Los cultivos andinos han ganado un importante lugar en la actualidad gracias a sus beneficios nutricionales, sin embargo esto es fruto del trabajo de años.
El doctor Rafael Arcos, pediatra de la ciudad de Calama, es uno de los especialistas que más ha investigado el tema con interesantes resultados tanto en el aspecto de aporte nutricional para los niños como en el sector productivo agrícola de la zona.
Hace muchos años, alrededor de 1983, tuve la oportunidad de compartir con algunas experiencias que se hicieron en relación a un tema gravitante desde el punto de vista nutricional en los niños, sobre todo para superar la desnutrición. Aquí en forma local, había un índice de niños desnutridos mayor a la media nacional, entonces se hicieron varios programas tratando de enfrentar este problema para superarlo, lo que era una tarea bastante difícil.
¿Qué causaba este fenómeno?
Por un lado, el origen de esta situación parecía ser la marginalidad de estas familias, además estaban las condiciones climáticas que hacían difícil sostener un estado de salud adecuado en los niños y finalmente estaba el tema del costo de vida y de la alimentación en la zona.
¿Qué iniciativas se realizaron para subsanar este problema?
Uno de estos esfuerzos fue el CERNI, que era un centro de recuperación nutricional infantil, vinculado a los CONIN, para poder detectar los casos de desnutrición infantil para poder tratarlos y devolverlos a su núcleo familiar en condiciones superadas. Después de un tiempo estos niños igual volvían en las mismas condiciones, entonces se asumía que había una mala distribución de los recursos nutricionales, por lo que se empezaron a hacer otros esfuerzos donde se involucraba de nuevo un equipo de salud, pero esta vez tratando a los niños en sus hogares. Se evaluaban, se hacían exámenes y se trataban según su deficiencia.
Me imagino que este modelo de intervención no fue algo fácil
Fue difícil enfrentarlo y superarlo porque hacer esta intervención tenía costos fijos muy altos. Por un lado la alimentación era costosa y se vio que muchos de los aportes que se hacían a través de este programa se diluían en la familia, porque si bien era un niño el que estaba en una situación de desnutrición extrema, era complicado darle un alimento rico en aportes solo a él y dejar al resto de los niños mirando. Además culturalmente se daban otras situaciones, por ejemplo algunas familias vendían estos alimentos.
¿Cómo actuaron frente a esta situación?
Salió la idea de generar una canasta familiar para cambiar esta situación y dentro de todo este proceso de aprendizaje y de intentos de mitigar el problema nutricional de nuestra región, que estaba originado principalmente en esta provincia del Loa, fundamentalmente en Calama y en menor medida en los pueblos del interior, empezamos a buscar de qué forma abaratar los costos de alimentación. Fue ahí que surgió el conocimiento de que los cultivos andinos tienen un alto aporte proteico.
¿Cómo se llega a esta definición?
Tenemos una vinculación con el pueblo autóctono, que en cierta medida ha conservado su alimentación tradicional y llegamos a conocer estos alimentos como la quínoa, que acá se producía a nivel de autoconsumo y posteriormente, a través de una investigación, descubrimos que hay muchos cultivos andinos que son posibles de desarrollar en la agricultura local y que tienen un aporte de proteínas, aceites, grasas y distintos tipos de nutrientes.
Qué características tiene la agricultura en esta zona, considerando las cualidades geográficas
Es una agricultura que tiene muy pocas condiciones para ser desarrollada por el hecho de que las tierras son de mala calidad, el agua también, hay factores ambientales y climáticos que hacen que sea una actividad difícil de desarrollar.
¿Y cómo empieza el proceso de incluir estos cultivos en la agricultura local?
Empezamos a vincularnos y a investigar con personas que tenían experiencia, por ejemplo con algunos colegas de Perú que luego se transformaron en nuestros asesores porque nos dimos cuenta que en los países que tienen altiplano, como Perú o Bolivia, desarrollan esta agricultura en forma productiva, abasteciendo un mercado y desarrollando alimentos con una mezcla de estos cultivos que han logrado un aporte nutricional interesante. Hicimos unos seminarios en San Pedro de Atacama donde se reunió un grupo muy interesante de productores y expertos, donde se dio una gran discusión que aportó grandes elementos para iniciar después un proyecto de producción de estos cultivos.
¿Cuáles fueron las claves para la implementación?
Empezamos a trabajar con aportes de ingenieros agrónomos, técnicos agrícolas y asistentes sociales, entre otros, enfocándonos en la idea de socializar estos cultivos y así intervinimos en doce comunidades del interior, conversando con los agricultores para tratar de hacerles entender que podían incorporar estos cultivos andinos sin tener que abandonar sus plantaciones tradicionales que ya tenían probadas.
¿Cuál fue la reacción inicial frente a esta propuesta?
Hubo comunidades bastante reacias, pero algunos agricultores con una mentalidad distinta empezaron a probar este tema y de hecho en la comuna de San Pedro de Atacama se empezó a desarrollar bastante quínoa, que actualmente es parte de la oferta de restoranes y hoteles de esa zona que es un polo turístico importante. Las comunidades empezaron a ver que la rentabilidad era buena, tanto para el autoconsumo como para vender y así se empezó a desarrollar este tema.
¿Qué ventajas a nivel nutricional lograron con la introducción de estos cultivos?
A través de varios estudios a los que pudimos acceder, y gracias al aporte de gente que tenía experiencia en esto, logramos definir que la combinación de estos cultivos da una calidad proteica muy rica que es equivalente a carne o lácteos. En la proteína una de las cosas fundamentales es el aporte de aminoácidos esenciales que son los que el organismo no puede producir desde otros aminoácidos, sino obtenerlos desde las proteínas de alimentos, que en el caso de la quinua y el Lupino, también de cultivos andinos, se obtienen en muy buena proporción.
Cuáles son las proyecciones que ve como especialista en esta área
Más que especialista, que sería presuntuoso asumirlo, sino que en base a la necesidad de buscar soluciones, y a partir de esta necesidad y búsqueda fueron apareciendo cosas interesantes, fuimos aprendiendo mucho de la nutrición de nuestros ancestros que eran personas muy sabias para los cuales estas semillas y cultivos eran fundamentales. Después de toda esta experiencia en terreno, empezamos a trabajar con la Facultad de Ingeniería en Alimentos de la Universidad de Antofagasta, que tuvieron una receptividad extraordinaria a través del Dr. Pedro Cerezal, docente de dicha Facultad e investigador prolijo en los temas nutricionales, y de ahí se implementaron los cultivos andinos en los trabajos de tesis de sus alumnos. Se hicieron tres tesis de las que se obtuvieron alimentos para niños, por ejemplo harinas que se podían transformar en galletas, en pan o papillas. Se hizo otra tesis donde se podían implementar en bebidas con una calidad nutricional importante en los aportes proteicos. Fueron probadas en jardines infantiles de Antofagasta con buenos resultados. Esto es algo que nos alegró muchísimo, porque pudimos darle más significado a todo el trabajo realizado.
¿Cuál diría usted que es la importancia fundamental de esta iniciativa?
Esto tiene sentido e importancia, porque nuestros agricultores a través del tiempo lograron entender que esto no iba en contra de su actividad, sino que era parte de su cultura ancestral y que tenía una importancia nutricional e incluso una importancia económica para ellos si se convertían en productores.
Es un importante aporte en una situación alimentaria, que para mantenerla debemos traer dichos alimentos desde otras regiones lo que encarece nuestra alimentación, con mayor impacto en familias de escasos recursos. Además, y fue algo que no consideramos en su inicio, es que este cultivo, nos dé un grano que al no tener gluten (fracción proteica de los cereales), es adecuado para el consumo de personas que padecen de Enfermedad Celíaca.
Como puede ver, en una condición agrícola difícil, se puede obtener una proteína a bajo costo, con una gran calidad de aportes, lo que abarata nuestra alimentación y abre una posibilidad de nutrición a un grupo de personas limitadas en su nutrición por razones de una alergia alimentaria. Le doy gracias a Dios por enseñarnos, que en nuestras condiciones locales podemos obtener resultados a nuestros problemas.