Se calcula que 1 de cada 10 personas en el mundo sufre de insuficiencia renal crónica, pero la mayoría de ellas no lo saben. Ese desconocimiento es particularmente preocupante porque cuando alguien con insuficiencia renal crónica se infecta con la COVID-19, tiene mucho más riesgo de enfermar gravemente.
El jueves 11 de marzo es el Día Mundial del Riñón, fecha establecida para concientizar sobre la importancia de nuestros riñones y reducir su impacto en la salud. Las personas que presentan insuficiencia renal crónica grave normalmente requieren tratamiento con diálisis o un trasplante de riñón. Ante esto, el Observatorio Mundial de Donación y Trasplante indicó que, en el año 2018, se realizaron 95.479 trasplantes de riñón a nivel mundial.
Los riñones desempeñan una función muy importante en el cuerpo porque filtran tanto los desperdicios como el exceso de líquido y los excretan a través de la orina. Cuando existe una pérdida gradual de la función renal, hablamos de insuficiencia renal crónica.
Es importante que las personas entiendan el riesgo que tienen de presentar insuficiencia renal crónica y tomen medidas para evitarla, afirma el Dr. Andrew Bentall, nefrólogo de Mayo Clinic. «Controlar ciertos factores de riesgo, como presión arterial alta, diabetes y obesidad, reduce la posibilidad de sufrir enfermedades renales. Hasta el momento no hay manera de curar la insuficiencia renal crónica una vez desarrollada, pero diagnosticarla pronto y tratarla de inmediato ayuda a evitar el fallo renal y la necesidad de un trasplante de riñón», explica el Dr. Bentall.
Como describe el Dr. Bentall, enfermedades como la diabetes, la presión arterial alta y la obesidad son factores importantes de riesgo. Las personas diabéticas, hipertensas y obesas corren más riesgo de desarrollar insuficiencia renal crónica. Otros factores de riesgo también son tabaquismo, enfermedad cardíaca, antecedentes familiares de la enfermedad, más edad y anatomía anormal de los riñones.
En las primeras etapas de la insuficiencia renal crónica, puede haber pocos signos y síntomas. Estos incluyen náusea, vómito, pérdida del apetito, cansancio, problemas con el sueño y cambios en la excreción de orina. A veces, la gente presenta falta de aire, hinchazón de pies y tobillos, contracciones y calambres musculares, comezón constante y dolor del pecho.
Según han revelado distintos estudios, dejar de fumar y perder peso ayudan a evitar la enfermedad renal. El tabaquismo daña los riñones y empeora los daños existentes, mientras que mantener un peso sano también ayuda a reducir el riesgo de enfermedad renal. Además, es fundamental que la gente controle otras afecciones crónicas, como presión arterial alta y diabetes descritas anteriormente.
La Dra. Sandra Herrmann, nefróloga de Mayo Clinic, recomienda a las personas que más riesgo corren de desarrollar insuficiencia renal crónica que asistan a consulta de inmediato para tratar la enfermedad a tiempo.
«No espere para hablar con el médico acerca de la salud de los riñones. Hay análisis de sangre y de orina que son fáciles de hacer y detectan la insuficiencia renal crónica. Mientras antes se diagnostica la insuficiencia renal, más posibilidad hay de evitar el fallo renal y de reducir el riesgo de otras complicaciones, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares», concluye la Dra. Hermann.