Un infarto al miocardio, comúnmente conocido como infarto al corazón, ocurre cuando una o más arterias del corazón -que son las encargadas de llevar sangre al músculo cardíaco- se obstruyen y generan una emergencia médica que ha registrado un alza en la población joven, tanto en Chile como en el mundo.

La alta incidencia y la mortalidad asociada con esta enfermedad convierten al infarto en un tema de preocupación para la sociedad. Lo que antes veíamos a partir de los 50 ó 60 años, hoy se ha traspasado a la población menor de 45. ¿Sus causas? Los cambios en el estilo de vida que han contribuido al desarrollo de enfermedades cardíacas de manera más prematura.

El Dr. Alberto Barría, cardiólogo del Hospital Clínico Universidad de Chile, plantea que “los principales grupos de riesgo han sido los hombres mayores de 55 años y las mujeres mayores de 65 años. Sin embargo, en los últimos 10 a 15 años, hemos observado un aumento en la incidencia de infartos en poblaciones más jóvenes que éstas”.

“Este fenómeno puede atribuirse a diversos factores, entre ellos, el cambio en los estilos de vida y el aumento de los factores de riesgo cardíaco. Aunque es extremadamente raro que ocurra un infarto en niños o adolescentes, sí estamos viendo un aumento en su presentación en personas de entre 25 y 50 años”, agrega.

¿A qué se debe esta alza?

Ser joven no ofrece inmunidad frente a los problemas cardiovasculares. Los infartos de miocardio pueden producirse a cualquier edad, normalmente debido a los siguientes hábitos:

• Consumir tabaco: la población en Chile tiene una alta prevalencia en consumir cigarrillo. Aproximadamente un 35% de los chilenos se considera fumador, según datos del Ministerio de Salud.

• Sobrepeso: un 40,2% de la población chilena se encuentra en condición de sobrepeso, 31,4% de la población tiene obesidad no mórbida y 3,4% presentó obesidad mórbida.

• Sedentarismo: de acuerdo con la OMS, el promedio de inactividad es del 79% en jóvenes, 29% en adultos, y 41% en adultos mayores.

• Hipertensión arterial: el aumento de obesidad y sedentarismo en los jóvenes se traduce a su vez en la aparición de hipertensión arterial esencial a edad más temprana, lo que trae un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

• Antecedentes familiares: el historial genético de enfermedades cardíacas en el núcleo familiar también es un factor de riesgo al que hay que tener especial cuidado.

¿Cuáles son los síntomas de un infarto?

“Un infarto habitualmente se presenta con dolor de pecho o compresión de pecho, pero también puede presentarse como un ahogo brusco o una pérdida de conciencia con incluso caída al suelo”, explica el Dr. Barría.

“La sintomatología es igual en hombres y mujeres. Sin embargo, por razones difíciles de comprender y que constituyen un problema a nivel mundial, a menudo se les presta menos atención a las mujeres cuando experimentan dolor en el pecho. En muchas ocasiones, su evaluación se realiza más tarde o consultan después, lo que aumenta su riesgo”, agrega.

Estos síntomas pueden pasar desapercibidos en personas jóvenes, ya que al tener una salud aparentemente mejor, es posible que el dolor se atribuya a otras afecciones como inflamación, infección, dolor óseo o reflujo esofágico.

«A veces, en estos pacientes, es crucial prestar mucha atención a los síntomas, interrogarlos detalladamente o insistir en que si continúan experimentando molestias consulten, ya que se puede llegar a pasar por alto, y cuanto más tarde se atienda un infarto más riesgoso es”, detalla el especialista.

“Cuando alguien experimenta dolor torácico, especialmente si es persistente, intenso, opresivo y dura más de 10 minutos, es fundamental que consulte rápidamente a un médico, sobre todo si presenta síntomas como dificultad para respirar, mareos y, obviamente, pérdida de conciencia”, subraya.

Consejos de prevención

Frente a este panorama, el Dr. Barría alerta sobre la importancia de tomar conciencia a edad temprana y fomentar las conductas de autocuidado para prevenir infartos a tiempo:

• No fumar

• No consumir drogas

• Evaluación periódica de los niveles de presión arterial

• Evitar exceso de grasas y sal

• Hacer ejercicio físico

• Poner atención a los factores de riesgo familiares.

Fuente: Hospital Clínico Universidad de Chile.