El complejo desafío clínico en el diagnóstico de pacientes adultos con trastorno facticio

El trastorno facticio (TF) corresponde a una patología psiquiátrica que consiste en falsificar, inducir o agravar las enfermedades para recibir atención médica, independientemente si se está enfermo o no.

La prevalencia de este cuadro aún es desconocida, pero se estima que es más frecuente en mujeres que en hombres. El impacto de esta patología se relaciona con altos costos en salud asociado a la policonsulta, hospitalizaciones, tratamientos innecesarios y la calidad de vida de estos pacientes.

Según un artículo publicado en la Revista Científica de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, (Sonepsyn), este trastorno sigue siendo un desafío para los profesionales clínicos, ya que no existe evidencia suficiente sobre esta compleja enfermedad.

Causas poco claras

Sobre su etiología, la publicación señala que es desconocida y que solo se han propuesto algunas teorías, tales como el abuso en la infancia, estilos de crianza en los que se genera un patrón de búsqueda de cuidado y la enfermedad física durante etapas tempranas de la vida.

El estudio con neuroimágenes funcionales ha mostrado algunos patrones no concluyentes, como la activación de regiones cerebrales ejecutivas con un aumento de la sustancia blanca prefrontal, en el caso de los pacientes que presentan pseudología fantástica.

Criterios diagnósticos

La primera descripción clínica del TF la realizó el endocrinólogo y hematólogo británico Richard Asher en 1951 sobre el síndrome de Munchausen, en el cual los pacientes adornaban sus síntomas e inventaban historias para conseguir un ingreso al hospital.

El diagnóstico de esta enfermedad es netamente clínico, y, según indica el artículo, “puede haber un patrón de falsificación síntomas físicos y/o psicológicos; o bien, inducir o empeorar una lesión o enfermedad, asociado a un daño identificado que puede ser aplicado a sí mismo o a un tercero”.

Tratamientos

Dado que el TF es una patología de curso intermitente caracterizada por tener episodios de recurrencia con o sin tratamiento, el pronóstico es incierto y, una vez que se devela el diagnóstico, un pequeño porcentaje acepta tratarse.

En la actualidad no existen tratamientos farmacológicos, psicológicos o de manejo ambiental claros, solamente se encuentran algunas recomendaciones en base a opiniones de expertos.

Sin embargo, en pacientes que tienen condiciones psiquiátricas comórbidas como depresión, es importante tratar los síntomas apropiadamente, ya que esto puede mejorar indirectamente el comportamiento fáctico.

Recomendaciones de manejo

Una vez que se confirma a una persona con TF, se deben abordar sus necesidades emocionales subyacentes para determinar la motivación de la enfermedad. En este sentido, la publicación advierte la posibilidad que el paciente no comprenda completamente el diagnóstico.

La prioridad en el manejo de la enfermedad se centra en permitir que la persona reconozca cuándo se siente obligada a participar en la sintomatología del TF y evitar que se repita.

“La evaluación temprana por un consultor psiquiátrico, psicosomático o psicológico apoya la confirmación diagnóstica especializada de TF debiendo incluir una evaluación del riesgo que los pacientes representan para sí mismos o para otros y el inicio de nuevos contactos”, explica el artículo de Sonepsyn.

Difícil diagnóstico

A pesar de las revisiones sistemáticas y de literatura que han ido apareciendo con el paso de los años, “aún estamos lejos de tener un conocimiento óptimo de esta enfermedad. El TF inevitablemente es una patología difícil de diagnosticar, y por ende complejo de estudiar y manejar”, plantea el ensayo.

No obstante, concluye, “se pueden tomar conductas para aumentar la probabilidad de éxito en el manejo de estos pacientes, tales como, mantener una actitud vigilante, empática, dando indicaciones claras y derivar al especialista dejando en claro los límites en relación al tipo de manejo que se tomará para evitar hospitalizaciones y tratamientos innecesarios”.

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