Según cifras nacionales, en Chile, son más de 1 millón 100 mil las personas mayores de 15 años que padecen de trastorno de ansiedad, lo que corresponde al 6,5% de la población según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De igual manera, un tercio de la población chilena se encuentra afectada de algún tipo de enfermedad mental, como angustia, estrés o depresión
Ansiedad es una palabra que se ha convertido en los últimos tiempos en habitual de las conversaciones. La ansiedad es, con diferencia, la condición psiquiátrica más común en Europa, con una prevalencia del 14%, siendo las mujeres, en la mayoría de las ocasiones, el colectivo más afectado. Según estudios de la OMS (Organización Mundial de la Salud), ya en 2017 una de cada cuatro personas sufría ansiedad.
En 2018, se calculó que hasta un 29% de la población sufriría por lo menos una vez en la vida un trastorno de ansiedad y, para 2030 se prevé que será el principal problema de salud junto a la depresión y que afecte a más de 300 millones de personas.
A pesar de estos datos, sigue siendo un trastorno en el que muchos de los pacientes no reciben un tratamiento adecuado.
La ansiedad es un sentimiento normal que surge cuando existe una amenaza, pero también es un síntoma que aparece en muchas enfermedades, y en ocasiones, se convierte en un trastorno en sí mismo. En cualquier caso, si es importante y limita la realización de actividades de la vida diaria es necesario diagnosticarlo y poner un tratamiento adecuado. Lo mismo que se hace con el dolor, por ejemplo.
Prevalencia: una patología común
Los trastornos de ansiedad pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, en cualquier clase social y sin motivo alguno. Durante las últimas décadas, se han llevado a cabo un gran número de estudios que analizan la prevalencia de los trastornos de ansiedad, debido al aumento de pacientes en los últimos años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 260 millones de personas en el mundo conviven con este trastorno mental, por tanto no están solos.
Un estudio europeo reciente ha realizado unas estimaciones de prevalencia anuales preocupantes: un 14% para los trastornos de ansiedad, un 7% los de insomnio y un 6,9% los de depresión clínica.
Convivir con la ansiedad
Estudios epidemiológicos indican que, en la población de más edad, la presencia de un trauma psíquico, de enfermedades físicas, de síntomas depresivos o fobias, de conflictos y una personalidad introvertida, están correlacionados con una prevalencia más alta de ansiedad.
El estilo de vida actual es en gran medida el factor responsable del aumento de estos trastornos. Jornadas de trabajo cada vez más largas, inestabilidad laboral, falta de relaciones sociales de apoyo, y la continua exigencia para cubrir cada vez más áreas de la vida en un nivel óptimo de desempeño, en definitiva, el estrés de la vida cotidiana.
Si nos encontramos en un momento vital que amenaza nuestro bienestar, es natural sentirnos inquietos y nerviosos, un sentimiento o una emoción que nos prepara para enfrentarnos a esta situación, volviendo a la calma cuando esa situación se resuelve.
El problema aparece cuando aparentemente no estamos ante ningún peligro ni nada amenaza nuestra vida, pero se mantiene esta inquietud y nerviosismo día tras día. Cada vez más, encontramos una creciente necesidad de que las cosas ocurran ya, consecuencia de la inmediatez en la que vivimos sumergidos y que está provocando mayor dificultad para tolerar el malestar que podemos sentir en ocasiones, como una parte más de nuestras vidas. Muchas personas se han acostumbrado a vivir en un estado de ansiedad velada casi constante, o a tener picos de ansiedad a menudo, pero, esto no debería ser así, ya que supone un sufrimiento que podría ser evitado.
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como el perfecto estado de bienestar físico, psicológico y social y no solo la ausencia de enfermedad, es un estado en el que el sujeto afronta las tensiones normales de la vida, es consciente de sus capacidades y es capaz de hacer su contribución a la sociedad.
Identificar los síntomas
Debemos aprender a identificar esos síntomas para poder tratarlos a tiempo, porque además del sufrimiento que nos produce a nosotros y a los demás, son muy limitantes en ocasiones y pueden hacernos, no solo más vulnerables al estrés, sino también afectar a nuestro estado de salud física. También tendrán consecuencias en nuestra actividad profesional o de ocio y sin duda tendrá un impacto importante en nuestra calidad de vida.
Tenemos que mirar por mantener una buena salud mental. En este sentido, las personas que conviven con aquellos que padecen ansiedad, pueden contribuir de forma muy positiva a que así sea. Esta guía solo pretende servir de ayuda para quienes tienen cerca o conviven con una persona que padece ansiedad.
Comprender lo que sentimos, lo que nos pasa, e informarse sobre la mejor forma de obtener ayuda es el primer gran paso. Los tratamientos y terapias que existen para regular la ansiedad son eficaces, pero también lo es sentirse comprendido, querido y apoyado por el entorno.
La ansiedad es un mecanismo natural del cuerpo. Es una emoción que se caracteriza por mantenerte en estado de alerta y advertirte del peligro.
Algunos síntomas que pueden alertar sobre la presencia de ansiedad:
- Nerviosismo
- Preocupación excesiva
- Irritabilidad
- Sensación de falta de aire
- Tensión muscular
- Sudoración
- Dificultad para concentrarse
- Problemas para dormir
- Dolor de estómago
- Dolor de cabeza
Si sufre de ansiedad excesiva y/o preocupaciones difíciles de controlar y/o tres o más síntomas relacionados con la ansiedad por un tiempo prolongado deberá consultar a un médico.
Fitofármacos: La nueva alternativa para el tratamiento de la ansiedad leve
Con los altos índices de ansiedad que se registran en la actualidad, la medicina ha volcado sus esfuerzos a nuevas preparaciones que traten el problema, encontrando en los medicamentos naturales a base de plantas una alternativa para el tratamiento de los síntomas transitorios de la ansiedad, por ejemplo a través de productos derivados del aceite esencial de lavanda, Lavandula angustifolia, de calidad farmacéutica.
De acuerdo a la guía de plantas medicinales del Ministerio de Salud Minsal, la Lavanda Lavandula angustifolia Mill, conocida comúnmente como lavanda o lavándula, es un arbusto de aroma característico que mide entre 50 y 80 cm de altura.
Tradicionalmente, en medicina popular, se emplean los tallos con hojas y flores, por vía oral, para combatir trastornos nerviosos (insomnio, palpitaciones) y estomacales, y también como emenagogo; en compresas y baños para mitigar dolores reumáticos; por su acción balsámica se utiliza en inhalaciones y vahos en casos de laringitis, bronquitis, catarros y resfríos. Presentación comercial: el aceite esencial se emplea en aromaterapia para fines hipnóticos. La esencia de lavándula es un insumo importante de la industria cosmética y de perfumería, donde se la emplea para la elaboración de jabones, colonias, perfumes, etc.
Tomando este conocimiento tradicional y para cubrir la necesidad de tratar la ansiedad con un medicamento que sea eficaz en el tratamiento de la ansiedad y a su vez seguro (evitando los posibles efectos secundarios de los tratamientos químicos), se han lanzado recientemente al mercado medicamentos de origen natural que tienen como principal compuesto el aceite esencial de Lavandula angustifolia Mill.
Es un medicamento ansiolítico de origen natural, cuya eficacia en los síntomas iniciales de la ansiedad ha sido demostrada gracias a numerosos estudios clínicos. Entre las ventajas, se encuentra que puede ser adquirido sin necesidad de receta médica, dado su alto perfil de seguridad. Su eficacia y su cómoda posología (una vez al día) hacen que sea una buena opción para el tratamiento de la ansiedad. Su eficacia ha sido confirmada en más de 15 estudios con más de 2.200 pacientes.
De administración oral, adicionalmente, este tipo de medicamentos no genera dependencia, no tiene efecto sedante, no posee interacciones conocidas con otros medicamentos y no existen notificaciones de disfunción sexual ni de ganancia de peso tras su consumo.
El principio activo de Lavandula angustifolia produce una reducción de la liberación de sustancias mensajeras (neurotransmisores) responsables de las transmisión de la información de una neurona a otra, ayudando así a que el procesamiento de estímulos se vuelva a equilibrar.
Los pensamientos recurrentes se detienen y se libera la tensión interna. Como resultado, el paciente recupera la tranquilidad, consigue una mejora en la calidad del sueño y obtiene nueva energía para las tareas diarias. El efecto de este tipo de producto empieza a notarse al cabo de 1-2 semanas de empezar a tomarlo.
Algunos consejos para reducir la ansiedad:
- Lleva una dieta sana y equilibrada
Reduce el consumo de estimulantes (ej: café, té) y vigila que tu dieta sea completa y equilibrada.
- Haz ejercicio
Practica ejercicio aeróbico (de media y baja intensidad y larga duración), de forma que dure más de 20 minutos. Genera endorfinas en tu cerebro y provoca liberación de tensión y estrés.
- Planifica tu tiempo
No dejes que el tiempo te coma. Planifica tus actividades de forma realista. Ten en cuenta tus prioridades, necesidades y el tiempo del que dispones.
- Practica técnicas de relajación
Meditación, yoga, taichí, aromaterapia o simplemente tómate un baño sin prisas
Terapia psicológica, farmacológica
Medicamentos ansiolíticos de origen natural