Esta semana se presentaron los resultados del estudio “Una evaluación rápida de percepciones de trabajadores de salud y usuarios sobre la atención de salud en el contexto de la pandemia de Covid-19 en Chile” (COVID0383), dirigido por académicos Cristian Montenegro y Marcela Gonzales Agüero de la Universidad Católica de Chile.
La investigación, que tuvo como fin entender las experiencias y percepciones de los profesionales de salud del sistema público, contó con financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). Las conclusiones fueron esclarecedoras para poder tomar medidas para proteger tanto al personal de salud como a los pacientes, considerando que todavía el Covid-19 no nos ha dejado.
Según expuso en un seminario de investigación la doctora en Antropología Médica, Marcela González, el estudio surgió de la necesidad de entender el impacto que ha tenido la crisis sanitaria en la salud mental de los trabajadores de la salud y los usuarios, ya que existe evidencia, pero no estaba sistematizada.
Los datos del estudio se recolectaron entre julio y diciembre de 2020 en cinco regiones del país: Atacama, Antofagasta, Metropolitana, La Araucanía y Biobío. Los entrevistados fueron enfermeras, médicos y jefes de unidad de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), Urgencia y Atención Primaria en Salud (APS), más pacientes del sistema público.
Resultado de investigación
Entre los principales resultados de la investigación, se reconoció una preocupación e incertidumbre al comienzo de la pandemia. En primer lugar, existía un temor generalizado respecto al contagiarse y contagiar a los cercanos. La incertidumbre está relacionada con la falta de conocimiento de la enfermedad y el cambio constante de estrategias sanitarias.
Por otro lado, uno de los efectos de la pandemia estuvo relacionado con la gran demanda y la saturación de los servicios de salud, lo que significó para los trabajadores una reorganización rápida y una tensión constante en sus labores.
Se vieron enfrentados a jornadas laborales más largas, a recibir personal poco capacitado y reconvertir espacios para asumir la demanda por camas UCI, lo que los autores llamaron Ucificación. “La “apuesta” de la autoridad ministerial por el aumento de la capacidad de las UCI generó una importante carga que tuvo efectos diversos, tanto a nivel organizacional como individual, incluyendo trastornos de sueño, síndrome de burnout, desánimo, cansancio permanente, estrés e impacto en la vida familiar”, comentó el sociólogo y doctor en Métodos de Investigación Social, Cristián Montenegro.
Sin embargo, dentro de la investigación también se identificaron aspectos positivos como el trabajo en equipo, la gratificación por el importante rol que cumplen en la crisis sanitaria y por los gestos de la comunidad que los mantuvieron motivados. La crisis obligó a valorar la flexibilidad y la capacidad de aprendizaje, y generó conciencia, entre muchos profesionales, sobre el funcionamiento integrado e interdependiente dentro del hospital y en el contexto de la red de servicios.
A partir de este estudio, se generaron algunas propuestas como: elaborar acciones anticipatorias considerando las experiencias internacionales, coordinar los servicios de salud reorganizando los recursos a nivel micro y macro, contar con dotación de personal adecuada a los requerimientos, lograr el abastecimiento oportuno de insumos y capacitar al personal de forma anticipada, considerando que esta puede incorporarse desde pregrado y que sea transversal.