El desarrollo de una nueva medida para identificar la densidad ósea en la osteoartritis de rodilla, una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo, es el logro de un equipo de científicos y clínicos de la Universidad de Boston que se ha apoyado en la Inteligencia Artificial (IA).
Según estos investigadores, que han publicado su hallazgo en Arthritis & Rheumatology, la osteoartritis de rodilla afecta a cerca de la mitad de los adultos mayores de 75 años y es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo. Debido a que no existe cura, el tratamiento actual se basa en identificar y estadificar con precisión esta dolencia.
Utilizando un enfoque basado en Inteligencia Artificial conocido como aprendizaje profundo, estos investigadores dirigidos por el profesor Vijaya B. Kolachalama, han identificado una nueva medida para determinar la gravedad de la osteoartritis de rodilla. “La hemos llamado SBL (Subchondral Bone Length)”, explica este científico.
Hay muy pocos marcadores de imagen probados de la artrosis de rodilla. Actualmente, se utilizan herramientas de imágenes como la resonancia magnética (MRI) o los rayos X para examinar la articulación.
“Nuestro estudio identificó una nueva medida de imagen -destaca el profesor Kolachalama- que tiene el potencial de convertirse en un biomarcador de la artrosis de rodilla”.
Este equipo de la Universidad de Boston utilizó miles de resonancias magnéticas de rodilla para definir SBL, una medida de forma novedosa que caracteriza el grado de aplanamiento del cartílago y hueso suprayacente.
De esta forma, pudieron examinar su relación con el estrechamiento del espacio articular radiográfico (JSN), el dolor y la discapacidad concurrentes, así como el reemplazo posterior parcial o total de rodilla. Después calcularon las probabilidades para cada uno de estos resultados, utilizando cambios relativos en SBL.
Osteoartritis de rodilla, la enfermedad degenerativa más común
Descubrieron que los valores de longitud del hueso subcondrial para las rodillas con estrechamiento del espacio articular eran consistentemente diferentes de los de las rodillas sin JSN. También encontraron que mayores cambios de SBL, desde el inicio, se asociaron con un mayor dolor y discapacidad.
Este estudio tiene importantes implicaciones clínicas. “Identificamos SBL como una medida potencialmente útil de la morfología ósea dentro de la articulación de la rodilla -enfatiza Kolachalama- y mostró que varía con el grado de la enfermedad”. En su opinión, en un futuro esta herramienta también tiene el potencial de estadificar la osteoartrosis de rodilla.
Una rodilla sana puede flexionarse y enderezarse sin dificultad, gracias a un tejido blando y resbaladizo llamado cartílago articular que cubre, protege y amortigua los extremos de los huesos que forman la rodilla, según la American Academy of Orthopaedic Surgeons (AAOS).
Entre estos huesos, hay dos meniscos (cartílagos) en forma de C que actúan como amortiguadores de la articulación de la rodilla. La osteoartritis desgasta estos cartílagos. Al desgastarse, el cartílago se deteriora y se pone áspero. Así, con el movimiento se siente dolor en la zona no protegida por el menisco.
Cuando el cartílago se desgasta por completo, los huesos chocan uno contra otro. Y, para compensar la pérdida de cartílago, los huesos dañados pueden comenzar a crecer y formar dolorosos espolones. El dolor y la rigidez son los síntomas más frecuentes de la osteoartritis de rodilla. En general, los síntomas empeoran por la mañana o después de un período de inactividad.
Se ha observado una vinculación entre ciertos genes y la osteoartritis. Algunas características hereditarias, como tener las piernas arqueadas, las rodillas juntas o laxitud articular pueden aumentar el riesgo de padecerlo. Finalmente, una lesión previa de rodilla, como una lesión deportiva, puede causar osteoartritis en el futuro.