“Ha sido difícil mantener una cantidad de pediatras estables en el Hospital”

Ejercer la medicina en una zona aislada y de características especiales como Calama no es un tema fácil. Con 26 años de ejercicio profesional como pediatra en la ciudad, el doctor Jorge Castro tiene una opinión bastante fundada sobre los cambios que ha experimentado la especialidad, la realidad local de Calama y los desafíos que presenta el futuro.

Doctor, ¿cómo fue el último invierno respecto a las enfermedades de los niños en Calama?

Este año ha sido excepcional en lo que respecta a patología respiratoria, tuvimos el virus sincicial respiratorio, con muchos más pacientes y mayores complicaciones. Se duplicó o triplicó la cifra de años anteriores, tuvimos que trasladar algunos pacientes tanto al Hospital del Cobre como al de Antofagasta y afortunadamente anduvieron bien. Los cuadros respiratorios dan vuelta todo el año, pero estacionalmente es notorio que aumenten en complicaciones e intensidad.

¿Cómo ha sido a su juicio la evolución de la especialidad en la zona?

Ha sido difícil mantener una cantidad de pediatras estables en el Hospital, por acá han pasado muchos médicos, mucha rotación, de muy buena calidad técnica y humana, pero dadas las condiciones de la ciudad, se han ido por razones familiares o profesionales. Los que nos quedamos estables somos pocos.

¿De qué forma han tratado de subsanar esta dificultad?

Nos ha dado más resultado contratar gente que tenga algún arraigo con la zona, que sean de Calama o Chuqicamata, porque los colegas que son de otros lados no se quedan mucho tiempo. Además el Hospital tiene sus años y eso no es muy motivante, pero afortunadamente están construyendo uno nuevo.

¿Qué ha cambiado en su especialidad desde que llegó a la zona?

Cuando llegué era común que nos llegaran niños fallecidos desde sus casas, aunque habría que revisar la estadística, diría que era al menos uno a la semana. Se producía muerte en la cuna, aspiración láctea o bronconeumonía, pero en la actualidad que fallezca un niño en Calama es excepcional, son casos muy puntuales y sobre los cuales a todos se les hace auditoría cuando tienen menos de un año. En este sentido la salud infantil ha avanzado enormemente, ahora estamos dentro de los rangos esperados en las cifras nacionales para la parte pediátrica.

¿Cómo es el panorama respecto a las patologías más prevalentes?

Acá tenemos un ambiente especial. Años atrás hicimos un estudio en relación al clima y al ambiente relacionado con las enfermedades respiratorias y vimos que el frío no era el que influía en el mayor número de hospitalizaciones sino la contaminación.

¿Esta situación ha empeorado o mejorado con el transcurso de los años?

Esto también ha evolucionado, recuerdo que cuando llegué la nube de la chimenea de Codelco era una cosa enorme que se perdía hacia el lado argentino. Ahora uno ve una columna de humo, pero no en los niveles de antaño. Eso sí, uno antes encontraba Calama menos contaminada, el flujo vehicular influye mucho porque ha aumentado bastante el parque automotriz. Esto afecta porque las poblaciones tienen mucha tierra, se levanta polvo y genera contaminación, lo que favorece la aparición de cuadros alérgicos, respiratorios, cutáneos, etc.

¿Qué tipos de patologías son las que atienden con mayor frecuencia?

Lo que más atendemos son los cuadros respiratorios, después siguen los cuadros digestivos y las diarreas, pero también en este sentido hemos evolucionado positivamente, lo mismo con la desnutrición. Si bien tenemos niveles de desnutrición, estamos dentro del parámetro para el país.
Antes teníamos un centro de recuperación para niños desnutridos, pero se cerró hace tiempo, ahora es excepcional ver a un niño desnutrido, aunque tenemos problemas nutricionales con los hijos de extranjeros.

¿Qué tan complejo es el panorama en este sentido con la cantidad de extranjeros que hay en la ciudad?

En Calama hay una población flotante que corresponde a un tercio del total de habitantes fijos. Estas personas muchas veces son extranjeros que no tienen previsión, con rangos de pobreza bastante extremos, que vienen con su mujer y sus hijos y que no encuentran trabajo. Esto repercute en salud, educación, vivienda y a todo nivel.

¿Cómo lo maneja o lo asume el sistema?

Está la atención primaria que es municipal, que debe estar muy sobrepasada y la parte hospitalaria, donde me encuentro yo y donde tenemos recursos  y camas suficientes para atender las necesidades de Calama. Pero me da la impresión de que la atención primaria no tiene suficientes profesionales como para satisfacer la demanda que se ha duplicado en los últimos 10 o 20 años.

¿Qué otros cambios ha significado esta explosión demográfica para Calama?

La ciudad se ha poblado mucho. Hay colegas que son nacidos y criados acá y que se acuerdan cuando Calama eran cuatro calles. Actualmente incluso hay calles y poblaciones nuevas que no conozco. Y creo que va a seguir en la  misma línea. Calama tiene una fama de que es un centro de atracción minero, donde hay plata y trabajo, aunque no es así para todos. La mano de obra no calificada tiene muchos problemas para encontrar trabajo, las empresas grandes traen sus propios trabajadores, las mineras nuevas tienen su propia gente, no invierten en Calama, retiran sus recursos y no dejan nada en la zona.

¿Cuáles son los desafíos entonces que ve usted hacia el futuro?

El país tiene una deuda enorme con Calama. En España una comunidad demandó al Gobierno por una deuda histórica y ganaron, acá se dijo que iban a destinarse 400 millones de dólares para invertir en infraestructura vial, luces, colegios, pero en realidad esto no se ha visto.

¿A su juicio es suficiente la cantidad especialistas para cubrir las necesidades de la zona?

Ni en pediatría ni en nada. Hace años que vengo peleando porque el nuevo hospital no va a tener el abastecimiento de médicos suficientes. En el 2006 calculé que en ese momento teníamos un déficit de 34 especialistas para hacer funcionar el nuevo hospital con las especialidades mínimas básicas para una ciudad que está a 200 kilómetros de su hospital base, y en ese tiempo éramos 140 mil habitantes. Ahora que somos 200 mil, habría que duplicar el cálculo, pero creo que vamos a seguir de la misma manera: llega el especialista a devolver la beca y se va, no se queda en Calama.

¿Qué lo motivó a usted a permanecer tanto tiempo en Calama?

Tengo buenos amigos, formé mi familia acá y uno se acostumbra, le toma cariño a la tierra. Fui de de los primeros que invirtió en Calama, tengo mi casa, la consulta y cuando me voy de vacaciones al sur luego quiero volver, extrañamos el sol.

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