Seguramente has leído titulares que indican que han surgido nuevas variantes en distintas partes del mundo, causando un mayor revuelo la de Reino Unido, la cual llegó a Chile durante diciembre. Pero ¿sabes en qué consiste que exista una nueva variante de un virus como el SARS-CoV-2? En ciencia y salud te lo explicamos.
Los términos más empleados en los medios de comunicación para referirse a los cambios del virus son: variantes, mutaciones, cepas y linajes. Sin embargo, no todas son sinónimos y describen estados o procesos del virus distintos.
Todos los virus están en constante mutación con diferentes ritmos y distintas repercusiones. Virus como la gripe mutan de forma seguida mientras, que el SARS-CoV-2 no es un virus altamente cambiante.
Miguel Pita, genetista, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Madrid, explica en el diario El País que “todo aquello que depende de material genético está expuesto a mutar y muta. Tanto el SARS-CoV-2, que es un virus de ARN, como nosotros, seres humanos de ADN y ARN, cambiamos progresivamente. El ADN (al igual que el ARN) es una macromolécula formada por la unión de otras muchas moléculas más pequeñas, que colocadas en hilera generan una inmensa secuencia”.
Lo que se llama mutación es al cambio de una o más letras de la “megapalabra” por la que está compuesto el virus. Ese cambio puede modificar el sentido del mensaje. El experto explica que “cada partícula viral puede replicarse miles de veces en una célula, estas pueden infectar millones de células en un mismo individuo, y, si causa una pandemia, infectar a millones de personas simultáneamente. Resulta lógico que, con tanta actividad, se produzcan errores en el copiado del ARN, es una cuestión de probabilidad”.
Estas mutaciones cuando cumplen una serie de características en la secuencia genómica (muchas personas tienen la misma mutación), esta pasa a ser una variante o linaje. Los expertos pasan a construir árboles filogenéticos (algo así como un árbol genealógico) para estudiar el virus y a todos los “parientes” que se extienden, por ejemplo, del SARS-CoV-2.
Para ir identificando estas variaciones, los científicos designan una serie de números y letras del alfabeto para identificarlos más la fecha de composición y variante, “siglas del virus «variante en investigación, año, mes, variante»”, como por ejemplo la variante SARS-Cov-2 VUI-202012/01, utilizada para identificar la de Reino Unido.
Miguel Pita aclara que “el linaje B.1.1.7 tiene diferentes mutaciones en su genoma, hasta ahora unas 23, pero la principal es la que se desarrolla en la posición 501 de su código genético, donde el aminoácido asparagina (N) ha sido reemplazado por tirosina (Y)”.
Además, agrega que “la abreviatura de esta mutación es N501Y, que también es señalada en ocasiones como S: N501Y, para especificar que está en la proteína spike (o de pico) del virus”. De esta forma, es correcto decir que a Chile llegó la variante o linaje B.1.1.7., proveniente de Reino Unido y la variante de Brasil la identificamos como B.1.1.248 y la de Sudáfrica 501Y.V2.
Y aquí nos preguntamos ¿qué es una cepa?
Los primero es que el SARS-CoV-2, virus que produce la enfermedad Covid-19, es una de muchas cepas que tiene el coronavirus. Este último forma parte de una extensa familia de virus que puede afectar tanto a seres humanos como animales. Se sabe que el coronavirus puede causar infecciones respiratorias leves como un resfriado común o más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS)
El SARS-CoV-2 es una cepa y los hallazgos en Reino Unido, Brasil y Sudáfrica son variantes de esta cepa. Para que del SARS-CoV-2 surja una nueva cepa, Miguel Pita asegura que “el virus tendría que experimentar un cambio o una mutación drástica en su cadena genética, lo que no ha ocurrido hasta ahora”.
Estas nuevas variantes han presentado incógnitas sobre nivel de contagiosidad o que incluso las vacunas que se han desarrollado en los últimos meses no sean efectivas. Sin embargo, aún no existe evidencia científica de que estas variantes provoquen más daño en los pacientes con Covid-19 y mucho menos que las vacunas pierdan su efectividad.