Entender la depresión como una enfermedad mental multifactorial es clave para ayudar a quien la sufre

La depresión no es una reacción normal a una situación difícil de la vida; no es sólo estar triste; tampoco es una cuestión de carácter o de poca fortaleza; y, sobre todo, no es una elección. La depresión es una enfermedad generalmente influenciada por determinantes de tipo biológico, psicológico, social o emergente.

Esta afirmación fue realizada por destacados especialistas en el marco de Septiembre Amarillo, instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el mes para la prevención del suicidio.

Bajo la denominación Busca el Sol y el hashtag #LaDepresiónTePasayPasa, la campaña busca visibilizar todos aquellos determinantes que pueden causar depresión y provocar un suicidio, y trabajar sobre ellos para dejar en claro que la depresión se trata y tiene cura, y que los suicidios pueden prevenirse en el 90% de los casos.

De acuerdo con cifras de la OMS, la depresión es la principal causa de problemas de salud y de discapacidad a nivel global y, según las últimas cifras reportadas, se estima que más de 300 millones de personas viven con esta enfermedad en el mundo.

En Chile, mueren 11 personas por cada 100.000 habitantes por daño autoinfligido.

Según el Ministerio de Salud, más de 220 mil chilenos mayores de 18 años han planificado su suicidio y más de 100 mil reconoce que intentó quitarse la vida, cifras que se desprenden de la Encuesta Nacional de Salud, ENS 2016/2017, que por primera vez midió en específico esta temática.

Variados factores

En cuanto a la causa de la depresión, el doctor Roberto Amon, profesor asociado de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes y director médico de iPsiquiatria, comenta que existen diferentes determinantes que favorecen su aparición.

Conocer el impacto que tiene cada uno de estos factores en los individuos, permite desarrollar estrategias de prevención y también de tratamiento para evitar o tratar la enfermedad tanto a nivel individual como global, y de esta manera también prevenir el suicidio.

«Entre los determinantes de la depresión se incluyen variables que van desde factores individuales como la genética y la historia de vida, hasta factores psicológicos, sociales y ambientales. Estos no actúan de manera aislada, sino que se refuerzan entre sí actuando a distintos niveles para finalmente afectar la manera como experimentamos las emociones, y cómo funciona nuestro cerebro”, señala.

“Estos determinantes se pueden clasificar en: determinantes biológicos, psicológicos, sociales y otros determinantes o determinantes emergentes, y dentro de estos últimos destacan una menor exposición a la luz solar, cambios bruscos en el peso, contaminación ambiental (agua, aire, tierra) y un exceso de exposición a pantallas (TV, celular, computadora, entre otros)», explica el doctor Amon.

En este mismo sentido, Claudia Baros Agurto, psicóloga clínica, magister en conducta suicida y directora ejecutiva de la Red de Equipos de Prevención de Suicidio (REPS Chile), refuerza que, «tanto la depresión como el suicidio se ven influidos por factores ambientales o psicosociales, y ambos se desencadenan por múltiples causas que actúan conjuntamente”.

Entre los principales factores están el ser víctima de violencia, abuso o acoso sexual, bullying (o ciberbullying); acoso laboral; discriminación por orientación sexual o identidad de género, entre otros.

“También por no tolerar la frustración, buscar la inalcanzable perfección, tener un contexto de sobre exigencia y baja empatía. Otro factor es la tendencia a no buscar ayuda y/o tener escasas redes de apoyo; vivir situaciones que se pueden considerar como crisis vitales y tener bajos recursos para hacerles frente, como desempleo, ruptura amorosa, duelos, pérdidas materiales o de estatus», agrega la psicóloga.

Cómo prevenir y avanzar

Consultado frente a lo que se debería hacer para que colegios, universidades y entornos laborales fueran más consecuentes con el control del bullying y acoso laboral, Emanuel Pacheco, director Ejecutivo de Fundación Katty Summer, manifiesta que es importante «no limitarse a actuar solamente cuando ocurre un suicidio o un evento de violencia grave, se debe tomar el peso a las implicancias de la violencia escolar y laboral en todas sus formas, más allá de lo relacional, no conformarnos con encontrar tranquilidad en el caos y acostumbrarnos a seguir como si nada sucede”.

“Es fundamental que en los espacios de estudio o laborales, se vea que la agresión genera efectos en toda la comunidad, aumenta la sensación de inseguridad, disminuye el rendimiento escolar o laboral, la participación, y promueve ambientes hostiles. Las relaciones interpersonales continúan dentro y fuera del horario escolar o laboral”, remarca.

Para Claudia Baros, es necesario tener en cuenta la prevención universal y la prevención selectiva.

“Es importante que entendamos que la conducta suicida se previene abordando los factores de riesgo que la pueden gatillar en el contexto más amplio. Considerando que el acoso es un factor de riesgo, es imperativo fomentar y reforzar prácticas de convivencia no violentas en lugares de estudio y trabajo (prevención universal), así como capacitar a los equipos académicos y laborales en detección y tratamiento de casos de acoso escolar o laboral, con protocolos adecuados de actuación, para mitigarlos y dar reparación a los involucrados (prevención selectiva)”, explica.

También es importante mencionar que existen factores protectores contra el suicidio y la depresión que pueden trabajarse y potenciarse, comenta el Dr. Amon:

“Existen factores que reducen la probabilidad de que un evento ocurra, en este caso, podemos hablar de factores protectores contra la depresión, que pueden ser recursos tanto psicológicos propios de la persona, como conductas que realiza o recursos asociados al ambiente que le rodea. Los factores protectores van desde conductas relacionadas a nuestro estilo de vida como lo son la dieta, el ejercicio físico y el realizar actividades placenteras, hasta conductas que podemos adoptar para reducir el riesgo de depresión en personas de nuestra comunidad, como lo son contribuir a la disminución de la violencia en todas sus formas y disminuir la contaminación ambiental”, señala.

La campaña Septiembre Amarillo – Busca el Sol es una iniciativa de la OMS que cuenta con el auspicio de IPsiquiatría, la Fundación Ineco, y de la División Upjohn de Pfizer.

El nombre fue instituido desde 1994 en homenaje a Mike Emme, un joven estadounidense de 17 años que se quitó la vida en un momento de profunda desesperación. Sus padres eligieron ese color porque era el mismo del que había pintado su auto Ford Mustang 1968, que había restaurado.

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