Un estudio alertó que el consumo excesivo de comida rápida está causando más cirrosis que el alcohol en algunos países como Estados Unidos, donde es la principal causa de trasplante de hígado.
La investigación publicada en la revista científica Clinical Gastroenterology and Hepatology, que cita el diario El País de España, plantea que las personas con obesidad o diabetes que consumen el 20% o más de sus calorías diarias en comida rápida presentan niveles muy elevados de grasa en el hígado en comparación con quienes, en la misma condición, consumen menos cantidad o nada de ella.
La población general también presenta mayor grasa en el hígado cuando basa al menos la quinta parte de su dieta en ese tipo de alimentos, si bien el alza es más moderada.
“Los hígados sanos contienen, per se, una pequeña cantidad de grasa que por regla general representa menos del 5%. Sabemos que incluso un aumento moderado de esos niveles podría conducir a la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Nos sorprendió especialmente el aumento severo de la grasa hepática en personas con obesidad o diabetes”, explicó la hepatóloga Ani Kardashian, de la Universidad del Sur de California, autora principal del estudio.
La investigadora afirmó que estos hallazgos son “particularmente alarmantes”, considerando que el consumo de comida rápida ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, en personas de todos los niveles socioeconómicos.
Rocío Aller, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Clínico de Valladolid, comentó que el hígado graso no alcohólico ya es la principal causa de cirrosis en España, por encima incluso del consumo de alcohol.
“Es un tema de salud pública de primer nivel”, advirtió la experta.
Casos al alza
Para Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, se espera que los casos de hígado graso no alcohólico aumenten en los próximos años.
“La población se está volviendo más sedentaria, estamos comiendo más alimentos procesados y ultraprocesados, el precio de los alimentos frescos y de temporada se está encareciendo… Si nada cambia, caminamos hacia un aumento importante en la incidencia de patologías como la obesidad, la diabetes tipo 2 o el hígado graso”, alertó el nutricionista.
Efectos a corto plazo
Ya que estos alimentos están hechos con mucha azúcar, sal y grasas saturadas o grasas trans, según los expertos en salud, los resultados a corto plazo son fáciles de detectar:
• Estos alimentos pueden provocar que la persona que los consuma se sienta más hambrienta durante el día debido a sus altos contenidos de azúcares. Los medicos dietistas han concluido que esto se debe a que los altos contenidos de azúcar suelen proporcionar menor sensación de saciedad.
• La demanda de insulina en el cuerpo crece con los alimentos ricos en carbohidratos promoviendo el hambre en periodos de tiempo más cortos.
• Se ha identificado que entre mayor sea el hambre de una persona antes de consumir alimentos, la probabilidad de que coma más calorías de las necesarias aumenta.
• Un consumo excesivo de sodio está relacionado con la retención de líquidos.
• Al no contar con suficientes verduras y frutas estas comidas dificultan que las personas consuman las porciones adecuadas de fibra y nutrientes esenciales según una dieta basada en el plato del bien comer.
Efectos a largo plazo
• Una dieta baja en fibra se asocia con un mayor riesgo de afecciones digestivas como estreñimiento y enfermedad diverticular, así como con reducciones de bacterias intestinales saludables.
• Riesgos de obesidad, la resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
• La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) concluyó que una dieta alta en sodio puede aumentar la presión arterial, aumentando las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco, un derrame cerebral o una enfermedad renal.
• Esta misma agencia señala que una dieta alta en grasas trans aumenta la cantidad de lipoproteínas de baja densidad o colesterol “malo” y reduce la cantidad de lipoproteínas de alta densidad o colesterol “bueno”, lo que se traduce en mayores probabilidades de desarrollar una enfermedad del corazón.
• Expertos han detectado vínculos entre la pérdida de memoria y menor capacidad de aprendizaje derivada de una dieta alta en grasas saturadas y carbohidratos simples típica de gran parte de la comida chatarra.