En junio de 2020 ya se proyectaba que 2,6 millones de atenciones de salud se postergarían por la pandemia. Con la llegada del Covid-19 al país, los esfuerzos sanitarios se depositaron en tratar de contener la pandemia y atender a las personas que llegaban a los servicios de urgencia por atención. Este escenario obligó a suspender cirugías y postergar las atenciones médicas, lo que hoy se traduce en otro problema sanitario que se debe enfrentar.
El Ministerio de Salud emitió al parlamento un informe donde se dio a conocer el estado de las listas de espera. Entre enero y junio de 2020 15.665 personas murieron mientras aguardaban respuesta a su problema de salud, del universo total de 2.317.340 personas que transitaron por la lista de espera no Auge/GES.
El texto describe que “las 15.665 personas fallecidas en lista de espera durante el período enero-junio 2020 tenían 20.948 interconsultas (casos o derivaciones) en espera, con un promedio de 1,3 interconsultas por persona”. De ellos, un 92,51% aguardaba por una consulta con un especialista y 7,49% a derivaciones para una cirugía.
Según el Minsal, la mayoría de las personas que estaban en lista de espera falleció por cáncer, seguido de enfermedades del sistema circulatorio y un 15,32% de las defunciones están asociadas al Covid-19. En esta línea, el ministerio argumenta que “el análisis realizado de las defunciones de personas en lista de espera no GES no permite establecer diferencias en el comportamiento de las muertes entre los fallecidos de la lista y las defunciones en población general chilena”.
Respecto a la relación de los fallecimientos con estar en la lista de espera, la autoridad aclara que “el análisis de las prestaciones que quedaron en espera y las prestaciones otorgadas a los fallecidos durante enero y junio 2020 no permiten establecer causalidad directa entre las patologías que llevaron a la muerte y las atenciones que quedaron en espera. Esta causalidad podría ser solo investigada a través de una auditoría de fichas clínicas”.
Dentro de las patologías GES, aseguran que 967 personas fallecieron a la esper de ser atendidos o de iniciar un tratamiento o intervención quirúrgica. En esos casos en particular, el documento describe que un 54,9% de las muertes no está relacionada al diagnóstico GES, aunque un 45% sí lo está.
Un problema para el sistema de salud
Si bien el informe se enfoca en las defunciones asociadas a patologías GES y las personas que se encontraban en lista de espera, este se presenta como un indicador reducido para dimensionar en su totalidad el problema que conlleva la no atención oportuna de tratamientos y diagnóstico de nuevas enfermedades.
El académico de la Universidad de Santiago de Chile, Claudio Catillo, afirmó a La Tercera que este informe es “un gran iceberg y solo estamos viendo una parte de estos efectos”. El experto en salud pública apunta a que “no basta solo considerar el número de casos y fallecidos por habitantes, sino también las personas que requieren rehabilitación de largo aliento, niños y niñas que perdieron a sus cuidadores, la dificultad de acceder a controles regulares de salud, lo que ha limitado el acceso oportuno a tratamientos y rehabilitación, a acciones preventivas y a la detección temprana de situaciones de riesgo, aumentando con ello la gravedad de patologías prevenibles o tratables, lo que va a repercutir en el exceso de mortalidad, como también en la esperanza de vida”.
Por su parte, la epidemióloga María Teresa Valenzuela, que en 2017 participó del consejo asesor ministerial en listas de espera, con la exministra Carmen Castillo a la cabeza de Salud, sostiene que las cifras emitidas por la cartera sanitaria eran esperables por la pandemia, pero aun así están lejos de ser escenario deseable para el sistema sanitario.
“Ha quedado un grupo muy importante de pacientes crónicos que no han consultado por temor a infectarse. Y si han consultado, han quedado relegados por la atención dado que los equipos de salud están resolviendo los problemas más graves. Hay pacientes con cáncer que no han sido controlados, y si no se controla, significa una progresión de la enfermedad, y hoy lo que se está encontrando son etapas avanzadas que conducen a la muerte”, detalla.
Ante esta preocupación, la experta asegura que es necesario estudiar la mortalidad y conocer “cuándo fue diagnosticado con la enfermedad que lo puso en lista de espera y cuándo falleció, se requiere un análisis mucho más acabado y determinar si realmente corresponden a falta de tratamiento”, expresa.