Investigadores desarrollan nueva terapia para un subtipo de autismo

Un equipo de investigadores de Northwestern desarrolló una nueva terapia que podría tratar el síndrome de Phelan-McDermid, un subtipo de trastorno del espectro autista (TEA), según los hallazgos publicados en Molecular Psychiatry.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, uno de cada 44 niños en Estados Unidos ha sido diagnosticado con TEA y cada paciente presenta diversos síntomas clínicos y de desarrollo, que pueden incluir retraso en el habla, habilidades motoras y habilidades de aprendizaje, epilepsia, mala alimentación y sueño. hábitos y problemas gastrointestinales.

Se sabe que el síndrome de Phelan-McDermid es causado por una mutación genética específica en SHANK3, un gen candidato para TEA bien conocido. Debido a la heterogeneidad de los TEA, el desarrollo de terapias dirigidas efectivas ha sido extremadamente desafiante, dejando a los pacientes opciones de tratamiento que mejoran el manejo de la enfermedad.

El equipo dirigido por el Dr. Peter Penzes, profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento Ruth and Evelyn Dunbar y director del Centro para el Autismo y el Neurodesarrollo, elaboró un derivado de una proteína de unión al factor de crecimiento similar a la insulina, IGFBP2, que se encuentra en las estructuras del cerebro afectadas por los TEA y se ha demostrado que mejora la neuroplasticidad y las funciones cognitivas.

El estudio

Los investigadores administraron el péptido derivado de IGFBP2, llamado JB2, a ratones con mutaciones en SHANK3. A través de imágenes cerebrales avanzadas, descubrieron que el fármaco mejoraba la neuroplasticidad, las alteraciones del comportamiento y los procesos celulares en los cerebros de los ratones.

Estos cambios se correlacionaron directamente con mejoras en las habilidades de aprendizaje y memoria de los ratones, la función motora y la comunicación a través de vocalizaciones ultrasónicas, hallazgos que podrían traducirse en comportamientos sociales en humanos, según Penzes.

“En los pacientes con autismo, el habla no se desarrolla en absoluto, o se desarrolla muy tarde, o está muy simplificada, por lo que se cree que estas vocalizaciones ultrasónicas en ratones de alguna manera modelan eso”, explicó Penzes.

Usando electroencefalografía para medir la actividad cerebral de los ratones, el equipo también descubrió que JB2 normalizaba la excitabilidad neuronal, o cómo las neuronas responden a los estímulos con una carga eléctrica y la susceptibilidad a las convulsiones.

Futura administración

Si bien el medicamento aún se encuentra en las primeras etapas, Penzes dijo que, en teoría, lo ideal sería administrarlo de forma rutinaria en el torrente sanguíneo de los pacientes mientras son jóvenes, ya sea a través de inyecciones regulares o en forma de píldora.

“Debido a que se trata de una afección del neurodesarrollo, el cerebro aún cambia después del nacimiento, incluso en la edad adulta. Cuanto antes se pueda intervenir, mejor. Por lo tanto, sería preferible comenzar como un medicamento pediátrico, pero es más difícil obtener su aprobación”, declaró Penzes.

Los ensayos clínicos iniciales involucrarían a participantes con el síndrome de Phelan-McDermid y, si tienen éxito, eventualmente podrían expandirse para incluir a pacientes con otros tipos de TEA.

“La suposición es que están ocurriendo cambios similares en los cerebros de los pacientes con otros tipos de autismo y en el síndrome de Phelan-McDermid, pero estos pacientes tendrían una mejor respuesta”, destacó el especialista.

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