Es posible que para 2040 se eviten 1,6 millones de muertes producto de la contaminación atmosférica, según un estudio publicado en la revista científica The Lancet Planetary Health; esto siempre y cuando los nueve países más contaminantes (Brasil, China, Alemania, India, Indonesia, Nigeria, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos) cumplan los objetivo del Acuerdo de París para disminuir los niveles de contaminación en el planeta.
Durante los últimos años, la contaminación es un problema de carácter global, transformándose en un riesgo para salud pública. Importantes organismos internacionales y cientos de investigaciones han advertido sobre cómo repercute la contaminación en la salud de las personas, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables, puesto que se concentran en países de América del Sur, Sudeste de Asia y de África Central.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que entre 2030 y 2050 podrían producirse 250.000 muertes por causa del cambio climático, mientras que otra publicación de la revista The Lancet estipula que la contaminación atmosférica constituye un riesgo para la salud, siendo causante del 12% de las muertes totales.
Se calcula que en 2019 el 90% de la población mundial estuvo expuesta a concentraciones medias anuales de PM?,? por encima de las recomendaciones de la OMS (10 ?g/m³), lo que repercute en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer, entre otros problemas de salud.
Impacto en la salud infantil
Científicamente se ha comprobado que la exposición a factores contaminantes durante la niñez, e incluso desde la gestación, puede conducir a un mayor riesgo de enfermedad, invalidez o muerte. El proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente), conformado por investigadores españoles, ha aportado información relevante de cómo la contaminación impacta durante los primeros años de vida.
Una de sus investigaciones, evidenció que existe un riesgo de retraso en el desarrollo fetal producto de la exposición a la contaminación atmosférica, la que se relaciona con un menor peso y talla de nacimientos, un retraso en el crecimiento físico durante la primera infancia y riesgo de parto prematuro. Además, la contaminación está asociada con el riesgo a padecer problemas de salud respiratorios y de neurodesarrollo durante la infancia.
Acciones por el cambio climático
La actividad humana representa el principal factor del cambio climático. Su creciente industria ha desencadenado altas emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) afectando la calidad de vida y el deterioro ambiental.
Incide en la calidad de vida y salud de las personas, transformándose en el principal problema de salud pública para el siglo XIX del que no está exento ningún país. El sur de Europa y el Mediterráneo son zonas consideradas como “puntos calientes”, por la reducción de precipitaciones y el aumento de temperaturas cada año.
Desde el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), desarrollan una estrategia para evitar que la temperatura media mundial supere en 1,5ºC la temperatura de la época preindustrial. Para conseguirlo se debe reducir sensiblemente las emisiones de los GEI clásicos (CO?, metano, N?O) y también de otros contaminantes como el ozono y el carbono negro.
Los cobeneficios para la salud con la reducción de contaminantes
Gobiernos y organismos internaciones se encuentran desarrollando estrategias de mitigación para enfrentar el cambio climático. Estas acciones se traducen en “cobeneficios” para la buena salud de las personas, pues al reducir los contaminantes atmosféricos, se incentiva la actividad física, el acceso a espacios verdes y a una alimentación consciente.
Por ejemplo, la eliminación de las emisiones de combustibles fósiles podría reducir en un 3,61 millones de defunciones prematuras producto de la contaminación del aire. Por otra parte, el incremento de la actividad física junto con la reducción de la contaminación atmosférica y acústica se traduciría en la reducción de algunas enfermedades como accidentes cerebrovasculares, enfermedad isquémica, diabetes y cáncer.
Por otro lado, cambios en la dieta y la producción de alimentos podrían reducir las emisiones contaminantes impactando en el descenso de 11 millones de muertes prematuras al año, la disminución de la pérdida de biodiversidad por el uso de agua y suelos.