Las personas que viven en sectores más pobres tienen más posibilidad de contagiarse con Covid-19 y sufrir un cuadro severo, además de morir a causa de esta. A esta conclusión llegó la investigación desarrollada por investigadores chilenos y estadounidenses centrado en la Región Metropolitana.
El estudio publicado en la revista International Journal of Epidemiology, tuvo como objetivo comprobar el vínculo entre el número de casos y mortalidad con la situación socioeconómica de las personas. Entre los resultados, se evidenció una estrecha relación entre estos factores antes y en pandemia, acentuándose en 2020.
La investigación fue realizada por Usama Bilal epidemiólogo y profesor en la Drexel University, Tania Alfaro, académica de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile y de U. del Desarrollo; y Alejandra Vives profesora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U. Católica e investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable UC – UdeC (Cedeus)
Para su elaboración, se obtuvieron datos de 36 comunas de la Región Metropolitana sobre mortalidad por edad para el período 2016-2020 del Departamento de Estadística e Información en Salud (DEIS) del Ministerio de Salud; proyecciones de población por edad para el período 2016-2020 del Instituto Nacional de Estadística (INE); y los años promedio de escolaridad entre adultos de 25 años o más y la proporción de hogares que viven en hacinamiento (más de 2,5 personas en un dormitorio) del Censo de 2017.
Según reporta el estudio, los últimos indicadores “representan buenas medidas del estado socioeconómico (SES) a nivel de área o están directamente relacionados con la transmisión de Covid-19″.
Al cruzar los datos, se evidenció que la población con mayores inequidades sociales (hacinamiento y menor escolaridad) presenta una mortalidad mayor en comparación con quienes tienen menos inequidades. Estos datos se acentúan en el contexto de pandemia.
En cifras, por cada año de aumento de escolaridad promedio, bajó un 9,0 y un 13,8 por ciento la mortalidad en los períodos prepandémico y pandémico, respectivamente. Desde la perspectiva de hacinamiento, creció un 22% y un 32% la mortalidad en los períodos prepandémico y pandémico, respectivamente.
Desigualdad y Covid-19
En septiembre de 2020, el ministro de Salud Enrique m Paris negó que en Chile el socioeconómico incidiera en las tasas de mortalidad de los pacientes con Covid-19, pero sí reconoció que había un vínculo en la probabilidad de contagio.
Sin embargo, los autores del estudio afirman que el “hallazgo de que las inequidades en la mortalidad en 2020 fueron mayores que en períodos anteriores contradice las declaraciones realizadas en septiembre de 2020 por el Ministro de Salud de Chile, que indicó que no existe relación entre la mortalidad por Covid-19 y la pobreza, ya que esto implicaría discriminación asistencia sanitaria por el lugar de origen de los pacientes».
«Esta afirmación ignora las desigualdades estructurales existentes en Chile, incluidas las desigualdades en el acceso y la utilización de la atención médica por tipo de seguro antes y durante la pandemia, junto con los determinantes sociales de la salud más allá del sistema de salud», agregaron los investigadores.
Tania Alfaro, coautora del artículo, enfatizó que el sistema de salud debería aminorar las desigualdades estructurales, «como es el nivel educacional, la pobreza o las malas condiciones de empleo y de vivienda. Cuando esto no ha sido resuelto y genera inequidades de salud, lo que uno esperaría es que el sistema sea capaz de amortiguar esas inequidades».
«Si ya sabemos que las personas con menos años de escolaridad tienen más factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, lo que el sistema debiera hacer es dar la opción para que esas personas tengan una mejor atención de sus patologías en la atención primaria, que sean tratados oportunamente y al ser derivados al hospital, reciban una mejor atención que les ayude a compensar esa deficiencia», acotó.
Por su parte, Alejandra Vives, también coautora del estudio, destaca que los datos son claros al mostrar las desigualdades severas que se manifiestan de forma muy marcada en la Región Metropolitana, “con comunas muy ricas con otras muy pobres con niveles de ingresos dispares, con municipios que tienen recursos per cápita distintos y que afecta a familias de bajos recursos”.