Dentro de los diversos problemas que se han suscitado producto del Covid-19, está el desarrollo de prácticas clínicas para estudiantes de carreras asociadas a la salud. Los esfuerzos enfocados en controlar a los pacientes por Covid-19 y los recintos asistenciales no cuentan con los implementos suficientes para que los alumnos de las distintas universidades y centros de formación técnica puedan completar su proceso de formación.
Al respecto, recientemente la Asociación de Estudiantes de Medicina de Chile (ASEMECH), publicó los datos que recogieron de un catastro donde se les consultó a 6.792 estudiantes de las 28 universidades que conforman a la asociación. Solo en 11 de 28 universidades se están desarrollando prácticas clínicas de forma presencial, mientras que en 16 se están realizando simulaciones clínicas.
Esta última ha cobrado gran relevancia, siendo una metodología de aprendizaje que cuenta con sofisticadas máquinas y simuladores que representan a un paciente tecnológico. Este tiene características humanas de todas las edades, de modo de recrear lo que sucede al interior de los recintos de salud y en los propios pabellones quirúrgicos.
En la simulación, el profesor se encarga de crear situaciones con distintas dificultades para que los alumnos de pregrado y posgrado vayan resolviéndolos, de la misma forma que lo harían en un centro asistencial. Los equipos son multidisciplinarios integrando a médicos, enfermeros, anestesistas y arsenaleros.
Esta metodología educativa responde a las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para ir disminuyendo los errores humanos en la atención clínica. Desde el organismo internacional indican que “cada año se producen 134 millones de eventos adversos por una atención poco segura en los hospitales de los países de ingresos bajos y medios, lo que provoca 2,6 millones de muertes”.
El paciente tecnológico puede ser sometido a variadas situaciones, pero también incluye a pacientes reales (actores) entrenados que son capaces de emular un trauma, una psicosis o depresión. Esto permite a los estudiantes el desarrollo de capacidades comunicacionales con las personas enfermas y con el equipo médico.
Ante esta forma alternativa de formación, la Dra. Marlova Silva, directora general de Simulación e Innovación de la Universidad San Sebastián (USS), sostiene que “son muy pocas las situaciones que no se pueden simular; se puede recrear un parto normal o cesárea, que tenga como consecuencia un bebé prematuro de 24 semanas. También se trabaja con pacientes híbridos, humanos que se les adjunta una extremidad simulada para una punción en contexto. Todo es muy real y estresante, similar a la realidad”.
Desde 2017 la Universidad San Sebastián viene desarrollando un proyecto que crea hospitales de simulación con estándares internacionales para ser implementados en las sedes de Santiago, Concepción, Valdivia y Puerto Montt.
“Hemos dotado a los hospitales simulados de un sistema de gestión de la calidad, un programa de desarrollo de los docentes para aprender a utilizar esta metodología, diseño de los escenarios, casos clínicos en distintos niveles de complejidad; además de cómo se evalúa, cómo se hace la retroalimentación y la reflexión en base a lo hecho, que es muy importante para el éxito futuro con pacientes reales”, afirma Marlova Silva, quien, además, es pionera en Chile en esta área de la formación de estudiantes.
La especialista ha recogido en este proyecto de la USS la experiencia obtenida en su paso por hospitales simulados en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard y en el Hospital Johns Hopkins, además de Europa; y ha participado en la traducción de estándares de simulación clínica al español.
La académica manifiesta la incorporación de esta tecnología, desde antes de la pandemia, es de importancia en el desarrollo profesional, puesto que se estimula a los estudiantes desde el primer año evitando que produzcan errores cuando deban enfrentar la realidad. “En la USS fuimos visionarios en el sentido de que había que estimular a los estudiantes desde los primeros años de cada carrera, con el objeto de ir reduciendo la posibilidad de errores cuando ya no trabajen en ambientes simulados y con actores, sino que, con seres humanos, desde niños recién nacidos a adultos mayores”, explica.
Respecto a la pandemia, Marlova Silva sostiene que “no cabe duda de que la pandemia ha incrementado la importancia de la simulación clínica por parte de las universidades, porque llegó para quedarse y no va a depender de si se logra o no erradicar el Covid-19”.