La incertidumbre, ansiedad y estrés que están propiciando esta pandemia no son ni novedosas ni extrañas para las personas. No saber qué va a pasar, cuándo se acabará el confinamiento, sumado a una infoxicación cuando hay una sobrexposición a las (malas) noticias de forma constante tienen consecuencias. Y, además de las psicológicas, también se notan en el cuerpo.
No es nuevo que el sistema digestivo es un fiel reflejo del estado de ánimo. Tanto por el aumento de la ingesta por ansiedad e incluso por la situación totalmente contraria: personas a la que se les ‘cierra el estómago’ y comen menos que antes.
Cabe destacar que el sistema digestivo es el segundo lugar con más neuronas después del cerebro. Según diversas investigaciones, se calcula que la red neuronal del sistema digestivo está compuesta por, aproximadamente, cien millones de neuronas.
El cosquilleo el estómago e intestino puede significar muchas cosas. Y en estos tiempos puede suponer la puerta a dolores, retortijones y calambres molestos. Por eso, los expertos plantean que tras presentar síntomas, lo mejor es analizar y comprender de dónde viene esta angustia que nos está afectando para ponerle remedio antes de que lleguen los síntomas más molestos.
De hecho, lo ideal es cortar cuanto antes el ciclo “estrés-estómago-estrés”. Dicho de otra manera, ese estrés afecta al sistema digestivo, y el trastorno que nos genera causa a su vez más estrés. Y así, se genera un círculo que necesitamos cortar cuanto antes.
Las emociones se manifiestan a través de reacciones fisiológicas. El estrés y la ansiedad a se suelen asociar a un estado generalizado de nervios y a los pensamientos negativos que invaden la mente o al insomnio. Los síntomas dependen de cada persona y de cada situación, pero por lo general es muy fácil reconocer que la ansiedad está alterando la actividad vital.
Una de las formas más habituales que tiene el estrés de manifestarse es mediante molestias que se dan en el aparato digestivo, que se conocen como ansiedad en el estómago o ansiedad estomacal y que afectan a un 25% de la población. La ansiedad puede afectar a todo el aparato digestivo, desde la boca hasta llegar a los intestinos, y es incluso capaz de intervenir en nuestro cerebro eliminando nuestro apetito o aumentándolo.
Alimentación y dolor de estómago por estrés
Evidentemente un sistema digestivo alterado, también va a influir en la alimentación. Algo que se suma al posible descontrol de hábitos alimentarios y los cambios en la rutina con con la comida.
Al sentir molestias como la hinchazón, náuseas, mareos o gastroenteritis, una buena opción es adecuar la alimentación para ayudar a la recuperación del estómago.
Adicionalmente se pueden utilizar por periodos cortos medicamentos antiespasmódicos que tienen un buen perfil de seguridad, como por ejemplo la pargeverina es un fármaco perteneciente a la categoría de los medicamentos gastrointestinales.
Esta actúa relajando las fibras musculares, lo que a su vez evita el espasmo y que resulta útil en múltiples tratamientos gastrointestinales.
En general, el mecanismo de acción de la pargeverina es la relajación de las fibras de los músculos, previniendo así un posible espasmo en las vísceras, y también puede solucionar los problemas que se hayan causado por los efectos de los espasmos en sí.