Un equipo de especialistas en salud pública de la Universidad de Glasgow y el Instituto Noruego de Salud Pública informa de un posible vínculo entre algunos casos de autismo y la dieta prenatal.
En su estudio, el grupo analizó información en dos grandes bases de datos de información médica sobre miles de madres e hijas en Noruega e Inglaterra.
Investigaciones anteriores han sugerido que parece haber factores dietéticos, genéticos y ambientales involucrados en el desarrollo del autismo en los niños mientras aún están en el útero, aunque la causa exacta aún se desconoce. Para este nuevo estudio, el equipo de investigación examinó más de cerca el papel de la dieta en su desarrollo.
Los investigadores analizaron la información de los pacientes de dos grandes bases de datos: el Estudio Longitudinal de Padres e Hijos de Avon y el Estudio de Cohorte de Madres, Padres e Hijos de Noruega. Los investigadores analizaron datos de los años 2002 a 2008 y de 1990 a 1992, que incluían datos de niños de hasta 8 años. En total, analizaron datos de más de 95.000 parejas madre/hija.
Como parte de su análisis, los investigadores encontraron un patrón: las mujeres que seguían una “dieta saludable” tenían un 22% menos de posibilidades de tener un hijo con autismo que las mujeres que seguían una dieta menos saludable.
Dieta baja en contenidos grasos y ultraprocesados
En su trabajo, definieron una dieta saludable como aquella que incluía porciones regulares de verduras, frutas, frutos secos, pescado y cereales integrales, y excluía alimentos con alto contenido en grasas, carnes procesadas, refrescos y carbohidratos refinados.
También descubrieron que los niños nacidos de madres que consumían regularmente una dieta saludable durante el embarazo tenían un 24% menos de probabilidades de desarrollar problemas sociales y/o de comunicación independientemente del autismo. Los investigadores observaron que la asociación en ambos casos era más fuerte en parejas madre/hija que en parejas madre/hijo.
El equipo de investigación plantea que el estudio no explica por qué una dieta más saludable puede reducir el riesgo de tener un hijo autista, aunque plantean la teoría de que podría tener algo que ver con la forma en que los alimentos afectan al ADN o al proceso inmunológico.
También señalan que sus datos no pudieron demostrar si el impacto de la dieta era de naturaleza causal o se debía a otros factores.