La llegada de la pandemia por COVID-19 y la imposibilidad de sostener reuniones con un grupo amplio de asistentes ha hecho que los congresos y reuniones médicas virtuales sean la norma.
Esta experiencia nueva al parecer llegó para quedarse. En una interesante editorial, el Dr. Jack West, editor web de JAMA Oncology y quien participa de una amplia gama de programas de educación continua, aborda las ventajas y desventajas de esta nueva forma de interactuar que durante los últimos meses ha tenido un desarrollo vertiginoso.
Para el profesional, si bien la experiencia de un congreso virtual es inferior a la en vivo, sin lugar a dudas es un avance tremendo.
“Nunca debería ser desterrado como nota histórica a pie de página, sino que debería seguir siendo una opción. Es como ver el Super Bowl en casa: obviamente no es lo mismo que estar allí, pero es una excelente alternativa. Al igual que la telemedicina, esta pandemia ha proporcionado una prueba de concepto fundamental de que existe un modelo mejor”, sostiene.
Cambios en los congresos médicos
La editorial enfatiza en cinco razones por las que esta pandemia debería remodelar permanentemente los congresos médicos como se conocen hasta la fecha.
Uno de los aspectos principales a tener en cuenta es que esta pandemia no desaparecerá en 2020. Si bien casi todos los países han hecho esfuerzos para contener el avance del COVID-19, lo cierto es que los brotes siguen siendo un problema y una gran amenaza en cualquier lugar donde se congreguen multitudes.
“Sería difícil idear un escenario más propicio para el contagio masivo que una conferencia de 20.000 asistentes de todo el mundo sentados uno al lado del otro durante 5 días. Peor aún es la idea de que regresen a casa e infecten a sus pacientes, familiares y amigos. ¿Qué sociedad médica quiere ser recordada por crear un evento que generó un contagio masivo de COVID-19?”, señala el especialista.
En este mismo contexto, uno de los grandes desafíos que enfrentarán las sociedades médicas profesionales es cómo ofrecer una reunión presencial bajo las nuevas condiciones sanitarias que obliga la pandemia.
Al observar desde casa, plantea la editorial, la mayoría de los asistentes a estos eventos virtuales divide su atención entre obligaciones laborales y familiares. Además, hay mucha menos urgencia cuando se graban las presentaciones en vivo y se pueden ver más tarde, lo que de alguna forma limita la interacción si se compara con un encuentro en vivo.
Pese a esta premisa, el aprendizaje virtual aún transmite el contenido más importante.
“A pesar de los muchos beneficios sociales de una reunión en vivo, su propósito principal es difundir nuevas investigaciones y opciones de tratamiento actuales y emergentes. Los congresos virtuales han demostrado que este formato puede entregar el contenido de manera efectiva y no tan solo como una oferta secundaria, sino como única plataforma en tiempo real”, plantea el texto.
Además, el aprendizaje virtual puede servir como un nivelador de las condiciones para acceder al conocimiento.
“Viajar para asistir a conferencias normalmente cuesta miles de dólares, contabilizando las tarifas de inscripción, infladas tarifas de hotel, transporte terrestre y comidas fuera de casa durante días y días. La mayoría de los congresos también exigen estar varios días alejados de nuestro trabajo y de nuestras familias, lo que obliga a muchos de nosotros a trabajar más los días antes de irnos y al regresar”, puntualiza el Dr. West.
Al respecto, agrega: “Los padres y quienes tienen compromisos en casa también enfrentan desafíos especiales. Para los participantes internacionales, los costos financieros y de tiempo son aún mayores. Un congreso virtual ayuda a superar estos obstáculos y elimina las barreras que durante mucho tiempo han impedido que muchos asistan a los congresos”.
Dos formas en convivencia
Una de las principales ventajas que ofrece el aprendizaje virtual es además de eficiente es bastante cómodo. En este sentido, la editorial destaca que los últimos seis meses han demostrado cómo este medio a distancia puede ser inmensamente relevante en todo sentido.
“Si el contenido parece de menor magnitud sin la fanfarria de una conferencia en vivo, se debe principalmente a que gran parte de un congreso presencial uno se encuentra caminando una milla entre salas de sesiones, esperando en líneas de taxi, sentado en el tráfico entre lugares o simplemente esperando a que comience una sesión. Todo eso ha sido reemplazado por tiempo que puede ser usado productivamente entre sesiones de video vistas en vivo o grabadas”, afirma.
Si bien los congresos virtuales tienen una serie de limitaciones, el autor apunta a la importancia de reconocer que los éxitos hasta ahora representan solo las primeras incursiones en este esfuerzo.
“El aprendizaje virtual y las redes sociales mejorarán”, enfatiza.
En este mismo sentido, el texto señala que los congresos en persona, tal como los conocemos a la fecha, evolucionaron a su forma actual durante siglos. Por el contrario, los congresos virtuales se han estado improvisando en unas pocas semanas o meses.
“Solo se puede esperar que mejoren a medida que los presentadores adapten sus habilidades a la audiencia en línea y las nuevas herramientas mejoren los debates virtuales”, destaca.
La editorial plantea que, si bien los congresos en persona no serán reemplazados por virtuales, sí es necesario considerar a futuro la convivencia de ambas modalidades.
“Todavía necesitamos esa experiencia de aprendices y expertos que se presenten con una audiencia en vivo y discuten los resultados juntos, mientras comparten la energía del momento. Pero debería haber espacio tanto para una sesión en persona como para su versión virtual”, consigna.
En términos prácticos, muchas sociedades tienen en los congresos presenciales una fuente de ingreso que de ser eliminada puede resultar en un problema. Sin embargo, el texto señala que estas nuevas plataformas de encuentros virtuales pueden convertirse en una forma de obtener financiamiento ofreciendo acceso a un menor costo.
“Incluso si la versión virtual de un congreso cuesta mucho menos que asistir en persona, hay mucho espacio entre ese número y gratis. Cuesta muy poco para una sociedad profesional compartir su contenido y las ofertas virtuales fomentan la misión de distribuir este contenido de manera amplia”, puntualiza.
A modo de conclusión, la editorial plantea que no es necesario apresurarse para volver al statu quo anterior.
“A pesar de sus limitaciones, los congresos virtuales han traído un nuevo estándar más alto de acceso y eficiencia para compartir nuevos datos importantes y opciones de tratamiento en medicina”, concluye.