“Se trató de dos pacientes oriundos de Guapi, pero que venían de trabajar en una mina en Venezuela, de donde se conoce que desde el 2015 los casos de esta enfermedad se han disparado”, señala Angélica Knudson Ospina, médica cirujana, magíster en Infecciones y Salud en el Trópico, doctora en Salud Pública y Profesora Asociada al Departamento de Microbiología de la UNAL.
El estudio evidenció además que la especie Plasmodium falciparum sería responsable de casi el 98 por ciento de los casos reportados en estas comunidades.
La profesora Knudson, quien dictó la charla «Un recorrido sobre la situación de la malaria en Colombia», compartió con los participantes los principales resultados de la investigación adelantada entre la UNAL, el Instituto Sanger, en el Reino Unido, y la Secretaría de Salud del Cauca, que se desarrolló entre 2015 y 2017.
El proyecto buscaba entender mejor la situación de la malaria en el departamento del Cauca y diseñar una estrategia orientada a la eliminación de la enfermedad, a través del diagnóstico de la malaria asintomática y submicroscópica en una zona de baja e inestable transmisión, y caracterizar las variables demográficas, y serológicas de los reservorios humanos y la estructura genética de los parásitos relacionados.
Pese a que en buena parte de los países de Latinoamérica, incluyendo Colombia, se había presentado una disminución de los casos de malaria, en 2015 y 2016, sobre todo en Venezuela, se comenzó a ver un incremento de casos que afectó a toda la región, buena parte de ellos asociados con la extracción minera.
Población desatendida
En el proyecto se trabajó en Guapi (Cauca), una comunidad con un número importante de población infantil expuesta a diversos problemas, entre ellos la falta de infraestructura, ausencia de alcantarillado, dificultades en la estructura física y desbordamiento de residuos sólidos, un escenario que hace que las prioridades de atención sean importantes.
En el marco de la investigación, los especialistas realizaron trabajo comunitario con los habitantes de Guapi, con quienes se hizo cartografía social. Además, de manera conjunta con el hospital local, se adelantaron programas de atención al adulto mayor, a hipertensos crónicos, recuperación nutricional, atención de urgencias y consultas prioritarias.
“Logramos no solo un trabajo relacionado con malaria, sino también con el sistema de salud, que fue un aporte importante desde la Universidad, pues logramos participar de atención en salud a través del grupo de especialistas en infectología, que nos acompañó en el municipio”.
Ante la percepción de la enfermedad por parte de la comunidad, la profesora Knudson señala que desde la comunidad se cree que “nacieron con malaria”, una posición que hace difícil que adquieran un comportamiento diferente ante la enfermedad, y relacionan el aumento de los casos con la minería y la llegada de la retroexcavadora o el inadecuado uso de las estrategias para la prevención de la infección.
Pacífico, zona de transmisión
Aunque Colombia se considera una zona de baja transmisión de malaria en el escenario mundial, en las Américas se reportan zonas importantes como el pacífico y la zona de la Amazonia.
En Colombia, el 85 por ciento del territorio nacional alberga población con algún grado de riesgo y tiene ecosistemas con características que propiciarían la transmisión.
En este sentido, el Pacífico es una de las zonas con mayor riesgo, así como Urabá, Bajo Cauca, Alto Zenú, y las zonas de la Orinoquia y la Amazonia el área de transición entre estas últimas.
“En esas zonas hay diferencias culturales, de adherencia al tratamiento, de parásitos, de especies circulantes, incluso, en la operatividad del sistema de salud, lo que lo hace una problemática más compleja”.
La investigadora también advierte sobre lo preocupante de la situación de la malaria en el departamento de Guainía, donde se ha visto un aumento importante de los casos, de los cuales casi la tercera parte de ellos serían también responsabilidad de la especie Plasmodium falciparum.