Chile se sitúa como el país de América Latina que registra un mayor aumento en la prevalencia del Parkinson, alcanzando un 19,9%. Pero, no es todo. Según el último estudio publicado por “The Lancet Neurology”, las muertes atribuidas a esta enfermedad se acrecentaron en un 16,5% entre el periodo 1990-2016.
El Parkinson es una patología neurodegenerativa común, la segunda más frecuente después de los 65 años. El principal órgano afectado es el cerebro produciendo una muerte selectiva de neuronas que están implicadas en el control motor, sin embargo, también se producen cambios significativos en la conducta de forma indirecta.
Esta enfermedad afecta psicológicamente a quien lo padece y a su entorno. Según el psicólogo de Clínica Los Leones, Nicolás de la Sotta, “la terapia de apoyo es importante en este caso y en cualquier otro de una enfermedad crónica, puesto que el tratamiento de estas enfermedades tiende a ser agotador, provocando aislamiento y depresión, además de un impacto económico en las familias. Por lo mismo, es relevante asistir a un psicólogo y comenzar una terapia la cual ayude al paciente a sobrellevar esta condición”.
Un estudio publicado concluyó que, a nivel global, la prevalencia de la enfermedad de Parkinson se ha duplicado en los últimos 26 años, pasando de 2,5 millones de personas a 6,1 millones en la actualidad. Y es que lo cierto, es que no es una patología exclusivamente de personas de edad avanzada, el 30% de los diagnosticados tienen menos de 65 años.
“Desde el punto de vista neurológico, un psicólogo puede identificar las áreas más afectadas en el paciente y ejercitarlas de modo que no se deterioren con tanta rapidez. Al mismo tiempo, puede detectar aquellas funciones que no han sido muy dañadas y potenciarlas para ayudar a compensar aquellas que sí fueron más afectados”, explica el especialista de Clínica Los Leones.
La terapia es fundamental para que el paciente de Parkinson y sus cuidadores puedan manejar diversas herramientas para el adecuado manejo emocional que conlleva el cuidado de un paciente crónico. “Al igual que en todas las enfermedades degenerativas, la familia y el cuidador principal, siempre verán afectada la rutina diaria como era antes del diagnóstico”.
Según relata el psicólogo Nicolás de la Sotta, “esto afecta en mayor medida al cuidador principal, puesto que esta persona tendrá que acomodar su vida con una circunstancia constante familiar, incurrirá en gastos económicos y energéticos, lo cual puede causar estrés, fatiga o trastornos del sueño. Además, al ser una enfermedad degenerativa esta irá empeorando en el tiempo, siendo el afectado más propenso al cuidado intensivo y a dedicarle mucho más tiempo y atención”.
Los tratamientos de esta patología no solo son farmacéuticos para reducir los temblores y rigidez en el cuerpo, sino que, al mismo tiempo, debe ir acompañado de un apoyo psicológico que ha mostrado positivos resultados.