Una innovadora investigación realizada por los académicos Pablo Celhay y Nicolás Figueroa, del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), ha dado un importante paso hacia la optimización del sistema de salud chileno, logrando una notable reducción en la emisión de licencias médicas.
A través de un meticuloso análisis de los datos del Fondo Nacional de Salud (Fonasa), el estudio identificó dos preocupantes tendencias: una significativa variabilidad en los días de licencia prescritos por médicos para patologías similares y la existencia de un mercado de emisión de licencias con prácticas cuestionables.
Durante los últimos dos años, Celhay y Figueroa analizaron una intervención experimental implementada por Fonasa que, mediante el uso de advertencias pop-up en el sistema electrónico de licencias médicas, logró disminuir en 20% la emisión por parte de un grupo específico de médicos.
Este logro se traduce en un ahorro potencial de hasta 100 millones de dólares anuales para Fonasa, señalando un camino prometedor hacia la eficiencia económica y la justicia en el acceso a la salud.
“Lo interesante de nuestro análisis es que es una intervención blanda, sin amenazas de ningún tipo, pero con un mensaje que le demuestra al emisor que su comportamiento no está pasando desapercibido en el sistema. Luego de 12 meses observamos que, en el caso del primer mensaje, hay una disminución de 12% de estos permisos temporales; y en el caso del segundo mensaje, se traduce en un 20% de reducción de emisiones. Bastó mandar esos mensajes para generar un cambio en la conducta en estos doctores”, explica Celhay.
Optimización de recursos
La investigación, que se inició en 2020 tras un convenio con Fonasa que permitió el acceso a una vasta base de datos de licencias médicas, surge en un contexto donde el 80% de la población chilena está afiliada a este fondo de salud y donde el sistema enfrenta desafíos críticos debido a la creciente demanda de licencias médicas, que superaron los 9 millones en 2022.
“Esta cifra es muy significativa, ya que, de lo recaudado por el Fondo Nacional de Salud, alrededor de la mitad de las cotizaciones recibidas se destina a pagar licencias médicas. La disminución de licencias injustificadas permite redirigir esos recursos a otras áreas del sistema, como la cobertura de las prestaciones de sus afiliados”, señala Figueroa.
La flexibilidad del sistema chileno para la emisión de estas licencias ha sido señalada como una puerta abierta al mal uso, un problema que esta investigación busca combatir con datos y ciencia.
La intervención, que también plantea preguntas sobre el comportamiento a largo plazo de los médicos y pacientes en el sistema de salud, sugiere que los esfuerzos no deben detenerse aquí.
“Como equipo sentimos que hay preguntas que faltan responder. ¿Qué sucede con los pacientes que buscan proveedores de licencias cuando ese médico cambia su comportamiento a partir de la intervención experimental? La lógica nos lleva a pensar que aparecerán nuevos proveedores, por lo que nos interesaría trabajar en nuevas intervenciones que incluyan a este perfil de pacientes”, señala Pablo Celhay.
“Cuando tú intervienes un solo lado del mercado, donde los demandantes son los pacientes y los oferentes los médicos que emiten muchas licencias, no necesariamente generas una baja que se mantenga en el tiempo. Nos preguntamos, también, por cuánto tiempo dura el efecto de estas intervenciones en los profesionales de la salud y si reinciden en su comportamiento, y, por último, qué se necesita hacer en paralelo para complementar esta medida y que permita cambios a largo plazo en el mercado de la salud”, concluye.
Los investigadores destacan la importancia de seguir explorando medidas que incluyan tanto a los pacientes como a los médicos para asegurar cambios estructurales y duraderos en el mercado de licencias médicas.