La pandemia por Covid-19 ha significado un desafío para todo el personal de salud. Distintos gremios del campo e investigaciones han advertido sobre los problemas de salud mental que padece el personal de salud producto del agotamiento, el estrés y lo que significa estar en la primera línea enfrentando una enfermedad nueva que ha costado la vida de 35 mil personas en Chile.
Según el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), los profesionales de enfermería se enfrentan a un trauma colectivo con “consecuencias potencialmente devastadoras tanto a corto como a largo plazo para los profesionales y los sistemas de salud en los que trabajan”.
De esta forma, los y las enfermeras del país se han visto enfrentados al desgaste provocado por “una presión extenuante”, como lo define el presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Enfermeras y Enfermeros de Chile (Fenasenf), José Luis Espinoza. “Un tercio del personal tiene problemas físicos y mental y cerca de un 40% sufre de enfermedad mental”, aclara el presidente gremial.
¿Qué problemas de salud mental se han manifestado en los enfermeros del país?
Hay un impacto por estrés post traumático, estrés laboral con signos de depresión y, según un estudio de la Universidad Católica y la Asociación Chilena de Seguridad (ASCH), el 50% de los profesionales de la salud presenta algún síntoma de depresión y el 30% por lo menos tiene pensamiento suicida. Es muy complejo y tenemos la misión de sostener el sistema de salud. Sin embargo, existen aspectos que no se están abordando y que las personas no los reconocen porque sienten que la situación es más importante que ellos.
Ha sido un tema que ya está en la agenda comunicacional de la salud mental, pero no se ha tomado con el trasfondo que es reconocer la patología mental y por otro lado prevenirla. Hasta el momento no hemos visto un plan activo desde la autoridad Ministerial.
¿Cómo ha sido para los enfermeros y enfermeras enfrentar esta pandemia?
Nuestra profesión se ha destacado siempre por la formación generalista que hemos recibido, la cual se ha hecho más evidente durante la pandemia. En específico la enfermera en la Unidad de Paciente Crítico, que es una especialidad que se va dando con la experiencia. Nos encontramos con que teníamos que complejizar las camas y no necesariamente teníamos a todo este personal capacitado. Se tuvo que hacer cambios de todo lo que es el recurso humano, posicionándose la enfermera como la líder de equipo. También se tuvo que organizar el turno a turno y redoblarlo, trabajo muchas veces invisible al ser parte de la gestión.
Por otra parte, tuvimos que tomar la gestión del plan de vacunación, por normativa ministerial. Sin embargo, claramente se vio una sobre exigencia de nosotros como profesionales y tuvimos que pedir ayuda a otros profesionales, colaboración que se agradece.
Recientemente la Fenasenf emitió un comunicado sobre el uso de mascarillas para el equipo de salud. ¿Qué solicitan al gobierno?
Desde un inicio que hemos hablado de los elementos de protección personal que deben estar presentes para que podamos proveer la atención de salud correspondiente. Necesitamos de equipos que nos protejan no solo para no enfermar, sino para continuar con nuestra labor. La evidencia científica ha demostrado que el virus se propaga por aerosoles invisibles que salen del cuerpo incluso cuando uno respira.
La OMS ha reconocido que hay que cambiar la forma en que se usan los elementos de protección personal. Nosotros exigimos utilizar las mascarillas N95 y KN95, puesto que nuestros recintos de trabajo, al ser cerrados, se concentran el virus y deberíamos contar con ese tipo de mascarilla.
Eso es lo que se exige en este momento para que pueda haber una prevención eficaz de lo que son los contagios en los recintos hospitalarios y eso va asociado a todos los que significa la vacunación y las medidas de precaución estándar que es el lavado de manos, distanciamiento físico, el uso de alcohol gel y el respeto de los aforos. La autoridad no lo ha tomado en cuenta al implicar un cierto cambio de normativa tomar esta decisión.
¿Cómo evalúan la comunicación de riesgo emitida por parte del gobierno?
Hemos sido bastante críticos. Como país debimos tomar ventaja de lo que pasaba en Europa y Asia. Tenemos esa chance de incorporar medidas que allá no se han hecho o que han tenido buenos resultados. Desde un inicio plantamos aplicar una medida preventiva para no enfermarnos y acotar el virus lo más posible para que la menor cantidad de personas lo tuvieran y, por lo tanto, hacer un aislamiento, trazabilidad y tener el control efectivo del virus.
Las medidas del Gobierno fueron totalmente reactivas, esperaron a que las personas se contagiaran y teníamos una disponibilidad de camas para atender a las personas que llegaban al hospital.
Creemos que no es una visión de salud pública desde la autoridad de salud, siendo que él debe tener puesto el foco en la prevención, en el manejo para que tengamos el menor número de casos posible de afectados y finalmente, trabajar con el riesgo. Acá lo que se hizo fue jugar con ese riesgo y dejar que las personas realizaran sus quehaceres libremente y que se fueran infectando y así hacer como esta seudo inmunidad de rebaño, pero ya con la enfermedad, no solamente con la vacuna.
¿Cómo ven el plan de vacunación en el país?
Como enfermeros, y por decreto ministerial, estamos a cargo de la gestión y aplicación de las vacunas. Ha funcionado bien y el efecto de las vacunas por fin está llegando, aunque no podemos todavía confiarnos, pero ya las cifras que estamos teniendo ahora son bastante buenas, pero esperamos que sean mucho mejores.
¿Cómo visualiza a la pandemia en los próximos meses?
Siendo súper honesto y súper sensato, tenemos la esperanza, pero no creo que sea así tan de buenas a primeras, van a pasar muchos meses porque, como ha funcionado nuestro país es que al menor avance nos relajamos y la cosa después se vuelve a reproducir. Aunque sabemos que la vacunación es efectiva para resolver y controlar esto, debemos esperar un tiempo mayor para que toda la población esté inmunizada como ha ocurrido con patologías como la tuberculosis, como la poliomielitis -que ya está erradicada- e incluso la viruela, pero no necesariamente es al corto plazo.
¿Qué desafíos deja esta pandemia respecto al desarrollo de la enfermería?
La pandemia ha venido a reflejar que necesitamos más y mejores condiciones laborales en los servicios de salud. Tenemos cerca de 5 mil profesionales en salud a honorario que el sistema necesita, ya que han dado soporte a la pandemia. Necesitamos que se le reconozcan ciertos derechos como vacaciones, pues muchos de ellos llevan más de un año trabajando así. Acá viene un aspecto de brecha de recursos humanos que históricamente ha estado en nuestro sistema de salud.
Si hablamos de cuáles son las dotaciones de personal que debe haber, según datos de la OCDE, en promedio debe haber 8.8 enfermeras por cada 1000 habitantes en un país para cubrir las necesidades de salud de la población. En nuestro país tenemos 4.2 enfermeras por cada 1000 habitantes, o sea, la población se está quedando sin la atención de salud necesaria para poder hacer entrega de la atención de salud.
Además, un reciente estudio, que abordó la dotación de enfermería durante 2018, previo a la pandemia, evidenció que en los hospitales públicos una enfermera puede atender hasta 24 pacientes en un día, cuando lo óptimo sería que atendiera a 10 pacientes lo que reduciría la mortalidad de pacientes, disminución de días cama y de recursos. Finalmente se traduce en ahorro para las instituciones de salud y la hacemos más productiva, haciendo más eficiente el uso de los recursos.
Necesitamos más recurso humano y una política de Estado que vea y que evalúe cómo se va formando a los profesionales de salud en base a las necesidades que tiene la población y como los profesionales se insertan en el sistema para hacer entrega de su profesionalismo