¿Cómo afrontar el estrés académico de fin de año?

Las y los estudiantes universitarios comienzan a sentir la presión de los exámenes finales para terminar el semestre, lo que, en algunos casos, puede generar cuadros de estrés afectando tanto su salud física como mental.

Para Lorena Ceballos, psicóloga de la Clínica Las Condes, “estas reacciones tienen la crucial función de favorecer la supervivencia. Se trata de una respuesta normal, dentro de ciertos rangos, que puede volverse un problema cuando excede en duración, proporcionalidad y grado en que afecta la funcionalidad de las personas en una o más áreas de su vida”.

En relación con el estrés académico, “activa el sistema de alerta ante la exigencia de rendimiento en contextos de aprendizaje formal, en diferentes niveles educacionales, en la educación primaria, secundaria y profesional o técnica”, explica la profesional.

Cada estudiante es diferente

Los desencadenantes del estrés académico se generan cuando la o el estudiante percibe que las demandas de aprendizaje y rendimiento en pruebas, presentaciones o trabajos, sobrepasan los recursos personales para satisfacerlas.

“Esto produce un estado de tensión que puede generar agotamiento físico y psicológico. En algunos casos, la persona puede llegar a enfermar debido a la sensación de estrés excesivo”, advierte Ceballos.

Cada estudiante es diferente y se manifestará distinto frente al estrés académico, dependiendo de diversos factores, “partiendo por el equipamiento neurofisiológico al nacer, la calidad del apego y la historia de aprendizajes en la interacción de la persona con su entorno familiar y social”, dice la profesional de la CLC.

En detalle, algunas características de la personalidad pueden ser determinantes como el nivel de autoexigencia y de confianza en las propias capacidades, la calidad de la autocrítica, el grado de perfeccionismo y la tolerancia a la frustración.

“Por otro lado, la disponibilidad de recursos para manejar la ansiedad, la capacidad de flexibilizar expectativas y generar planes alternativos cuando el plan original no resulta, lo que denominamos un plan B. La red de apoyo aquí resulta fundamental, así como los modos de afrontamiento y manejo del estrés que han aprendido los estudiantes de sus padres, hermanos mayores, profesores y otras personas fundamentales”, expone la psicóloga.

¿A qué señales debemos poner atención?

“Cada vez hay mayor evidencia científica respecto del papel que juega el estrés sostenido entre los factores desencadenantes de un sinnúmero de enfermedades. Recordemos que el estrés afecta también a nuestro sistema inmunitario. El organismo mente-cuerpo está completamente integrado”, señala la especialista.

Existe una serie de síntomas físicos y emocionales que se pueden identificar cuando se está en presencia de cuadros de estrés académico:

• Mareos.
• Temblores.
• Dolores de cabeza.
• Contracturas musculares.
• Cuadros gastrointestinales.
• Alteraciones en el apetito y en el sueño.
• Fatiga persistente.
• Problemas en la piel como acné, psoriasis o urticaria.
• Irritabilidad.
• Sensación de angustia, ansiedad, tristeza o miedo.
• Sentimientos de desvalorización personal y desmotivación.
• Problemas de concentración.

¿Cuándo ir a un especialista?

La recomendación de Lorena Ceballos es hacerlo cuando la persona sienta que no puede enfrentar adecuadamente las exigencias asociadas al estudio, cuando los síntomas persisten en el tiempo y cuando la respuesta es desproporcionada al estímulo que la causa.

Otra señal a tomar en consideración, es si el estrés no disminuye conforme los estresores van cediendo o tras haber cumplido con las exigencias. Un criterio fundamental es la apreciación de que se ve afectada significativamente la calidad de vida del estudiante.

Consejos para afrontar el estrés académico.

• Mantener un estilo de vida saludable, buenos hábitos alimenticios y actividad física regular.
• Dormir entre 7 y 9 horas.
• Realizar descansos periódicos.
• Hacer actividades para disfrutar.
• Reactivar la vida social.
• Pasar tiempo con las mascotas.
• No temer a conectar con las emociones ni reprimir los deseos de llorar.
• Buscar con quien hablar de los problemas.
• Ser empático consigo mismo y evitar sobrecargarse de trabajos o estudios.
• Planificar con criterios realistas para poder cumplir con la programación, para evitar sentirse demasiado frustrado/a.
• Evitar consumir alcohol y drogas.
• Moderar el consumo de cafeína (café, mate, bebidas cola, etc.).
• Si no se logra manejar el estrés, solicitar ayuda con un especialista.

Fuente: Clínica Las Condes.

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