Informe BID: población adulto joven en América Latina presentan mayor riesgo a morir por desigualdad

Las personas menores de 39 años en América Latina tienen un mayor riesgo de morir o enfermar gravemente por coronavirus, según informa el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En Colombia 30 de cada 100 muertes por Covid-19 son personas menores de 60 años. Mientras que en Estados Unidos la cifra se reduce a 12 de cada 100 muertes.

Dentro de los país en vías de desarrollo Colombia, Perú, México, Brasil y Sudáfrica son los países con las tasas más altas de mortalidad a causa de la Covid-19. Al comparar estos datos con los países de altos ingresos, se evidencia que los adultos jóvenes de América Latina (20 a 39 años) y de mediana edad (40 a 50 años) mueren más por esta enfermedad.

Según el informe de la BID, esto puede deberse al limitado acceso al sistema de salud que existe en los países subdesarrollados. De hecho, un paciente entre los 40 y 49 años en un país en desarrollo tiene estadísticamente la misma probabilidad de morir, pero la oportunidad de recibir atención médica hace que exista esta diferencia respecto al desarrollo de la enfermedad y la mortalidad.

Además, otro factor que se suma a esta condición es la alta prevalencia de enfermedades preexistentes dentro de este grupo, dando lugar a complicaciones más graves. Para Juan Pablo Chauvin, economista e investigador del BID, las condiciones socioeconómicas de las familias latinoamericanas están correlacionadas con sus condiciones de salud.

“Las familias más pobres, especialmente en ciudades, tienen mayor probabilidad de estar expuestas a entornos poco saludables, altos niveles de contaminación, o condiciones de trabajo con riesgos para la salud. Una mayor proporción de la población de la región enfrenta estas condiciones que en países de altos ingresos”, argumenta Chauvin. Estas mismas desigualdades impactan en la recuperación del paciente Covid, dado que no cuenta con ingresos suficientes durante su periodo de recuperación.

Según la BID, otro punto que ha influido en este escenario se debe a la escasa acción publicitaria que han llevado a cabo los distintos gobiernos. Un ejemplo de ello es Perú, el país con mayor mortalidad por habitante. El 20% de sus fallecidos tenía entre 20 a 29 años.

Según datos de Unicef, un tercio de los jóvenes no sentía riesgo, a pesar de los altos casos de contagios y mortalidad que había en la región entre abril y agosto de 2020. “Las noticias de que los jóvenes somos asintomáticos reforzaron la invulnerabilidad que se nos atribuyó”, explica Freddy Requejo, coordinador de la Brigada Voluntaria de Agentes en Salud en Perú.

Aún así, es poco lo que se habla respecto a la mortalidad juvenil producto de la pandemia. Esta incidencia no se repite en ningún país en desarrollo y valida aún más la relación que hace el BID entre letalidad y falta de acceso a servicios de salud.

Ante estos antecedentes, la BID indica que la edad no puede ser en sí misma un indicador suficiente para priorizar las vacunas, también se debe considerar la vulnerabilidad económica y social. “Parece importante considerar a las personas que, por sus condiciones socioeconómicas, tienen mayor riesgo de contagiarse y propagar la enfermedad, en especial aquellas que viven en condiciones de alto hacinamiento residencial”, indica Chauvin.

Los países más pobres están en desventaja frente a los países más ricos para adquirir de forma oportuna las dosis suficientes para inmunizar a la población. Según el tablero de información de Unicef países de menos ingresos como Colombia y Perú podrían obtener suficientes vacunas para toda su población recién en 2024.

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