Salud mental en niños y adolescentes en tiempos de pandemia

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 6 personas que tienen problemas de salud mental son niños o adolescentes entre los 10 a 19 años. Y los trastornos mentales en este grupo etario comprende el 16% de los casos.

Especialistas declaran que el bienestar emocional durante la infancia es adolescencia es importante para el desarrollo personal. Estudios indican que casi el 50% de los problemas de salud mental en adultos comienza a los 14 años, y el 75% a mediados de los 20 años, en que muchos de estos trastornos se repiten y persisten.

Mauricio Carroza, psicólogo infanto-juvenil de Clínica Indisa, sostiene que “el bienestar emocional en los niños va a dar paso a su desarrollo en la adultez, además, dependiendo de sus emociones es cómo estarán en el día a día. El bienestar emocional tenemos que entenderlo no como la idea de no sentir algunas emociones catalogadas como negativas (rabia, tristeza, angustia, ansiedad y culpa), más bien, es el saber diferenciarlos y entender porque están, dado que, al comprenderlos, vamos a poder darle utilidad”.

De hecho, durante los últimos años ha habido una mayor preocupación por el bienestar mental en niños y adolescentes. Según indica el Departamento de Estudios y Desarrollo de la Superintendencia de Salud en su estudio “Demanda de consultas por salud mental de niños/as y adolescentes Sistema Isapre: 2010-2019”, durante la última década hubo -en nuestro país- un aumento sostenido en la demanda por consultas relacionadas con la salud mental. El 14% de las consultas por salud mental fue para menores de 18 años.

Estas cifras se han elevado en los últimos dos años debido al coronavirus. “Las consultas psicológicas han aumentado mucho desde el inicio de la pandemia, y en particular este año. Al parecer, mientras más tiempo ha estado expuesta la población a esta crisis sanitaria y social, mayor es la probabilidad de presentar sintomatología relacionada con alguna alteración de la salud mental”, explica Carroza.

De esta manera, el psicólogo infanto-juvenil indica que se ha podido observar un aumento en algunas conductas de los niños, destacando: trastornos del ánimo en la población infantil -ansiedad y depresión-, estrés, trastornos del sueño y desregulación emocional y conductual.

Es que la incertidumbre y el encierro que ha traído consigo el Covid-19, han alterado los hábitos y conductas de la sociedad. Ante la incertidumbre es normal que surja el temor y la ansiedad, sin embargo, cuando tienen alta intensidad o se prolongan en el tiempo, es necesario acudir a un especialista.

Identificar problemas de salud mental en niños y adolescentes

El especialista menciona que lo más frecuente en los niños pequeños es la presencia de comportamientos disfuncionales, tales como agresividad, oposicionismo y desafío a la autoridad. También muestran cambios de ánimo bruscos, irritabilidad y baja tolerancia a la frustración. En la medida que se acercan a la adolescencia, se percibe más claramente el miedo y la angustia asociados a la soledad y la incertidumbre.

Los adolescentes se observan más tristes, desanimados y estresados, pero tienden a replegarse en sí mismos y no comunicar lo que sienten, por lo que a veces resulta más difícil para los adultos percibir la necesidad de ayuda en ellos, en comparación con los niños.

“El solo hecho de cuestionarnos si debemos buscar apoyo, o si nuestros hijos lo necesitan, ya es en sí misma una señal de alerta que nos dispone a buscar la atención de un especialista. Si percibimos que el niño o adolescente padece alguno de estos síntomas antes descritos, es recomendable buscar ayuda de un psicólogo”, argumenta Carroza.

Recomendaciones para fortalecer la salud mental

Las madres y padres -o responsables de los niños- son una herramienta esencial para apoyar a los niños y adolescentes en el desarrollo y fortalecimiento de su bienestar emocional. Por ello, hay que considerar las siguientes sugerencias para tener en consideración y ayudar a los pequeños:

Escuchar y prestar atención a los niños y adolescentes. “Darse el tiempo de hablar con ellos, dejar de lado lo que estamos haciendo para que esas veces que se acercan a hablarnos, los escuchemos y no les digamos ´estoy ocupado, más rato hablamos´», indica Carroza.

Validar la emoción. No minimizar lo que están sintiendo; en muchas ocasiones los adultos creen que lo que les sucede a los niños o adolescentes son problemas mínimos, pero no lo son, son problemas para ellos y estos problemas causan una emoción. “Si no los validamos, los hacemos sentir mal y solo logramos distanciarnos de ellos”, puntualiza el psicólogo infanto-juvenil.

Normalizar las emociones, hablar de ellas. No es malo llorar o tener rabia; ninguna emoción es mala; lo que es malo es ocultarlas y no hacerse cargo de lo que pasa (esto es para los adultos también).

Darse el tiempo de conocer los gustos y pasatiempos de niños y adolescentes, si no lo hacen, solo crean una barrera entre ellos y los padres. El poder hablar de gustos y pasatiempos, puede abrir una puerta para vincularse distinto y conocerse en otras facetas.

Tener rutinas claras. Cuando no hay rutinas, lo más probable es que aumente la ansiedad y angustia, al no saber qué pasará.

No estar en los mismos espacios. Si las características de su hogar lo permiten, intente que el lugar de estudio del niño sea distinto al de la habitación donde duerme. Si esto último no es posible, lo ideal es iluminar más el lugar al momento de estudiar.

Para detectar a tiempo cualquier trastorno mental y tratarlo de la mejor manera, es necesaria la visita a un especialista.

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