La inmensa mayoría de las personas con presión arterial alta, o hipertensión, -una grave afección que aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, cerebrales, renales y de otro tipo- viven en países de ingresos bajos y medios, según revela un informe de la Organización Mundial de la Salud.
El estudio, codirigido por el Imperial College de Londres, reveló que el 82% de todas las personas con hipertensión, unos 1280 millones, viven en países de ingresos bajos y medios.
Los investigadores descubrieron que Canadá, Perú y Suiza tenían una de las prevalencias más bajas de hipertensión en el mundo en 2019, mientras que algunas de las tasas más altas se observaron en la República Dominicana, Jamaica y Paraguay para las mujeres y Hungría, Paraguay y Polonia para los hombres.
Un «fracaso de la salud pública”
Aunque es sencillo diagnosticar la hipertensión y relativamente fácil tratar la afección con medicamentos de bajo coste, el estudio reveló importantes lagunas en el diagnóstico y el tratamiento. Alrededor de 580 millones de personas con hipertensión desconocían su condición porque nunca fueron diagnosticadas.
El estudio también indicaba que más de la mitad de los hipertensos, es decir, un total de 720 millones de personas, no recibían el tratamiento que necesitaban.
Los hombres y mujeres de Canadá, Islandia y la República de Corea eran los más propensos a recibir medicación para tratar y controlar su hipertensión, con más del 70% de los que padecían la enfermedad recibiendo tratamiento en 2019. En comparación, los hombres y mujeres de África subsahariana, Asia central, meridional y sudoriental, y las naciones insulares del Pacífico son los que menos probabilidades tienen de recibir medicación.
El profesor Majid Ezzati, autor principal del estudio y profesor de Salud Ambiental Global en la Escuela de Salud Pública del Imperial College de Londres, explicó que «casi medio siglo después de que empezáramos a tratar la hipertensión, que es fácil de diagnosticar y tratar con medicamentos de bajo coste, es un fracaso de la salud pública que tantas personas con hipertensión en el mundo sigan sin recibir el tratamiento que necesitan».
El número total de adultos de entre 30 y 79 años con hipertensión se ha duplicado en treinta años, pasando de 650 millones a 1280 millones. Sin embargo, esto se debe principalmente al crecimiento de la población y al envejecimiento, y el porcentaje de personas con hipertensión ha cambiado poco desde 1990.
Nueva directriz para el tratamiento de la hipertensión
La «Guía de la Organización Mundial de la Salud para el tratamiento farmacológico de la hipertensión en adultos», recientemente pubicada, ofrece nuevas recomendaciones para ayudar a los países a mejorar el tratamiento de la hipertensión.
El doctor Taskeen Khan, del Departamento de Enfermedades No Transmisibles, que dirigió la elaboración de la guía, dijo que este documento, que se acaba de revisar por primera en 20 años, “ofrece las orientaciones más actuales y pertinentes basadas en la evidencia sobre la iniciación de los medicamentos para la hipertensión en los adultos».
Las recomendaciones abarcan el nivel de presión arterial con el que se debe iniciar la medicación, el tipo de medicamento o la combinación de medicamentos que se debe utilizar, el nivel de presión arterial objetivo y la frecuencia con la que se deben realizar los controles de seguimiento de la presión arterial. Además, sienta las bases de cómo los médicos y otros trabajadores sanitarios pueden contribuir a mejorar la detección y el tratamiento de la hipertensión.
Bente Mikkelsen, directora del Departamento de Enfermedades No Transmisibles, añadió por su parte: «No se puede exagerar la necesidad de gestionar mejor la hipertensión. Siguiendo las recomendaciones de esta nueva directriz, aumentando y mejorando el acceso a la medicación para la presión arterial, identificando y tratando comorbilidades como la diabetes y las cardiopatías preexistentes, promoviendo dietas más saludables y actividad física regular, y controlando más estrictamente los productos del tabaco, los países podrán salvar vidas y reducir el gasto en salud pública.»