Los días 6, 13 y 20 de noviembre, la Sociedad Chilena de Gastroenterología realizó un exitoso nuevo Congreso de Pacientes con Enfermedades Digestivas, registrando un total de 10 mil conexiones. La actividad contó con el apoyo de Fundación Carlos Quintana Crohn Colitis Ulcerosa, Fundación Vi-Da (para apoyar a personas con cáncer gástrico), Fundación Pacientes Hepatitis Fupahep, Fundación Cambiemos la historia (concientización social sobre la donación de órganos), Fundación de Intolerancia al gluten – Convivir, Corporación de apoyo al celíaco – COACEL, y Fundación GIST Chile y Cánceres Gastrointestinales.
En su programa, destacó el módulo sobre Enfermedades Inflamatorias del Intestino (EII): Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa, patologías de alta prevalencia en la población chilena. Las tasas de incidencia de nuevos casos en Estados Unidos y Europa varían entre 19 y 24 cada 100.000 habitantes para colitis ulcerosa y 12 a 20 para Enfermedad de Crohn. Existe un claro consenso que la situación en Chile avanza rápido hacia esas alarmantes cifras.
Este fenómeno del alza en EII no es nuevo y se ha repetido en muchos países que evolucionan a un desarrollo económico y social mayor, como es el caso de Chile, que, si bien controlan problemas básicos de salud como desnutrición, planes de vacunación y disminución de la mortalidad infantil; enfrentan otros desafíos como la polución ambiental, que unida a factores genéticos, estarían generando un descontrol del sistema inmune que incidiría en el desarrollo de EII.
El Dr. Gonzalo Pizarro, presidente de la Agrupación Chilena de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACTECCU), explica que las EII son enfermedades crónicas que acompañan a los pacientes por toda su vida, con periodos de crisis y fases de remisión. Sus síntomas más comunes son derivados del daño que se produce en distintos segmentos del tubo digestivo, siendo habituales la diarrea persistente, frecuentemente con sangre, y dolor abdominal. Si éstos no se controlan a tiempo pueden presentar diferentes complicaciones que afectan la calidad de vida de los pacientes, como anemia, perforación u obstrucción intestinal, manifestaciones extraintestinales —afección de la piel o las articulaciones—, entre otras.
Los pacientes manifiestan dolor abdominal, pérdida de peso sin hacer dieta o ejercicio, náuseas y vómitos, diarreas con o sin sangre. Algunas obstrucciones intestinales incluso requieren de cirugía, y también hay una serie de manifestaciones extraintestinales como en la piel.
“El objetivo final del tratamiento efectivo es la recuperación de la calidad de vida, para esto es fundamental el control profundo de la enfermedad, lo que incluye la mejoría de la mucosa en la colonoscopia. El tratamiento es como una pirámide en la que se escala si la enfermedad no se logra controlar adecuadamente. Los corticoides son útiles y efectivos para controlar una crisis, pero no son un tratamiento de mantención. Todos los pacientes son distintos y responden de forma diferente. La suspensión del tratamiento es la principal causa de crisis”, sostiene el especialista.
Por su parte, Alejandra Parada, académica de la carrera de Nutrición y Dietética UC, destacó la importancia de tener un diagnóstico claro, ya que ello incide en la absorción de nutrientes. “Los pacientes tienen temor a comer y eso debemos regularlo. Hay mitos respecto de la alimentación asociada a las crisis y, por ende; evaluar el estado nutricional de los pacientes es determinante. Si bien la sarcopenia (pérdida de masa muscular) es más intensa en personas mayores de 65 años, en las EII tiende a haber déficit muscular en edades más temprana y este factor se asocia al reingreso hospitalario y otras complicaciones”.
La especialista explica que no hay evidencia sobre el beneficio de una dieta específica en EII, ni tampoco si un alimento o tipo de alimentación sea responsable de gatillar una crisis. “Lo cierto es que no todos tienen una misma relación con la comida. Es muy frecuente que los pacientes, por temor, caigan en una mono dieta a base de fideos, arroz y carnes blanca, y eso solo nos lleva a una deficiencia nutricional importante. Asimismo, hay pacientes que aseguran que alimentos como el yogurt, el plátano, ciertos vegetales, alimentos picantes, nueces y frutas, aumentan los problemas digestivos. Lo importante es asesorarse por un especialista y comprender que la alimentación tiene directa relación con el estado de la enfermedad y la condición nutricional del paciente”.
En términos generales, Parada señala que en crisis es importante seleccionar alimentos que no aumenten los síntomas, dado que algunos son de difícil digestión y altamente fermentables, entre ellos frutas y verduras. También recomienda un mayor consumo de ácidos grasos omega 3 en pescados, que ayudan a disminuir los problemas y modular la respuesta inflamatoria, al igual que sucede con suplementos antioxidantes a base de arándanos, que ayudan a inhibir la colitis ulcerosa.
En las fases de remisión de las EII, se aceptan todo tipo de alimentos y por eso hay que buscar alimentos con nutrientes en déficit. “Es muy importante evitar las dietas de moda, dietas restrictivas y alimentos milagrosos, ya que no mejoran la EII. Tampoco es aconsejable la dieta vegana, vegetariana o sin gluten. En especial esta última, se ha prestado para confusión, dado que el trigo tiene otros compuestos altamente fermentables que afectan la sintomatología. Mientras que el ayuno intermitente produce cambios metabólicos interesantes en ratas, pero no en seres humanos y por ello no es un hábito recomendable”, concluye la nutricionista.
Finalmente, Devora Fuentes, psicóloga PUC y diplomada en Medicina Familiar, comenta que “las personas viven una realidad. La fusión cognitiva es cuando nuestros pensamientos parecen tener el control de nuestras vidas y debemos separarnos de ellos y hacernos observadores. Tener un pensamiento no es verdadero ni falso, son solo eso y debemos dejarlos pasar. Existen técnicas para lograrlo y son de gran ayuda para quienes conviven con una condición de salud como ésta”.
Las agrupaciones de pacientes con EII son un importante apoyo para procesar el diagnóstico e incorporar nuevos estilos de vida, junto a especialistas y pacientes que enfrentan los mismos problemas.