Científicos desarrollaron injerto de neuronas en primates para controlar los síntomas del Parkinson

El Parkinson es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que aún no tiene cura. Es por esto que la comunidad científica está enfocada en hallar un método tanto para revertir esta situación como para prevenirla.

En esta línea, investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison de Estados Unidos llevaron a cabo el diseño de un injerto de neuronas cultivadas en el cerebro de monos, aliviando el movimiento y los síntomas de la depresión asociados al mal de Parkinson.

La investigación publicada en la revista Nature Medicine, indica que la fabricación de neuronas a partir de células madre pluripotentes inducidas (capaces de generar la mayoría de los tejidos) de los propios cuerpos de los primates, permitió evitar complicaciones en el sistema inmunológico de los pacientes.

Esta innovación abre las puertas a un posible tratamiento para millones de personas que actualmente viven con esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS), pronostica que para 2030 más de 12 millones de personas en el mundo vivirán con este padecimiento.

“Este resultado en primates es extremadamente poderoso, particularmente para trasladar nuestros descubrimientos a la práctica clínica”, dice Su-Chun Zhang, neurocientífico de UW-Madison, que en el laboratorio del Centro Waisman de la institución universitaria cultivó las células cerebrales.

Tratamientos actuales

La enfermedad de Parkinson afecta al sistema nervioso generando un daño en las neuronas que producen dopamina en el cerebro. Entrega señales interrumpidas que imposibilitan la coordinación de músculos, generando rigidez, lentitud y temblores; síntomas distintivos de esta enfermedad.

Hasta el momento, los pacientes en etapa temprana del Parkinson se tratan con medicamentos que ayudan a aumentar la producción de dopamina. “Esos medicamentos funcionan bien para muchos pacientes, pero el efecto no dura”, explica Marina Emborg, investigadora de Parkinson en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Wisconsin de UW-Madison

Si bien, ralentiza su proceso, al pasar los años la enfermedad empeora. A esto, la investigadora detalla que “con el tiempo, a medida que la enfermedad progresa y los síntomas motores empeoran, vuelven a no tener suficiente dopamina y aparecen los efectos secundarios de los medicamentos”.

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