La hipertensión es una comorbilidad generalizada de pacientes con obesidad que aumenta en gran medida el riesgo de mortalidad y discapacidad. En los últimos años, los investigadores han descubierto que una dieta alta en calorías aumenta la densidad de los vasos sanguíneos (hipervascularización) en el hipotálamo, un área importante de «control de la alimentación» en nuestro cerebro.
Los investigadores plantearon la hipótesis de que los niveles hormonales elevados de leptina están asociados con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión. Sin embargo, se desconocían los mecanismos exactos que contribuyen al crecimiento condensado de los vasos sanguíneos en el hipotálamo.
Una nueva investigación realizada por el grupo de investigación de Cristina García-Cáceres en Helmholtz Zentrum München ha revelado ahora que los ratones obesos no aumentan la cantidad de vasos sanguíneos en el hipotálamo cuando carecen de la hormona leptina. La leptina es producida por el tejido adiposo, participa en el control del hambre y la saciedad y juega un papel importante en la regulación del metabolismo de las grasas en humanos y mamíferos.
Una vez que los investigadores aumentaron la hormona leptina en estos ratones, ciertas células cerebrales, los astrocitos, aumentaron la producción de un factor de crecimiento específico. Este factor de crecimiento, a su vez, promovió el crecimiento de los vasos. El resultado fue un mayor número de vasos en el hipotálamo (y ninguna otra región del cerebro). Los científicos demostraron así que la leptina es la principal responsable del aumento de la concentración de vasos en el hipotálamo y que este proceso está mediado por los astrocitos.
«Proporcionamos un cambio de paradigma en nuestra comprensión de cómo el hipotálamo controla la presión arterial en la obesidad», explica el primer autor Tim Gruber. «Si bien la investigación anterior se ha centrado principalmente en las neuronas, nuestra investigación destaca el nuevo papel de los astrocitos, históricamente asumidos como menos relevantes que las neuronas, en el control de la presión arterial».
De cara al futuro, según la líder del estudio, Cristina García-Cáceres, queda una pregunta importante: ¿cómo se comunican exactamente los astrocitos con las neuronas? «Hemos comenzado a responder a esta pregunta utilizando imágenes in vivo en tiempo real de la función del circuito astrocito-neurona en el hipotálamo», dice el investigador.