El ambiente en el que las personas se desenvuelven desde su nacimiento hasta la muerte puede afectar su salud. Se estima el 25% de las enfermedades crónicas tienen un origen genético, mientras que el 75% estaría relacionada a factores externos, lo que se denomina exposoma.
Este concepto lo acuñó en 2005 el epidemiólogo molecular y actual director de la Agencia Internacional para la investigación del cáncer, Christopher Wild, enfocándose en cómo el cuerpo humano se relaciona con el entorno y responde ante su exposición.
Se asocia que factores como el sedentarismo, la mala alimentación, el consumo de drogas, alcohol, el hábito de fumar y la contaminación ambiental, entre otros determinantes sociales de la salud, inciden en la aparición de enfermedades como diabetes, hipertensión, cáncer, enfermedades traumatológicas, respiratorias y otras, constituyendo un problema de salud para la población.
Los académicos Paloma Collado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, el profesor Fernando Martin del Instituto de Salud Carlos III y el estudiante de doctorado en ciencias biomédicas Miguel Atienza de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, sostienen en un artículo en The Conversation que incorporar en el sistema sanitario la visión de exposoma permitiría “tomar mejores decisiones para los pacientes que si nos limitamos al enfoque clínico tradicional.
Sin embargo, esto confiere un gran desafío para el sistema de salud, puesto las personas están expuestas a distintos factores de riesgo externos. Por ello, sostienen que el Big Data y la expansión de la salud digital podría permitirían recopilar información al instante y de forma dinámica para así tener un perfil personalizado sobre los pacientes a la hora de tratar sus enfermedades. “Juntos aportan una escala totalmente nueva en el ámbito de análisis y permiten monitorizar un amplio rango de parámetros en gran detalle”, argumentan.
El exposoma y la medicina de precisión
Un sistema sanitario amparado en la informática biomédica sería capaz de detectar que un individuo ha disminuido su actividad deportiva, que transita con frecuencia por una zona de alta contaminación y que ha incrementado su peso. De esa forma, el médico tratante podría realizar recomendaciones personalizadas al paciente para que este mejore su salud y prevenga enfermedades.
“No cabe duda de que combinar los datos del exposoma con otros datos de salud nos conduciría a un sistema de asistencia sanitaria más proactivo y eficiente. Posibilitaría un análisis en tiempo real sobre la población teniendo en cuenta la evolución diaria de aspectos como el peso, la actividad física o la tensión arterial”, sostienen los autores pensando en el beneficio que tiene el control para guiar recomendaciones de salud.
Otra aplicación interesante que abordan es en el campo de la epidemiología digital. Sostienen que al aplicar la exposoma se podrí “detectar la aparición de síntomas generalizados en sectores concretos de la población, se podrían aplicar tratamientos de forma anticipada y realizar seguimiento de epidemias”.
Para reforzar esta idea, ejemplifican con el brote de Covid-19, donde “la detección precoz de un ascenso generalizado de temperatura corporal en un sector de la población podría levantar la voz de alarma. Ante una posible relación con un brote de COVID-19, el sistema de salud podría reforzarse de forma anticipada. La asistencia médica quedaría garantizada en el área, evitando un posible colapso”.
Los autores manifiestan que el estudio del exposoma lograría que los sistemas sanitarios fuesen más eficientes para controlar los problemas de salud desde su inicio e incluso prevenir enfermedades, realizando “recomendaciones específicas para cada persona y establecer tratamientos de acuerdo con las circunstancias socioeconómicas de los individuos”.