¿Un buen manejo y un tratamiento con especialista entrega buenos resultados?
El déficit atencional en el adulto tiene excelente pronóstico si es bien tratado. En general los pacientes son muy agradecidos porque no sólo ven que se sienten mejor, sino que globalmente funcionan mucho mejor en todas las áreas de la vida, mejoran en el trabajo, en los estudios, en las relaciones interpersonales. Tienen una mejor calidad de vida y como el tratamiento, si uno lo orienta bien es bastante sencillo, son personas que cuando ya tienen el tratamiento instalado sólo basta que vayan a control cada seis meses, entonces además se sienten poco psiquiatrizados.