Cambio climático e infancia: una mirada medioambiental en la salud pediátrica

La realidad del cambio climático y su impacto en la salud humana ha abierto interrogantes en las personas e inquietudes en la comunidad médica respecto a cómo enfrentar los problemas de salud que se asocian al cambio en los ecosistemas.

Tal es la preocupación, que recientemente más de 200 revistas científicas médicas se unieron en una editorial previo a la Asamblea General de las Naciones Unidas, exigiendo acciones inmediatas para “mantener los aumentos promedio de la temperatura a nivel mundial por debajo de 1,5 °C, detener la destrucción de la naturaleza y proteger la salud”.

El cambio climático, la calidad del aire, la seguridad alimentaria o la exposición ante pesticidas son algunas de las amenazas, constituyen un problema para salud pública, que afecta principalmente a las naciones y personas más vulnerables. En vista de ello, diversas especialidades médicas han direccionado sus esfuerzos en incluir esta problemática dentro de su experticia.

En esa línea, el Dr. Juan Antonio Ortega García, coordinador del comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría (AEP-CSM), declaró al medio Gaceta Médica que este nuevo enfoque “comienza a consolidarse como una bisectriz que une práctica clínica, ecología y salud pública; un nuevo área específica que integra los aspectos y factores de riesgo ambiental en la salud de cada paciente”.

Específicamente en niños, el cambio climático afecta su inmadurez orgánica fisiológica del organismo en desarrollo, lo que los convierte “en una diana ante los efectos de los contaminantes ambientales”, según el experto. Esta situación provoca que, en ocasiones, enfermedades como el cáncer infantil, trastornos del desarrollo o malformaciones estén vinculadas con factores ambientales.

Por ejemplo, los bebés respiran mucho más rápido que un adulto, por tanto, inhalan “más aire por kilo de peso y todas las sustancias que haya, al igual que en el agua y los alimentos”, explica el Dr. Ortega. En esa línea la vinculación entre el deterioro del planeta y la pérdida de biodiversidad es un elemento que es necesario considerar al estudiar la salud de los niños. Según el especialista, puede influir en el proceso de seguridad alimentaria, el crecimiento o desarrollo de enfermedades.

El creciente deterioro de los ecosistemas ha aumentado la preocupación de la sociedad en los últimos años. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), el número de años de vida sana perdidos por habitante debido a factores de riesgo ambiental es aproximadamente cinco veces mayor entre los niños de 0 a 5 años que en la población general.

Para el especialista, la preservación del medioambiente está ligada al cuidado de la salud de las personas. Es más, resalta que la preocupación por el medio ambiente ha tomado mayor repercusión en los últimos años, pero “hay que rellenar un ‘gap’ en las consultas médicas para acercar la importancia de ello a los pacientes”.

Medio ambiente y desarrollo de la niñez

El especialista describe que en las Unidades de Pediatría Ambiental se trabaja desde el embarazo para evaluar los factores ambientales que pueden influir en la salud infantil. Para ello, se analiza la historia clínica ambiental, que sirve para determinar los factores ambientales que hayan podido repercutir en la salud del paciente y la hoja verde, que es un cribado ambiental que las embarazadas deben solicitar en su primera atención con la matrona.

“Es un ‘check list’ de factores ambientales, por ejemplo: el trabajo de la madre, uso de pesticidas en el hogar, preocupaciones ambientales del barrio de residencia o hobbies con riesgos químicos”, ha explicado Ortega, quien puntualiza que “todas las embarazadas tienen derecho a una cuidadosa hoja verde para construir entornos más saludables”.

Desde esta perspectiva, para asegurar una lactancia saludable, se enfocan en la alimentación de las madres, procurando que estas tengas vegetales y frutas en lo posible de origen natural. Además, se estudian los contaminantes que se encuentran tanto en los exteriores de las viviendas, como en el interior de las mismas.

“Muchos de los contaminantes del aire interior en los hogares que pesan más que el aire pueden quedar por debajo del metro de altura, alcanzando concentraciones hasta 200 veces superior”, ha explicado.

Estos factores deben añadirse a la lista personal de cada una de las familias en el caso de que cuenten con padres fumadores, zonas geográficas más contaminadas o suelos con mayores contaminantes. Sin embargo, Ortega indica que el uso de la química en la agricultura intensiva, la contaminación de los mares o poder garantizar el consumo del agua en un futuro son temas que deben posicionarse entre las preocupaciones de los adultos del día de hoy.

Formación de profesionales

La integración del foco medioambiental en la salud es relativamente nueva, por lo cual no muchos especialistas están actualizados sobre ella. Ortega destaca la importancia de formar profesionales en los colegios de medicina y de enfermería para poder crear más estructuras de pediatría a nivel nacional.

El experto considera que en un futuro cercano se habilitarán más plazas en este ámbito porque “proteger la salud de las personas y el medioambiente es indisoluble e inseparable: la pediatría ambiental terminará siendo troncal y básica”.

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