Pantallas: lo bueno y lo malo de una exposición cada vez menos evitable

El Diario Mi Hijo Ed.82, consignado por la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe), plantea que los niños y niñas ven los aparatos electrónicos como una extensión de su vida diaria. Se les llama “nativos digitales” porque tienen la posibilidad de utilizar las pantallas, ya sea de la computadora, la tablet, los celulares, o de cualquier otro aparato, de una manera más fluida y natural.

Los adultos tenemos la percepción de que las pantallas coartan la comunicación, porque estamos acostumbrados a una era pre-digital: somos “inmigrantes digitales”. En la medida en que los niños puedan establecer una comunicación adecuada entre sus pares a través de estas tecnologías, no se están limitando, simplemente están evolucionando.

Por ejemplo, cinco niños que juegan juntos en una casa o cinco niños que juegan juntos en cinco casas distintas, lo verán como algo normal ya que no perciben los límites de la conectividad. Esto no sucede así con el adulto, que es predigital, y los contactos se entienden más “físicos”. Por lo tanto, las herramientas digitales no limitan necesariamente la comunicación entre los niños y, por el contrario, muchas veces pueden expandirla.

Sin embargo, podemos encontrar al menos dos problemas cuando su uso es excesivo: por un lado, se corre el riesgo de perder o desarrollar insuficientemente habilidades sociales de comunicación verbal y gestual que la informática limita; por otro lado, un mal uso o un sobreuso de las tecnologías por parte de los niños puede llegar a determinar trastornos o síntomas negativos, y es por eso que se les debe enseñar a hacer un uso apropiado de estos adelantos tecnológicos.

Beneficios de la interconectividad

Los niños, a través de la web 2.0 (es decir, aquella que facilita la interconectividad), pueden tener acceso a mucha más información y desarrollar numerosas relaciones sociales comparada con la que la que los adultos tenían de niños.

En esta época de pandemia se ha desarrollado el trabajo remoto, de manera que la mayoría de los chicos han realizado (o están aún realizando) sus clases a través de plataformas digitales, mediante herramientas sumamente valiosas.

El adulto (padre o docente) debe guiar al niño en esta nueva forma de educación ya que por la cantidad y la calidad de la información existente en la red es muy posible perderse o equivocar conceptos; pero con la ayuda y la organización necesaria el aporte educativo de estas herramientas es indudable.

Tiempo frente a las pantallas

La Academia Americana de Pediatría (AAP) estableció una recomendación que define que los niños de 3 a 18 años pueden pasar unas dos horas diarias frente a una pantalla y que antes de esa edad no es recomendable la exposición.

Sin embargo, cuando se definió esto, solo se hacía referencia a los computadores. La realidad es que los niños de hoy son multi-mediales, es decir, están conectados a varios dispositivos a la vez, lo que hoy se conoce como los “niños hiperconectados”.

Bajo esta nueva mirada, no hay un tiempo categóricamente establecido, pero en general se estima que de dos a tres horas diarias es un promedio límite si se suma el uso del celular, el computador y cualquier otro dispositivo. Ahora, a medida que van creciendo, las horas de exposición aumentan en la práctica y ya no hay un tiempo claramente determinado para un adolescente. Sin embargo, en general, en la edad pediátrica 2 a 3 horas debería ser suficiente, con un rango desde máximo 2 horas en el preescolar a 3 horas si se incluye las tareas escolares.

“Sobrepeso” y “obesidad” digital

Es probable que muchos niños y niñas tengan cierto grado de lo que se llama “sobrepeso digital”: un uso intensivo de las nuevas tecnologías más allá de lo necesario. No tiene por qué ser malo, como no lo es comer un paquete de papas fritas ocasionalmente. El problema aparece cuando esta acción se convierte en un hábito permanente.

Vivimos una realidad donde las relaciones sociales, la educación y la información se han trasladado en buena medida a Internet. Para evaluar el nivel de “sobrepeso digital” en nuestros hijos adolescentes existen diversos índices, pero también se puede detectar el problema con sencillas preguntas y sentido común.

¿Cuántos computadores tenemos? ¿Cuántas tablets? ¿Nuestros hijos usan el celular para enviar/recibir correo electrónico? ¿A cuántas redes sociales pertenecen? ¿En cuántos grupos de Whatsapp están inscritos? ¿Con qué frecuencia diaria los consultan? ¿Qué hacen cuando están en la calle, en el metro o en el paradero de la locomoción? ¿Leen en papel o en libro digital, tablet y smartphone? ¿Ponemos el teléfono en modo avión al irnos a dormir? ¿Lo consultan durante las comidas familiares? ¿Tratan con sus amigos cercanos directamente o prefieren las redes? Éstas y otras preguntas nos deben hacer reflexionar sobre si nuestros hijos utilizan apropiadamente las pantallas.

Así como puede llevarnos a obesidad el consumo incontrolado de calorías, la conectividad constante a la red y sus servicios a todas horas y desde cualquier dispositivo y lugar puede generar “obesidad digital”. No se trata de un problema psicológico o fisiológico, ni de una adicción o enfermedad, sino un problema con bases educacionales. Es decir, que podría prevenirse o revertirse con pautas y educación digital adecuada. Por ello, se trata de crear conciencia no solo en las personas, sino también a empresas, padres e instituciones educativas de menores, porque este fenómeno se está transformando en un problema social.

Problemáticas

Estar un tiempo excesivo frente a las pantallas puede:

• Hacer que tu hijo duerma menos horas de las que debe en la noche, lo que implica cansancio y un menor desempeño escolar.
• Aumentar el riesgo de que desarrolle problemas de atención, ansiedad y depresión.
• Provocar que tu hijo aumente de peso por mayor consumo de calorías durante las horas de pantalla, por menor actividad física y por cansancio precoz si no duerme suficiente.
• Los niños comen más cuando están frente a las pantallas, sobre todo si ven anuncios de alimentos.
• Afectar el desarrollo de capacidades de comunicación e interacción personal, de habilidades sociales y de relaciones de pareja a futuro.
• Favorecer malas posturas y problemas de columna.
• Los anuncios y otras propagandas de la televisión pueden llevar a los niños a hacer elecciones de alimentos inapropiados ya que muchas veces, los alimentos en los anuncios dirigidos a niños son ricos en calorías, sal o grasas.

Recomendaciones

Para algunos niños, reducir el tiempo frente a una pantalla a 2 horas por día puede ser difícil, ya que a veces la televisión conforma gran parte de su rutina diaria.

Sin embargo, puedes ayudarles de las siguientes maneras:

• No instales televisión o computadora en la pieza de tu hijo. Si ya lo hiciste, retírala.
• No le permitas ver televisión durante las comidas o cuando hacen tareas.
• No permitas que tu hijo coma mientras ve televisión o usa la computadora.
• No dejes la televisión encendida como ruido de fondo. En vez de esto, escuchen música o, mejor aún, conversen sobre temas familiares o de interés en común.
• Decide qué programas mirar por adelantado y apaga el televisor cuando hayan terminado.
• Sugiere otras actividades, como un juego familiar de tablero, un rompecabezas o salir a dar una caminata.
• Lleva un registro de cuánto tiempo se pasa frente a una pantalla. Trata de que pase al menos la misma cantidad de tiempo estando activo.
• Sé un buen modelo disminuyendo tu propio tiempo frente a la pantalla a 2 horas o menos por día.
• Encuentra actividades para hacer con su tiempo que lo lleven a moverse y quemar energía: como colaborar con el aseo, las compras y el orden de su pieza.

Fuente: Sochipe.

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