Humberto Maturana: El legado de uno de los científicos chilenos más destacados a nivel mundial

A los 92 años falleció el destacado biólogo, doctor en filosofía y Premio Nacional de Ciencias 1994, Humberto Maturana Romecín. Es reconocido internacionalmente por presentar en 1973 el concepto autopoiesis, junto a su colega Francisco Varela, el cual se define, de forma simple, como la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos.

Sin embargo, su legado no se limita solo al área de la biología. A lo largo de su carrera desarrolló el pensamiento crítico, pensando en el ser y sus relaciones. De hecho, en sus últimos años estuvo trabajando en el Instituto Matríztica, que fundó junto a la epistemóloga Ximena Dávila. Ahí entablaron el entendimiento de lo humano, sentando las bases fundamentales para el trabajo colaborativo, la innovación y el alto desempeño de personas en las organizaciones.

La autocreación del ser vivo

Inició sus estudios de biología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. No los concluyó, pero en 1954 se trasladó al University College de Londres para estudiar anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller.

Entre 1958 y 1960 trabajó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Ahí comenzó su trabajo junto a su alumno y luego colaborador, Francisco Varela, donde definieron el concepto autopoiesis en su libro ‘De máquinas y seres vivos’ de 1972, el que habla sobre la organización de los sistemas vivos como redes cerradas de autoproducción de los componentes que las constituyen.

La prestigiosa Enciclopedia Británica enlista a la autopoiesis como una de las seis grandes definiciones científicas de vida. «A diferencia de las máquinas, cuyas funciones gobernantes son insertadas por diseñadores humanos, los organismos se gobiernan a sí mismos», sostuvo el científico chileno a BBC Mundo en 2019 y agregó que “los seres vivos mantienen su forma mediante el continuo intercambio y flujo de componentes químicos”.

Para comenzar esta teoría, el mismo autor sostuvo que replanteó “qué es lo vivo y que muere o qué tiene que estar pasando en su interioridad en un ente para que yo, mirándolo desde afuera, pueda decir que es un ser vivo”. De esta forma, instauró también qué es la muerte, puesto que la autopoiesis “tiene que estar ocurriendo continuamente, porque cuando se detiene, morimos».

En 1994 recibió el Premio Nacional de Ciencias de Chile por sus investigaciones en las ciencias biológicas, específicamente en la percepción visual de vertebrados y por sus aportes en la teoría del conocimiento orientados a la educación, la comunicación y la ecología.

El leguaje y las relaciones

Humberto Maturana establece que el ser humano existe en el lenguaje y que este surge desde la aceptación del otro, es decir, desde el amor. Y esto lo relaciona con el ser biológico, entendiendo que las emociones son respuestas a la necesidad que tiene el ser humano. De esta forma se van conformando las relaciones e interacciones humanas.

En palabras de Humberto Maturana, el lenguaje «no es un sistema de comunicación o transmisión de información, sino un sistema de convivir en las coordinaciones de los deseos, los sentires, los haceres, en cualquier dimensión del convivir que está ocurriendo».

Y esto mismo se aplica en el proceso educativo de niños donde sostiene que “lo fundamental en la educación es la conducta de los adultos. Los niños se transforman en la convivencia y va a depender de cómo se conduzcan los mayores con ellos, no solamente en el espacio relacional, material, sino en el espacio psíquico».

De esta forma, afirma que los niños se desarrollan como seres humanos en su vida cotidiana por medio de las emociones y el lenguaje y que estos se van configurando según su relación con adultos. En su libro Emociones y Lenguaje en Educación y Política (1992), sostiene que “sin aceptación y respeto por sí mismo uno no puede aceptar y respetar al otro, y sin aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social”.

Para Maturana es importante que el ser acepte su naturaleza y forma de sentir, que las emociones son parte de la existencia y que no existe una única realidad objetiva. Esta se configura desde la experiencia de cada ser sin excluir al resto.

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