La Universidad del Desarrollo (UDD) desarrolló el estudio “Homeostasis social en cuarentena: El complejo equilibrio de las relaciones humanas y su impacto en el bienestar psicológico”. Este reveló que el 52% de la población de la región Metropolitana ha experimentado agobio, producto de las últimas cuarentenas que se han implementado en el contexto de la pandemia.
Jaime Silva, investigador de la Facultad de Psicología de la UDD, explicó que “esta experiencia de agobio se compone de dos elementos: un elemento que llamamos aislamiento, que es el sentimiento o la experiencia de no poder conectarse con las personas que uno quisiera; y, por otro lado, y en conjunto una experiencia de hacinamiento, es decir, sentirse interrumpido, invadido, por otras personas con las cuales yo, en ese momento por diversas razones, no quisiera estar conectado”.
Quiebre del homeostasis social
Con estas aristas en juego, el académico sostiene que hay un “quiebre del homeostasis social”, puesto que esta interfiere con “el sentido de que todos los seres humanos buscamos tener un equilibrio entre nuestra necesidad de estar cerca de otros con nuestra necesidad de sentirse y vivir como una persona autónoma con libertad”.
Estos sentimientos de agobio por aislamiento y hacinamiento están relacionados con problemas de salud mental, donde las personas que experimentan más tristeza, ansiedad y tienen a vivir más sensaciones de estrés e incertidumbre.
Los autores del estudio destacan que “tanto el aislamiento como el hacinamiento, no son situaciones puramente objetivas, sino estados influenciados por la forma en que las personas se relacionan con su entorno social”.
“Por ejemplo, sólo un 11% de los individuos del grupo Aislados, estaba realmente apartado de otros (viviendo sólo/a). Disminuir el contacto social y que este sea experimentado como aislamiento no impacta de la misma manera a las personas, siendo las mujeres, el nivel socioeconómico alto y las personas entre 31 y 50 años quienes con mayor frecuencia se identificaron en este grupo. Una situación similar se vio reflejada en el grupo Hacinados, donde sólo un 10% de los individuos se encontraron bajo una condición objetiva de hacinamiento”, explica Silva.
De este modo, el documento expresa que “la experiencia subjetiva es paralela a la verificación objetiva de la compañía de otros. Por lo tanto, la percepción subjetiva tiene un rol que no se debe menospreciar, y que, a largo plazo, puede tornar el descontento en una situación crónica, y así deteriorar nuestra salud mental, desde sus diferentes aristas”.
Método de estudio
El análisis se realizó la situación sanitaria actual de la región Metropolitana, es decir, el promedio de nuevos casos de la región desde inicios de la cuarentena (27 de marzo) hasta el 20 de abril. También, se realizó un estudio de panel para conocer las consecuencias en el bienestar psicológico de los encuestados desde la compresión de la homeostasis social. Participaron 1.092 personas de la región con edades entre los 18 y 82 años que estaban en cuarentena.
Además, el estudio consideró un margen de error de 3% y un 95% de nivel de confianza de representatividad. En las preguntas del estudio, se abordó la experiencia subjetiva tanto de hacinamiento como aislamiento social, junto con algunos indicadores de bienestar durante las cuarentenas.