Aprender nuevas formas de manejar el estrés puede conducir naturalmente a un estilo de vida más saludable y a un mayor bienestar, sugiere una nueva investigación.
Se descubrió que las personas que desarrollaron y practicaron estrategias para lidiar con la preocupación y la rumia dormían mejor, bebían menos alcohol y comen alimentos más saludables, según ha demostrado el análisis de varios estudios de todo el mundo.
La preocupación a menudo se refiere a eventos futuros temidos, mientras que la rumia consiste en pensar continuamente en los factores estresantes encontrados en el pasado. Ambos son respuestas comunes de afrontamiento al estrés.
El equipo de investigación tenía como objetivo establecer si la reducción de estas respuestas podría mejorar la salud física y los comportamientos de salud, acciones que las personas toman que afectan su salud tanto de manera positiva como negativa, como el ejercicio y la alimentación saludable, o el tabaquismo y la ingesta excesiva de alcohol.
El autor principal, Dane McCarrick, investigador de posgrado en la Escuela de Psicología de Leeds, comentó que «esta nueva investigación proporciona la primera síntesis de evidencia experimental que prueba los métodos más efectivos para reducir la preocupación y la rumia en el contexto de la salud».
«La revisión proporciona evidencia nueva del vínculo entre el estrés y los resultados de salud adversos y destaca la importancia de encontrar tiempo para desconectar y controlar la preocupación», agregó.
Revisión de amplio alcance
Se sabe que el estrés afecta la salud física y puede aumentar la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la actividad cardiovascular, disminuir el sistema inmunológico, afectar los niveles hormonales y producir síntomas físicos, como dolor y náuseas.
El equipo de investigación utilizó datos de 5,000 participantes en 36 estudios diferentes para examinar cómo las intervenciones psicológicas para la preocupación y la rumia afectaron la salud mental y física y los comportamientos de salud durante un período de tiempo.
Los resultados se compararon con los de los grupos de control que no recibieron ninguna intervención.
Las intervenciones incluyeron:
- Desapego psicológico: desconectarse de las situaciones que desencadenan el estrés
- Planes de acción, como posponer la preocupación hasta un tiempo asignado
- Manejo del estrés
- Mindfulness y relajación
- Terapias de conversación: terapia cognitivo-conductual (TCC) y terapia de aceptación y compromiso
- El manejo del dolor
Los resultados mostraron que todos los tipos de intervención tuvieron un efecto positivo significativo en los comportamientos de salud, con la excepción de las estrategias de manejo del dolor.
También se evaluaron los métodos y entornos de administración, como la terapia dirigida por un profesional o en grupo.
El equipo descubrió que los niveles de preocupación y rumiación eran más bajos en el grupo de intervención en comparación con el grupo de control, y se producían efectos más grandes cuando las intervenciones eran administradas por un profesional de la salud. La planificación de la acción, el desapego psicológico y la TCC produjeron efectos significativos sobre la preocupación, mientras que la atención plena, el desapego psicológico, la TCC y el manejo del dolor produjeron resultados significativos para la rumia.
Los investigadores también observaron una correlación entre niveles más bajos de preocupación y rumiación y mejores comportamientos de salud.
Y no encontraron diferencias en el efecto entre los subgrupos, lo que sugiere que es probable que estas técnicas funcionen para la mayoría de las personas.
Consecuencias duraderas
La investigación publicada en Health Psychology se titula «Efectos en la salud de las intervenciones psicológicas para la preocupación y la rumia: un metaanálisis».
«Nuestros datos sugieren que hay formas en las que podemos cuidar nuestra salud mental, reduciendo la preocupación y la rumia, que también pueden tener consecuencias duraderas para una variedad de comportamientos de salud, como la higiene del sueño y la dependencia del alcohol», comentó McCarrick.
«Esto es particularmente pertinente dado que otros estudios han demostrado recientemente que tanto la preocupación como la rumia pueden verse agravadas por las circunstancias que rodean la pandemia de COVID-19, por lo que las técnicas psicológicas basadas en la evidencia destacadas por esta investigación son especialmente oportunas», concluyó.