Recientemente, la Sociedad Española de Microbiota, Probióticos y Prebióticos (SEMiPyP), la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Sociedad Española de Neurología (SEN), publicaron, en conjunto, un “Documento de Consenso” sobre la microbiota y el uso de probióticos/prebióticos en patologías neurológicas y psiquiátricas.
El escrito comprende 17 capítulos donde 35 expertos de distintas disciplinas de la salud pertenecientes a hospitales y centros de investigación, realizaron un análisis introductorio y casos clínicos de cómo la microbiota y los probióticos/prebióticos influyen en la generación de enfermedades neurológicas y psiquiátricas, como el ELA, TEA, TDAH, el Alzhéimer o el Parkinson, entre otros.
Uno de los temas que se aborda es la relación entre microbiota-intestino-cerebro que están relacionados con enfermedades neurológicas y de salud mental. Esto se produce porque la microbiota intestinal se comunica con el sistema nervioso, el endocrino y el inmunitario por medio de distintas vías con el cerebro. De esta forma, intestino y cerebro están relacionados, ayudando la microbiota intestinal a mantener las funciones cerebrales.
Se hace el nexo en que la salud de la microbiota intestinal podría influir en el desarrollo de trastornos neurológicos y psiquiátricos, ya que las alteraciones se asocian con múltiples enfermedades que tienen como base estados de estrés oxidativo e inflamatorio, que afectan a todos los componentes de esa red de comunicaciones.
“La disbiosis podría jugar un papel importante en la etiopatogenia de algunas enfermedades neurológicas autoinmunes (esclerosis múltiple), neurodegenerativas (enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer), o en los trastornos del comportamiento (autismo, TDAH, trastornos obsesivo-compulsivos, esquizofrenia, trastorno bipolar), incluyendo patologías relacionadas con el estrés (ansiedad, depresión)”, asegura el Dr. Guillermo Álvarez Calatayud del Servicio de Pediatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
El “Documento de Consenso” rescata el concepto “psicobióticos”, acuñado en 2013 por los investigadores de la Universidad de Cork (Irlanda) T.G. Dinan, C. Stanton y J.F. Cryan. Este probiótico es capaz de producir y liberar sustancias neuroactivas que actuarían a través del eje microbiota-intestino-cerebro. Esta terapia sería de ayuda para los pacientes con patología neurológica o con trastornos del comportamiento.
En el último capítulo, los especialistas de las tres sociedades médicas concuerdan en que “la toma de decisiones en la práctica clínica para el empleo de probióticos y/o prebióticos debe basarse en una combinación de evidencia científica y conocimiento práctico, por lo que se recomienda el uso de guías de práctica clínica elaboradas conjuntamente por distintos profesionales de la salud. Esto contribuirá a optimizar una atención sanitaria individualizada, integral, de calidad, efectiva y segura.”