El lenguaje médico que arroja dudas, menosprecia o culpa a los pacientes por sus problemas de salud sigue siendo de uso común en la práctica clínica diaria, pero está desactualizado y atrasado para el cambio, argumentan los expertos en The BMJ.
Caitríona Cox y Zoë Fritz de la Universidad de Cambridge se basan en investigaciones existentes para describir cómo dicho lenguaje, aunque a menudo se da por sentado, puede afectar de manera insidiosa la relación terapéutica al alterar las actitudes tanto de los pacientes como de los médicos. Sugieren cómo podría cambiarse para fomentar una relación centrada en la comprensión compartida y los objetivos colectivos.
El lenguaje que menosprecia a los pacientes incluye el término ampliamente utilizado «queja que presenta» en lugar de referirse a la razón del paciente para comprometerse con la atención médica, escriben. De manera similar, el uso de palabras como «niega» y «afirma» al informar el relato de un paciente sobre sus síntomas o experiencias, sugiere una negativa a admitir la verdad y puede insinuar falta de confianza.
Otro lenguaje de uso frecuente presenta al paciente como pasivo o infantil, al tiempo que enfatiza la posición de poder del médico, agregan. Por ejemplo, los médicos «toman» un historial o «envían» a los pacientes a casa.
Los términos «cumplimiento» e «incumplimiento» (en relación con la toma de medicamentos) también son autoritarios, y sugieren que los médicos deberían centrarse en cambiar su lenguaje para centrarse en las razones por las que los pacientes podrían no estar tomando los medicamentos recetados, promoviendo un enfoque más relación colaborativa médico-paciente.
Los pacientes también han objetado: «Ser descrito como ‘no conforme’ es horrible y no refleja el hecho de que todos están haciendo lo mejor que pueden».
El lenguaje que culpa implícitamente a los pacientes por los malos resultados también es problemático, argumentan Cox y Fritz. Por ejemplo, el término “control deficiente” en condiciones como la diabetes o la epilepsia puede ser estigmatizante y hacer que los pacientes se sientan juzgados, mientras que “fracaso del tratamiento” sugiere que el paciente es la causa del fracaso, más que las limitaciones del tratamiento e incluso del médico.
La investigación muestra que las elecciones de palabras y frases específicas no solo afectan la forma en que los pacientes ven su salud y enfermedad, sino que también influyen en las actitudes de los médicos hacia los pacientes y la atención y los tratamientos ofrecidos, explican.
Por ejemplo, un estudio de lenguaje neutral con lenguaje que implica responsabilidad del paciente (no tolera la máscara de oxígeno v rechaza la máscara de oxígeno), mostró que el término no neutral se asoció con actitudes negativas hacia el paciente y menos prescripción de medicamentos analgésicos.
Los autores señalan que usar el lenguaje correcto “no es una cuestión de corrección política; afecta el núcleo de nuestras interacciones” y dicen que ahora se necesita investigación para explorar el impacto que dicho lenguaje podría tener en los resultados de los pacientes.
Gran parte del lenguaje resaltado aquí está profundamente arraigado en la práctica médica y los médicos lo usan sin pensar, escriben. Los médicos deben considerar cómo su lenguaje afecta las actitudes y elegir un lenguaje que facilite la confianza, equilibre el poder y apoye la toma de decisiones compartida.