Consejos para llegar a las edades más avanzadas con un cerebro saludable

El fallecimiento de la Reina Isabel II el pasado 8 de septiembre remeció al mundo, no solo por la importancia de su figura, sino también por su longevidad, ya que vivió hasta los 96 años.

La esperanza de vida en el mundo ha aumentado en los últimos años, y Chile es una de las naciones más longevas en Sudamérica. Sin embargo, este fenómeno puede traer consigo el incremento de personas con enfermedades neurológicas como el Alzheimer, cuya prevalencia es cercana al 8% entre los chilenos mayores de 60 años, junto a otras demencias.

Sobre este punto, la Dra. Carolina Delgado, neuróloga de la Clínica Santa María, detalla que, de acuerdo con diversos estudios, es una enfermedad que se duplica cada año.

“En 2020 había 20 millones de personas con Alzheimer en el mundo y se espera que para el 2040 llegue a 40 millones”, dice.

La neuróloga experta en esta patología explica que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva, que aparece cuando las células nerviosas del cerebro se mueren, y se manifiesta con deterioro cognitivo y trastornos conductuales.

“Su diagnóstico se realiza mediante una evaluación neurológica y neuropsicológica especializada y pese a que su causa es desconocida, el principal factor de riesgo es la edad”, comenta.

Síntomas del Alzheimer

• Pérdida de memoria de corto plazo.

• Retraimiento social, se distancian de familiares, amigos o conocidos.

• Pérdida de cosas o el dinero.

• Fallas en actividades que son más difíciles, como manejar, la planificación financiera o de vacaciones.

• Desinterés o apatía emocional.

• Cambios de humor repentino.

Medidas para retrasar el inicio de Alzheimer

En países más desarrollados, como en Canadá, se ha visto que los nuevos casos de Alzheimer por edad han disminuido. “Esto se debería a un mejor manejo de los factores de riesgo que son modificables”, señala la Dra. Delgado.

Algunos de estos son:

• Aumentar la escolaridad a lo largo de la vida.
• Mantenerse socialmente activo, participar en reuniones familiares, de amigos o conocidos.
• No jubilar el cerebro. Para ello se puede jugar sudoku, practicar palabras cruzadas, juegos de cartas o dominó.
• Tener un motivo por el cual levantarse.
• Aprender habilidades nuevas: tejer, cocinar, tocar instrumentos musicales, idiomas.
• Realizar actividad física durante 150 minutos a la semana.
• Tener una alimentación saludable, rica en frutas y verduras.
• Controlar enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes, colesterol, la función renal, el hígado, entre otras.
• Evaluar la audición y visión con especialistas.
• Dejar de fumar y consumir alcohol con mucha moderación.

¿Cómo afecta esta enfermedad al entorno cercano?

Esta patología genera cambios tanto para los pacientes como para su entorno cercano, en especial para sus cuidadores, ya que deben incorporar nuevas prácticas y rutinas para acompañar al paciente y ayudarlo en este proceso.

“Hay agotamiento. Puede haber un mayor desgaste en el tiempo, y esto es importante porque el deterioro de la salud física y mental del cuidador va a afectar directamente a la evolución o el deterioro del propio paciente en cuestión”, explica Fernando Marchant, psicólogo de Vidaintegra.

Por ello, el especialista recomienda tener paciencia y entender que esta es una enfermedad con un deterioro gradual que se puede alargar por muchos años. “Es importante que el cuidador comparta la responsabilidad con otros familiares. Hay que especificar tareas y compartirlas de acuerdo a las características de estas y a las capacidades de cada uno de los familiares”, comenta.

“También hay que fijar reuniones cortas mensuales, para que las personas puedan definir problemas que vayan apareciendo y darle soluciones entre todos, buscando las mejores alternativas”, agrega.

Por último, Marchant aconseja cuidar los ciclos de sueño, ejercitarse, comer bien, evitar la automedicación para estar más despierto, ser respetuoso de la fisiología natural, practicar ejercicios de relajación y pedir ayuda cuando sea necesario, tanto para hacerse cargo del paciente como para conversar y desahogarse, e incluso buscar ayuda profesional psicológica, ya que es un proceso complejo y puede llegar a ser muy desgastante.

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