Ceguera infantil: la importancia de la estimulación precoz para el desarrollo cognitivo y psicomotor

A través de la vista los bebés aprenden a organizar el mundo y a comunicarse, por lo que la utilización de colores, móviles sobre la cuna o luces estimulan su evolución social, motora y psicológica.

Según un artículo publicado por la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe), un niño o niña que nace con ceguera y que no cuenta con estas herramientas, puede padecer carencias a nivel afectivo, lentitud en el aprendizaje y en el desarrollo, si es que no existe una adecuada estimulación.

En relación al progreso psicomotor, la ausencia de visión en un bebé hace más difícil recopilar la información del entorno, por lo que suele haber un cierto retraso en los inicios de la movilidad.

Lo mismo ocurre en su desarrollo cognitivo, ya que, al ser un proceso esencialmente visual, la niña o el niño ciego se ve privado de una fuente valiosa para recoger información, por lo que su evolución cognoscitiva va a ser más lenta y desigual que la de los menores videntes.

“La ceguera limita la interpretación de los estímulos del entorno porque llegan al niño de forma incompleta. Por ello, tiene que compensar la restricción de acceso a la información visual con los demás sistemas sensoriales”, indica la nota.

Interacción familiar

Uno de los primeros conflictos que presentan los padres y madres con una hija o hijo ciego, es que pueden sentirse frustrados a la hora de comprender y atender sus necesidades. Por su parte, el bebé ciego no encuentra la manera de comunicarse con ellos.

Otros problemas que pueden presentar los menores con ceguera, son dificultades con el juego imitativo y el simbólico, e incluso las habilidades de imaginación en un primer momento.

El artículo explica que, si no se les anima, las experiencias de estos niños y niñas estarán limitadas en cantidad y calidad, por falta de iniciativa y estímulo para explorar.

“Para los papás es fundamental generar en el niño esquemas de seguridad. Solo la confianza le permitirá hacer frente a las situaciones de estrés acrecentadas por la falta de visión. Y esto se logra si encuentran estímulos apropiados para conservar la calma y alcanzar el equilibrio”, señala el escrito.

¿Qué hacer para estimular al bebé ciego?

• Realizar juegos corporales y caricias, ya que permiten que el niño establezca con su cuerpo una relación placentera. Esto incidirá de manera positiva en el desarrollo de su motricidad y le permitirá crear la representación de los límites de su cuerpo.

• Realizar ejercicios de estimulación temprana. Su cuerpo necesita sentir que no está solo ni en un espacio vacío, por lo que su entorno debe contemplar estímulos sonoros y físicos y objetos de preferencia rectangulares. Con ellos podrá estimular actividades psicomotoras que lo ayuden a integrar el espacio.

• Centrarse en los sentidos del tacto y el oído. El reconocimiento háptico (mediante el tacto) del mundo, es el sentido para conocer y comprender su entorno. Las texturas, la temperatura, lo rugoso, lo áspero, el tamaño, serán conocidos a través de sus manos. Y a esta riqueza sensorial se suman los receptores del movimiento en los músculos, los tendones y sus articulaciones.

• Interacción social. El niño que no ve debe sentirse seguro y acompañado. Para ello, se deben facilitar sus desplazamientos, los que traducirán para sus sentidos, en especial el oído y el tacto, las características de la realidad.

• El niño invidente necesita integrar lo que lo rodea a su sistema perceptivo, por lo que precisa desarrollar sus otros sentidos para que se lo aproximen. Si las cosas están lejos, debe tener la posibilidad de tocarlas a la distancia. La técnica de Hoover o el uso del bastón, funciona como una extensión segura del cuerpo. El braille, a su vez, será una prolongación de la memoria y la imaginación. Le brinda al invidente la oportunidad de conocer el mundo a partir de ideas, signos y palabras.

• Valorar cada logro alcanzado y reconocer los progresos en su desarrollo es clave en la construcción de la autoestima. Este es un sentimiento que no solo necesita el niño, sino también los padres.

• Promover su autonomía. Al principio es preciso ayudarlo a andar; luego poco a poco aprender hay que dejar que haga las cosas por sí solo. La sobreprotección inhibe su desarrollo personal. Si se mueve de manera autónoma podrá tomar cada vez mayor conciencia de los límites que impone su situación. Al mismo tiempo, saber que cuenta con sus propios medios lo hará más hábil ante las presiones del mundo exterior.

Fuente: Sociedad Chilena de Pediatría.

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