¿Por qué la comida sana también es buena para el clima global?

La alimentación poco saludable no solo es un problema de salud, sino que en muchos sentidos también impulsa el cambio climático mundial mediante la producción animal, al ser responsable de más de la mitad de las emisiones de gases agrícolas de efecto invernadero en todo el mundo.

La información se destaca en el informe de 2020 de The Lancet Countdown, reporte donde expertos también han calculado que alrededor de 990.000 fallecimientos en todo el mundo en el año 2017 son atribuibles al consumo excesivo de carne roja, destacando que reducir este consumo sería una medida benéfica para todos al frenar el cambio climático y promover la salud al mismo tiempo.

Lancet Countdown se basa en la colaboración internacional de 35 instituciones que analizan en informes anuales los datos sobre las conexiones entre el cambio climático y la salud. Entre otros factores, se registran fallecimientos por calor y pérdidas de cultivos, pero también los esfuerzos para prevenir o mejorar tales situaciones. Se manejan 43 indicadores en total.

Actualmente los autores están preocupados por un aspecto en especial: la crisis del coronavirus no debería aplazar los objetivos del Acuerdo Climático de París aún más de lo que ya está siendo el caso.

«No podemos permitirnos el lujo de hacerle frente a una crisis después de la otra», indicó Tadj Oreszczyn, Ph. D., del University College London, en Londres, Reino Unido, miembro del grupo de trabajo de Lancet Countdown, durante la presentación del informe.

Todas las medidas deberían aportar múltiples beneficios

Para los científicos es de particular importancia tener un enfoque coherente, a fin de que las acciones aporten múltiples beneficios a la sociedad. Por ejemplo, una dieta más sana no solo es idealmente más respetuosa con el clima, sino que también reduce la obesidad. Alto índice de masa corporal y las enfermedades secundarias asociadas a este hacen que los afectados sean pacientes de riesgo cuando se infectan con SARS-CoV-2, explicó la Dra. Anja Bosy-Westphal, Ph. D., y nutricionista de la University of Kiel, en Kiel, Alemania.

Y no solo el alto consumo de carne es problemático, según la Dra. Bosy-Westphal. También la alta proporción de alimentos altamente procesados en nuestra dieta contribuye a las emisiones de dióxido de carbono.

«Las comidas precocinadas son muy atractivas y rentables; están desplazando a las dietas tradicionales en todo el mundo», lamentó la científica de Kiel. Estos productos son comparativamente baratos solo porque no se tienen en cuenta los costos para el medio ambiente y la salud.

Los alimentos ultraprocesados caen bajo la sospecha de que promueven la obesidad. Un estudio controlado sugiere, por ejemplo, que pueden resultar en mayor consumo de calorías.

A menudo contienen azúcar o carbohidratos de fácil digestión y grasas saturadas, mientras que la fibra dietética o los metabolitos secundarios de las plantas se encuentran con bastante menor frecuencia.

Una mejor educación nutricional podría ayudar a identificar estas y otras trampas alimenticias. Sin embargo, dejar a las personas solas con la responsabilidad de su propia dieta no es una solución, advirtió la Dra. Bosy-Westphal. «Esto pasa por alto las verdaderas causas de la obesidad», señaló, pidiendo mejor implementación de las recomendaciones nutricionales en comedores industriales, cafeterías escolares y cocinas de los hospitales.

Los consejos de nutrición deben considerar la salud y la sostenibilidad

Y estas recomendaciones no solo deberían tener en cuenta la salud, sino la sostenibilidad. Este es el tenor de un documento de políticas que resume cómo se pueden implementar concretamente los resultados del Lancet Countdown en la Unión Europea. Especialmente los niños deberían estar mejor protegidos contra la comercialización orientada hacia ellos, de alimentos poco saludables.

Para aún poder alcanzar los objetivos climáticos de París, en los próximos años deberá suceder mucho más de lo que ha sucedido hasta ahora. Por un lado, nuestros hábitos alimenticios amenazan el clima. Por otro, las consecuencias del cambio climático también suponen una amenaza para la seguridad de nuestro suministro de alimentos: el rendimiento de las cosechas de importantes cultivos alimentarios, como la soya, el trigo, el maíz y el arroz ha disminuido en los últimos años, debido al aumento de las temperaturas o a las sequías, según los autores.

La gran dependencia de la nutrición humana de unas pocas especies de plantas también es algo que debe cambiar en interés del medio ambiente y la biodiversidad, requiere la Dra. Bosy-Westphal: «Hay alrededor de 33.000 especies de plantas comestibles, y de estas solo 3 especies sirven de base para 50% de los alimentos que consumimos».

Efectos de la pandemia de SARS-CoV-2 en la nutrición

La crisis del coronavirus ha desencadenado cambios en muchos sentidos, señaló la Dra. Bosy-Westphal, que también ve en esto oportunidades de cambio. Más gente ha vuelto a cocinar su propia comida. Y los productos regionales han experimentado mayor demanda.

El aumento de las infecciones por SARS-CoV-2 en las plantas procesadoras de carne, a su vez, puso de relieve el lado oscuro de la industria alimentaria. Ahora es importante utilizar los recursos disponibles para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, de tal manera que también promuevan conjuntamente estructuras más sostenibles, concluyó la Dra. Bosy-Westphal.

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